Leo[1] (1) que los bachilleratos mexicanos escamotean de las aulas estudiantiles “contenidos” y “asignaturas propedéuticas”. Quitan “contenidos”, es decir, saberes científicos, humanísticos, artísticos y políticos, para que los mozos sólo afanen ser mercachifles, avaros capitalistas. y , partidos políticos de , se sabe, por ser medianamente, pragmáticamente neoliberales, aplauden la avaricia, la , el lacayismo[2] (2). Quitan “asignaturas propedéuticas”, esto es, gramática, lógica, retórica, para que en las universidades sean los mozos simples palurdos incapaces de entender la semiótica, la lingüística y la hermenéutica, conocimientos imperiosos para arrostrar los avatares tecnocráticos de la modernidad.

Muchos académicos de argamasilla y macromercachifles aseveran que las universidades son antesalas de las empresas nacionales y multinacionales, es decir, centros de lacayismo mental, que es causante de la existencia de esos a los que Lenin llamó “representantes de clase que no piensan”[3] (3). Vivir ayunos de lógica es vivir ayunos de filosofía, de epistemología, de teorías que nos orienten en el mundo material, pero sobre todo en el intelectual. Enseñó Lenin que el proletariado, para ser libre, debe poseer “conocimientos”, “experiencias”, y sobre todo “sentido político”, es decir, filosófico. Quien carece de filosofía (plotiniana, marxista, hegeliana, de la liberación, etc.) padece los estragos del lenguaje popular, sobremanera dogmático, doxológico.

Planteemos ejemplo bíblico, ejemplo de la religión, que es la dimensión humana donde más estragos provoca la ignorancia lógica. El Evangelio según San Mateo, al deliberar el modo de orar correcto, dice (Biblia de Jerusalén): “y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará”. La mentalidad popular, dogmática, víctima de la imaginación y de las argucias del lenguaje, dice Kant que cree que hay límites espaciales y temporales en todas las cosas, y que las cosas son simples, y que vivimos libremente y que Dios, o algún motor primigenio, es causante del mundo en que vivimos[4] (4). Luego, al leer la palabra “secreto” (“κρυπτω” en el texto griego), el pueblo transforma los aposentos de oración en sitios sagrados (“determinismo parcial”, diría Lévi-Strauss), antropomorfiza a Dios (lo simplifica), y conjetura que lo que pide es prudencial y que el mundo es grosero accidente de la divina sustancia[5] (5).

El lector de latines, que lee “videt in abscondito” (Neovulgata), sin filosofía, o teología, al orar imagina “obscuridades” (lo digo al viejo modo) que lo llevan, tal vez, al deísmo ecléctico, o sea, a la idolatría, que es producto del acotar, del simplificar lo abstracto. El lector inglés, que lee “sees everything” (Holy Bible. New Living Translation), al simplificar, al hipostasiar, espiritualiza cualquier objeto, y por eso forja amuletos, animiza piedras, cartas, flores. El ilogicismo, el amor hacia lo hueco, hacia el misterio, hacia las cenizas[6] (6), parafraseando poema de Girondo que ningunea a la muerte, es óbice entre México y la ideología ilustrada, por ejemplo.

Dijimos que la lógica es “asignatura propedéutica”, lo que nos remite a Kant. La lógica, dice Kant, es la “propedéutica de las ciencias”. O en alemán dicho, es la “Propädeutik der Wissenschaften” (KrV, B76). Hay, dice Kant, variopintas lógicas, y distingue la “general” y la “particular” o “científica” (B76). La lógica “general”, o “Logik des allgemeinen”, sólo ostenta las genéricas reglas de los pensamientos (“Denkens”), y puede denominarse “lógica elemental”, “Elementarlogik”. Nadie, ni los matemáticos, vive únicamente basándose en la “lógica general”. Esas genéricas reglas (generalizar, particularizar, adjetivar, conjeturar, inferir, etc.) regulan los datos de aquello que nos circunda, y si tales datos no son naturales (Marx diría que no existen datos naturales), sino elaboraciones de tal o cual ideología, la lógica “general” acaba siendo lógica ideologizada.

