Creo en la democracia liberal y, por tanto, no me queda otra más que felicitar a López Obrador y su equipo por haber ganado la elección presidencial.
Reconozco la tenacidad del tabasqueño y de varias personas de su círculo más cercano que no cejaron en su empeño por llegar al poder en estos últimos 15 años. Por fin, a la tercera, se le hizo. Y, por el bien del país, deseo que les vaya bien. Mucha suerte. La van a necesitar.
Las expectativas son muy altas. La gente que votó por ellos de verdad cree que este país va a cambiar en poco tiempo para bien. Así lo prometieron. Si no lo cumplen rápido, irán perdiendo apoyo social.
En Francia, el hoy presidente Emmanuel Macron obtuvo 66% de los votos en la segunda vuelta electoral en mayo de 2017. Empezó su mandato con un 64% de tasa de aprobación. Menos de un año después de estar en el poder, había caído al 40%. Y es que, al igual que en México, el candidato antisistémico incrementó, de manera desproporcionada, las expectativas de cambio, las cuales, a la vuelta de la esquina, no pudieron hacerse realidad por la terca realidad.
AMLO tomará posesión en una situación muy complicada. Para empezar, deberá resolver la terrible crisis de inseguridad y violencia que se vive en el país. 2018 será, con toda probabilidad, el año más violento desde 1997 en que empezaron a recabarse estadísticas serias de la criminalidad.
A partir del primero de diciembre, los 55 homicidios dolosos que haya ese día comenzarán a contar para el nuevo sexenio. Dejarán de ser los muertos de Peñapara pasar a ser los muertos de López Obrador. La sociedad, tal y como pudo comprobar el tabasqueño durante su campaña, está enojada por este tema y quiere resultados rápidos. Si no los consigue…
Lo cual nos lleva al siguiente tema, también complicado. AMLO llegará al poder en un ambiente económico adverso para México. Nunca le va bien a las economías emergentes cuando están subiendo las tasas de interés en Estados Unidos. Ya lo estamos viendo en Argentina y Turquía.
Brasil está en la tablita. Agréguese la incertidumbre que todavía existe por la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte. Si no hay un buen manejo de la política fiscal en su primer año de gobierno, la economía mexicana podría desacelerarse. Para López Obrador, sería fatal que el PIB creciera menos en 2019
que en 2018.
Ni qué decir de uno de los temas centrales de esta elección: la corrupción. Sabemos que su solución de limpiarla como se barren las escaleras, de arriba hacia abajo, con el ejemplo de honestidad del Presidente, era pura demagogia de campaña. La realidad será mucho más complicada para extirpar el cáncer de la corrupción gubernamental en México. Si no hacen algo rápido, si comienza a percibirse que no hay resultados reales en el corto plazo, la gente se desilusionará.
Desde luego, como todos los presidentes, López Obrador tendrá su periodo de “luna de miel” con la opinión pública. Muchos mexicanos, aunque no vean beneficios rápidos, lo seguirán apoyando por identificarse con su poderosa retórica. Pero eso tiene un límite. El nuevo gobierno deberá, en algún momento, enseñar que sus resultados son mejores que los del pasado.
El exgobernador neoyorkino, Mario Cuomo, decía que “se hace campaña en poesía y se gobierna en prosa”. Pues bien, llegó el momento de que el lopezobradorismo pase de su eficaz ejercicio poético que cautivó al electorado a la prosaica labor de gobernar un país tan complicado como México. Es hora de soslayar todas las ocurrencias de la campaña para pacificar al país, combatir la corrupción y fomentar un mayor crecimiento económico.
Por mi parte, como lo he hecho ya en tres diferentes sexenios desde que comencé en esta labor de opinar sobre asuntos públicos, apoyaré las ideas que me parezcan positivas y criticaré aquellas que considere equivocadas. Espero, desde luego, que el nuevo gobierno cumpla su promesa de respetar la libertad de expresión.
En este momento en que están celebrando, los conmino a comportarse como demócratas liberales dispuestos a aguantar la crítica. Nadie es dueño de la verdad. Ni ellos ni nosotros. Por eso la importancia de fomentar la pluralidad de las ideas. Gracias a eso, el lopezobradorismo llegó pacíficamente al poder.
Felicidades, mucha suerte y no se olviden, como bien dijo Churchill, que “la democracia es el peor sistema de gobierno diseñado por el hombre con excepción de todos los demás”. Algunos nos encargaremos de recordarlo a lo largo de todo el siguiente sexenio.
Twitter: @leozuckermann