Geólogos y paleontólogos han desarrollado la habilidad de descubrir tesoros donde los demás vemos la aburrida aspereza de una piedra; han aprendido que luego de martillar con paciencia, se revela una forma oculta. Así, una geoda podría pasar inadvertida para la mayoría, pero el ojo experto intuye que en su interior espera una cavidad esférica donde se han precipitado cristales concéntricos de insospechada belleza. Muchas cosas que suceden cotidianamente en la calle encierran claves profundas sobre nuestros males y curas. Mientras la memoria de la tierra arroja datos a quienes saben leer el pasado, ciertos sucesos explican el presente y presagian el futuro.

En un tramo del Periférico en Guadalajara sucede algo trivial para la mayoría de los automovilistas que todos los días circulan esa concurrida autopista urbana. Conductores de diferentes estratos sociales avanzan a toda velocidad por el acotamiento, como si nadie les hubiera enseñado algo tan evidente como que un acotamiento no es un carril adicional. Al levantar y abrir esta piedra que por fuera parece trivial, encontramos pistas.

La abrumadora cultura de ilegalidad que impera en forma un perverso triángulo con la y la impunidad. Nuestro contacto más cotidiano con la ley es la movilidad, principalmente urbana, donde hay una serie de reglas que se cumplen o no. El desprecio por la ley, que en general tiene la población mexicana, se manifiesta brutalmente alrededor de la movilidad, y mientras no respetemos ese territorio, difícilmente tendremos un Estado de Derecho. Una infracción no castigada es el camino potencial a una falta mayor en otro orden.

Alguien saca una licencia pero paga mordida para no hacer el examen, o éste es tan malo que no contempla asuntos torales. Alguien desvía recursos que podrían ir a la Secretaría de Movilidad para tener mejores policías, equipo y señalamientos viales. El resultado es que un conductor que considera ridículo que tenga que poner la señal direccional 5 segundos antes de cambiar de carril decide que un acotamiento es un carril más. El resultado es que un «ingeniero vial» y un constructor carnal hacen un acotamiento que se ve igual en textura, color y encarpetado a un carril de alta velocidad. El resultado es que no hay policías multando, su ausencia es la gran presencia de la impunidad. El resultado es un fractal de nuestra sociedad.

En países con Estado de Derecho una raya continua significa prohibición para cruzar, en México necesitamos barreras físicas para detener a los infractores en potencia.

En el preludio electoral quisiera ver quién de los candidatos a la Presidencia entenderá que una forma de romper la ilegalidad de la sociedad mexicana pasa por transformar el comportamiento social alrededor de la movilidad; hacer cumplir la ley en lo básico para luego pasar a lo trascendente. Especulo esce-narios. López Obrador seguramente diría que hará una para ver si queremos o no circular por el acotamiento. José Antonio Meade diría que vamos muy bien circulando por el acotamiento. Y Ricardo Anaya no sé aún qué diría, pero ya que mencionó que hará una campaña audaz, veremos si él puede ver el fósil dentro de la piedra ordinaria.

Necesitamos como sociedad un cambio de sistema, ganarle una batalla al triángulo perverso ilegalidad-corrupción-impunidad. Esa batalla debe ser en un territorio que tenga que ver con prácticamente todos los mexicanos, independientemente del estrato social, que sea fácil de entender y de implementar, que pueda ser discutida y alentada en las casas, en las escuelas, en las oficinas, que exponga a los ojos de los demás quiénes cumplen y quiénes no, que funcione para quienes tienen automóvil y quienes son peatones, que sea ejemplo para los futuros ciudadanos que van en el asiento trasero. Ese territorio es la movilidad; las materias de fondo son ética y civismo.

Sería fenomenal ganarle la batalla a la inseguridad, nada más que si no podemos ganar la pequeña y banal de la movilidad no podremos ganar las mayores. ¿Es audaz creer que un jefe de Estado se preocupará tanto por un tema como la movilidad? Seguramente sí.

La audacia del geólogo es querer encontrar. El cambio sistémico que esperamos está dentro de una piedra de aspecto ordinario.

@eduardo_caccia

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