La lógica particular, o científica, o “des besonderns Verstandesgebrauchs” (“particular uso del entendimiento”), ostenta las reglas que objetos precisos, como átomos, astros, animales, sean panistas o priístas, o vegetales, imponen al pensamiento, y puede denominarse “Organon”. Pensar es conceptuar, enjuiciar e inferir. Cada filosofía describe o conceptúa de modo diferente. La filosofía aristotélica, verbigracia, conceptúa esencias, y es esgrimida por el cristianismo. La filosofía empirista, recordemos, realiza descripciones basadas en datos sensoriales, y es instrumento precioso para el pragmatismo estadístico. La filosofía kantiana, pensemos, conceptúa momentáneos fenómenos, representaciones fugaces, y en los países hispanos es tenida por subjetivismo. La Filosofía analítica, meditemos, describe proposiciones, desdeña las falaces, y es embrazada para anular toda sutil disputa metafísica[7] (7). La filosofía capitalista, señalemos judicialmente, es mezcla de adocenado empirismo y utilitarismo clasista, y sostiene que el ser humano nació para actuar (“born to action”, dice Hume al caracterizar cierta secta de filósofos voluntaristas) expansivamente, para ganar botines[8] (8).

Cada filosofía, así, es un paradigma. El paradigma astronómico, p. ej., que estudia analíticamente movimientos, velocidades, fuerzas físicas, es inútil al escrutar plantas, y el biológico, que estudia sintéticamente procesos genésicos, ecosistemas, fuerzas vitales, es inútil al escrutar astros. El paradigma mercantilista que se propaga en los bachilleratos mexicanos, por cierto, es útil para desbrozar dialécticas fecales. Entreverar adormitadamente paradigmas, o lógicas científicas, o la lógica general con las científicas, causa sensualismos, dogmatismos, misticismos, espiritualismos, etc.[9] (9). En la lógica general los meros pensamientos (aritmética, geometría, alma, humanidad, dioses) son objetos. Luego, números y sociedades, alma y cuerpo, o humanidad y geografía, o dioses y fe (fe en sentido psicológico), se yuxtaponen causando síntesis irreales.

La literatura de Shakespeare dispensa lumínico ejemplo de tales síntesis. Dice Himeneo (As You Like It, acto V, escena IV): “Then is there mirth in Heaven,/ when earthly things made even/ atone together”[10] (10). El PRI, el PAN, “neoliberales de provincia”, al quitar lógica y gramática, saberes idóneos para el consenso de la gente (“consensus gentium”) y estorbos para el egoísmo espiritualmente ensalzado (en lógica es inútil opinar, y en gramática es menester parlar elegante, claramente), causan que las masas, en pleno siglo XXI, concilien dialécticamente, ilusoriamente, el cristianismo, las cosas del cielo, y el hedonismo orgiástico y el individualismo, cosas terrestres[11] (11). En las doradas letras de Ruiz de Alarcón hay ejemplo ilustre del pensar lógico, es decir, que ha soslayado las ilusorias síntesis metafísicas. Dice doña Ana (Las paredes oyen, acto I, escena XIX): “¿Qué importará que el Destino/ quiera, si no quiero yo?/ Del Cielo es la inclinación:/ el sí o el no todo es mío;/ que el Hado en el albedrío/ no tiene jurisdicción”. Los , sin lógica y filosofías críticas, creen que el mercachiflismo es virtud celestial, y sin albedrío sudan tres, cuatro décadas, sólo para allegar las materias que la clase dominante arbitra.

