¿Podemos recordar con precisión cosas que nunca sucedieron? La evidencia científica dice que sí. El proceso de lo que llamamos memoria no es como una placa impresa (pensemos en la plana de un periódico) que se queda fija e indeleble dentro de un archivo a la espera de ser consultada cuando queremos recordar algo. Los estudios demuestran que la memoria es un proceso complejo, único y orgánico. Hace unos años se hizo un sencillo experimento dentro de un parque temático de Disney; se le preguntó a la gente (imagen de por medio) si habían visto a cierto personaje. Mayoritariamente respondieron que sí. ¿Qué hay de raro en ello?, se preguntarán algunos, al cabo esos sitios están llenos de botargas amigables. El individuo mostrado era Bugs Bunny, personaje de Warner, competidor de Disney.

A pesar de haber vivido el mismo suceso, mi esposa y yo diferimos en algunas partes de cierto relato, yo aseguro X mientras ella asevera Y (lo sé, me arriesgo demasiado, es mi versión de deporte extremo: contradecirla con aquello que recuerdo, o debería decir aquello que creo que recuerdo). La memoria es como una receta en manos de diversas personas, siempre hay un toque individual que le añade algo y que hace que el resultado cambie. Aceptar la fragilidad de nuestra memoria debería ser una herramienta para construir puentes de entendimiento. ¿Y si no fue así como lo recuerdo? Podría ser una pregunta para la y física.

Recordar la realidad es equivalente a hacer un mapa, somos entonces cartógrafos de la memoria. Nuestro mapa depende de lo que observamos, de nuestras creencias, de lo que creímos haber visto y muchos factores más. Hoy las herramientas satelitales hacen mapas con precisión que hubieran envidiado los navegantes y expedicionarios del pasado. En los anales de la se registran notables pifias cartográficas, invenciones de tierras ignotas y hasta mundos paralelos. Durante siglos el continente de Java la Grande apareció en los atlas y cartografías como la isla más grande del planeta. O qué me dicen de los informes que hubo entre los siglos XV y XVIII sobre la Isla de California, mapas que dibujaban «con precisión» su contorno.

En una de sus recientes conferencias de prensa, el presidente López Obrador se refirió a sus diferendos con el periódico Reforma por «su postura conservadora… es un periódico que surge en el de Salinas… que ha procurado no tocar a Salinas… que no cuestionó el saqueo del periodo neoliberal… que simuló que combatía la … (…) que ayudó en el fraude electoral…». En un video donde Reforma muestra varias planas del periódico se ve claramente lo contrario a lo que el Presidente menciona. Como en tantos ejemplos que prueban que la memoria es falible, la gente considera que lo que recuerda es la realidad.

También hace unos días, el Presidente López Obrador respondió a una ingeniosa pregunta donde le pidieron dar un resumen de sus 100 días de Gobierno, en narrativa beisbolera. En determinado momento dibujó a su equipo contrincante como los fifís, los conservadores. Preocupa que el Presidente de vea que su rival es un grupo que asocia a un periódico en vez de los verdaderos enemigos del país: la pobreza extrema, la desigualdad, la inseguridad, la corrupción, la impunidad, la mala educación, la mediocridad en la visión de futuro y más.

En Construir al enemigo, Umberto Eco escribió: «Tener un enemigo es importante no sólo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor. Por lo tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo». Quizá nos defina mejor: «dime quién es tu enemigo y te diré quién eres». Todos los mandatarios tienen rivales pero ¿se equivoca de enemigo el Presidente mexicano? ¿Demuestran los hechos que sus recuerdos no coinciden con la realidad? Su responsabilidad es grave, la nave México se dirige al territorio que él como cartógrafo ha trazado. Su nivel de aceptación hace que millones crean en su mapa aun cuando sea un plano con territorios que no existen. Como cartógrafo, es creador de realidades, no sólo testigo.

La historia tiene un remedio infalible: cuando el cartógrafo corrige, la realidad mejora.

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