Se han publicado varios artículos y comentarios sobre las cifras que divulgó en tiempos recientes tanto el INEGI, a partir de la Encuesta Nacional de Ingreso-Gasto de los hogares de 2016, y el Coneval, en relación a la pobreza, partiendo de las estimaciones del INEGI basadas en dicha encuesta. Debido a desacuerdos internos y a la utilización política de todas las cifras por parte del gobierno y del PRI, resulta difícil entender qué ha sucedido en estos años en materia de reducción o perpetuación de la pobreza, en términos relativos y absolutos, durante este sexenio o antes del mismo.
Sin embargo, algunos datos y algo de historia nos permiten darnos una idea un poco más clara de lo que ha acontecido, no tanto con la pobreza en México, sino con el ingreso de los hogares. Si nos remitimos a la ENIGH 2016 que fue publicada hace unos días, resulta que el ingreso promedio por persona en uno de los 33 millones de hogares en México, compuesto por 2.5 personas que perciben un ingreso, fue de $6,000 mensuales en 2016. Esto significa que en promedio cada hogar tendría una percepción de $15,000 al mes. Si tomamos en cuenta que a pesar de los controles cada vez más rigurosos y eficaces que el INEGI le inyecta a la encuesta, y el tamaño de la muestra, es probable que se haya reducido el subreporte de ingreso. De todas maneras, debe de seguir existiendo en algunos de los deciles, los más ricos y los más pobres, aunque en el caso de los primeros la inclusión de cifras del SAT para el decil más próspero corrige esto en alguna medida. De todas maneras $6,000 por persona al mes es a la vez muy poco y no tan poco, dependiendo de la visión que se tenga. Conviene subrayar que esto incluye ingresos de trabajo y transferencias, así como renta imputada.
Ahora recordemos la polémica que desató Ernesto Cordero en 2011, cuando era precandidato a la postulación panista a la Presidencia de la República, recién renunciado como Secretario de Hacienda. Fue vilipendiado por decir que el ingreso promedio de un mexicano de $6,000 mensuales en ese momento era decoroso. O algún otro término por el estilo, y le pido una disculpa si no recuerdo con precisión la palabra que utilizó. Siempre pensé que Cordero tuvo mal tino en decir lo que dijo, pero que no era del todo falso.
Lo interesante de la posible pifia política y acierto analítico de Cordero es que eso se produjo en 2011, hace cinco años. De ser así y de estar hablando en ambos casos de pesos constantes, el ingreso de los mexicanos se ha mantenido igual. De tratarse de pesos corrientes habría que deflactar el ingreso actual con la inflación acumulada de estos cinco años. De realizar esa operación, el ingreso promedio de cada mexicano sería ligeramente inferior al 2011. Aunque ciertamente algunos de los bienes y servicios que consumen hoy los mexicanos tienen un menor precio que hace 5 años.
Esto concuerda también con otros de los datos que han surgido de las ENIGHs recientes, aunque no son totalmente comparables entre ellas. En el informe “Promedio del Ingreso Corriente Trimestral por deciles de hogares”, publicado en los últimos días por el INEGI, se señaló que el ingreso promedio de los mexicanos en 2016 no había recuperado el nivel de 2008, es decir, el año anterior a la grave crisis económica de 2009. En 2008 el ingreso promedio trimestral fue de 46,901, en 2016 de 43,036, en ambos casos en pesos constantes de 2016, es decir, casi 10% menos.
En otras palabras, llevamos casi 10 años con el ingreso estancado o levemente retrocediendo en términos reales. De ser así, se entendería por qué una parte de la sociedad mexicana está harta de la política económica que se ha seguido, aunque no haya necesariamente alternativas evidentes. Las mediciones de la pobreza le importan un comino a la inmensa mayoría de los mexicanos, les interesa el dinero disponible que encuentran en sus bolsillos. Asimismo, explica por qué también EU y Canadá insisten tanto, en las negociaciones del TLC, en el tema salarial mexicano. Sí hay algo de dumping laboral. Y sí es un tema legítimo de negociación entre los tres países, pero sobre todo, es un tema legítimo de agravio o de resentimiento por parte de un amplio número de mexicanos.