Toda lógica afana lo perdurable, no lo efímero, y que lo perdurable sea discernible, y por tanto expresable, es decir, condigno de orden. Pero las mercancías, hoy, son antípodas de ello. Son persuasiones mitológicas. Las mitologías sólo persuaden a los irracionales. Luego, el fomenta la irracionalidad. Las mercancías, para el ciudadano de razonamiento científico, deben ser objetos que aderecen la naturaleza humana, pero para el ciudadano de razonamiento general o acientífico deben ser groseros artificios concordantes, digamos, con los paisajes urbanos. Las mentalidades acientíficas, que todo lo tratan con la lógica general o con lógicas disfrazadas de “sentido común”, ignoran la procedencia de los paradigmas que portan en la memoria. Al captar objetos, p. ej., o conjuntos de notas compuestos por sustancias, formas, causas, fines, y por relaciones con otros objetos, siendo empiristas mucho atenderán la forma y el fin (utilitarismo), y poco las causas y las relaciones (igualitarismo), y siendo quimistas mucho atenderán las sustancias y nimiamente las relaciones. Los juicios sobre tales objetos, así, no provendrán del afán de objetividad estética, sino de la subjetividad sensorial, del “gusto”[12] (12). La arqueología, así, que es parte fundamental de mundo, es regulada por la frase shakespeariana: “As you like it”.

Adam Theron-Lee Rensch[13] (13), sustentado en razonamientos facsimilares a los nuestros, ha notado también que hoy es abigarrada faena sensorial e intelectual distinguir obras de arte y mercancías. Las masas sin filosofía, sin lógica, profieren juicios (“judgments”), dice recordando a Kant, no estéticos (“aesthetic”), no objetivos (interpretaciones), sino gustosos (“agreeable”, meras reacciones estimúlicas), lo que causa que todo objeto, para ser persuasor, se mercantilice (“commodification”). La propaganda que tozudamente inocula mercancías en el desaforado magín de las masas es, nótese, no conjunto de raciocinios orientados al entendimiento humano, sino vulgar conglomerado de estímulos orientados a impresionar el sensorio de las muchedumbres.

Poco importa al populacho acientífico que los objetos sean conceptos (“ens”), o realidades (“rem”) cualificadas lógicamente (“aliquid”), o que sean únicas (“unum”), veraces (“verum”) y benéficas (“bonum”), esto es, poco le importa la trascendentalidad de las cosas. Por eso compra, a decir de Theron-Lee, lo que es “cualquier cosa para cualquiera y para todos” (“be anything for anyone and everyone”). Automóviles, champús, camisas, etc., son mercancías envueltas constantemente en cuatro mitologías, a saber: de la esencia (champús o cremas que estimulan la quiddidad), de la cualidad (olores que atraen doncellas, afeites que atraen tunantes), de la causalidad (licores superiores sólo por ser cribados en México o en Cuba) y de la probabilidad (títulos universitarios, vías hacia la gloria.). El valor de cambio (“exchange value”), con tales subterfugios propagandísticos se confunde con el valor de uso (“object´s use”) y se vuelve valor de uso falsario.

Concluyamos. Theron-Lee asevera que las obras de arte mercantilizadas y las mercancías estilizadas son metidas siempre en las perennes tramas (las supradichas mitologías), en harto trillados estilemas (“packaged plots and recycled narrative tropes”), quehacer funesto que impide la autonomía estética. Imposible de toda imposibilidad es ser estéticamente autónomos antes de ser lógicamente autónomos. La lógica y la matemática son las formalizaciones de lo empírico. Sin formalizar lo perdurable, sin discernimiento intelectual, sin expresividad oral y escrita, esto es, sin orden lógico y estético, o por mejor decir, científico y artístico, cualquier mercancía amorfa, cualquier ideología o partido político oportunista (PRI y PAN), parecerá símbolo o dogma religioso.-

[1] Se precarizan contenidos en Bachilleres, dice sindicato, anotación breve de César Arellano (La Jornada Veracruz, 4 de junio de 2019).

[2] PRI y PAN, según refieren los libros de mexicana, tanto clásicos como modernos, son partidos políticos de traidores que han regalado y vendido la patria al extranjero. El miembro del PRI y del PAN es, en palabras de Brecht (Der politische Analphabet): “Betrüger, korrupt, Lakai der nationalen und multinationalen Unternehmen”.

[3] Cfr. La enfermedad infantil del “izquierdismo” en el comunismo (Obras escogidas, tomo II, Ediciones en Lenguas Extranjeras, Moscú, 1948).

[4] Cfr. la “Kritik der reinen Vernunft”, de Kant. Acuciados por los intereses morales, religiosos, prácticos, o “praktisches Interesse” (KrV, B 494), los hombres son dogmáticos, acríticos, dice Kant. Pero el mundo actual, por desventura, ya no puede arrostrarse con bondad, pero sí con ciencia.

[5] La Historia de los heterodoxos españoles, del doctísimo, meritísimo, sapientísimo don Marcelino Menéndez y Pelayo, es brega descomunal contra los vestiglos resultantes de las descriptas antinomias.

[6] Acádemicos que por desgracia oigo dicen aquende, allende, que es baladí la ciencia y la erudición, y que lo de fuste es ser pedagogos moralmente ejemplares. Supe merced al arte de preguntar que los que tamaños dislates profieren son laudatores del PRI y del PAN y enemigos de . El humanismo, en manos de pequeñoburgueses, es loa al individualismo, al egoísmo ramplón.

[7] “Die Tatsachen im logischen Raum sind die Welt”, dice el Tractatus logico-philosophicus, de Wittgenstein.

[8] “Gain”, en inglés, se relaciona con “booty”, que se relaciona con “body”, cuerpo, masa, volumen.

[9] Muchos son los estudiantes universitarios (BUAP, UPAEP, UMAD, UNIMEX, etc.) que me dicen que la “mente” es capaz de “atraer” cualquier objeto. ¿Qué afanan atraer con la mente? No muertos, héroes o fuerzas, sino casas, automóviles, camisas. ¿México será país primero, y no postrero, con gente de tan mítico, mágico, primitivo jaez?

[10] Leer, comprender las metáforas de Shakespeare exige conocer minuciosamente las sagas (de «sagen», en inglés «say», decires crónicos, dramáticos, de biografías de islandeses) de Islandia, la Biblia del Rey Jacobo, y además los libros de Plutarco y las crónicas de Holinshed, y además a Montaigne. Shakespeare, como todo primitivo o artista, es regido por la imaginación mitopeica.

[11] Los que en la Muerte creen (también denominada “Santa Muerte”, “Santísima Muerte”, “Flaquita”, “Madre”), refiere investigación sociológica realizada por alumnas mías (en el “Mercado Malibrán”, de Veracruz, Ver.), afirman que existen fuerzas malignas, terrestres, y benignas, celestes, y al mismo tiempo creen en Dios y en el Destino, y también que los santos representan parcelas de la naturaleza (hay santos para allegar dinero, lluvias, amor, odio, sol). Tales eclécticos, refiere la investigación, antes de deprecar a la Muerte solicitan la autorización de Dios. ¿No dice la Biblia, preguntan las alumnas, que no es permitido adorar dioses ajenos, “deos alienos”? La investigación citada llámase “La Muerte de Lógica”, y fue realizada por Renee Barradas, Ashly de la Trinidad, Joselyn Alcalá y Vanesa Madrid, alumnas de la Facultad de Mercadotecnia de UNIMEX (Veracruz).

[12] “Taste”, palabra relacionada con “touch”, del latín “tangere”, lo tangible. Lo geométrico, que es fuente no tangible de lo bello, es deleznable en el arte contemporáneo, donde vale más la impresión y la impostura que el concepto y la politización.

[13] Ver The Customer is Wrong: The Commodity and The Work of Art, en Los Angeles Review of Books (5 de junio de 2019).

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