En una ocasión enloquecí y decidí competir para ser comisionado del Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI), preparé una comparecencia de buena calidad mostrando los alcances que podía tener un organismo del Estado, me dedique a visitar senadores y convencerlos de mi integridad personal que se había traducido en una fructífera actividad académica, hasta que llegue con un senador, al que por cierto le estoy agradecido, quién me dijo:
“No te engañes, esto es un reparto entre partidos”.
Ahí terminó mi campaña y desgaste personal.
Acepto que vi directamente los niveles de traición, engaño y cortedad de miras políticas en diversos terrenos, lo que nunca hubiera leído en un libro de ciencia política. Aunque los apoyos que tenía en el PRI y PRD parecían sólidos, faltó la recomendación en Los Pinos que me ubicara en la cuota correspondiente entre partidos y me colocara en el Instituto.
Así de autónomo es el organismo autónomo.
Un colega que se dice el mejor politólogo del país intentó lo mismo en el IFE y tuvimos el siguiente diálogo:
– ¿Quién te apoya?
– Nadie
– Entonces no vas a ser
Y no fue.
Y es que no se trata de crear organismos dirigidos por personas con elevada calidad personal y profesional, sin los apoyos (padrinazgos) adecuados no se llega a ningún lado, porque se trata de colocar a los personeros de los partidos políticos y del poder para que no contravengan los deseos y equilibrios que le interesan a los políticos. Así un presidente del IFE fue colocado por la líder del SNTE y el actual presidente del INE llegó después de visitar Los Pinos.
Así de autónomo el organismo autónomo.
Y así podemos recorrer los organismos autónomos que brotaron como hongos de la mano de los personeros del régimen autoritario.
Que quede claro que el hecho de ser propuesto o colocado por un partido no descalifica de entrada a todos los que han pasado por las filas de esa burocracia dorada, pero podemos sospechar que aún los altamente calificados respondían a los intereses de quién los promovió.
El gobierno se vio obligado a crear el Instituto Federal Electoral para tratar de neutralizar el enorme desprestigio del fraude electoral de 1988, pero lo hizo cuidando muy bien que quién lo formara estuviera bien alineado con el poder. Eso explica que Woldenberg fuera el primer presidente del IFE por presión del grupo (A)Nexos muy ligado a Salinas y de un pariente suyo muy cercano al poder. Por eso el IFE avala la quema de las boletas de la elección para que a ningún historiador se le ocurriera analizar los datos duros del fraude electoral.
Los organismos autónomos son una creación genial del autoritarismo mexicano. Por un lado, simulan la ciudadanización de organismos que supuestamente controlan/limitan al poder político, le arrebatan a la sociedad la posibilidad de organizarse y actuar frente a los abusos y excesos del poder político, porque ya hay ahí una representación “ciudadana”; agravan la despolitización ampliando los espacios de acción facciosa de los políticos; reforzaron los elementos de negociación secreta entre los políticos generando un nuevo terreno de entendimiento entre los partidos políticos que se repartieron la nueva representación social; y generaron una enorme burocracia dorada, con un gigantesco peso sobre la hacienda pública, y de paso abrieron un nuevo canal de corrupción y manejo opaco del dinero. La queja contra el CONEVAL es la inflación de plazas y pago de rentas millonarias.
Sería bueno revisar bien las cuentas del INE y conocer si alguien se lleva una buena mochada por el gasto en credenciales e instalaciones electorales (casillas, urnas, papelería, etc.). Menos mal que alguien logró frenar el deseo megalómano de construir una torre de oficinas que tendría un costo multimillonario. ¿Acaso fuente de mochada?
Es conveniente revisar eso de los organismos autónomos para revisar si en verdad cumplen con su objetivo, en caso de no haberlo logrado o en caso de haberlo logrado, disolverlos para que la sociedad se encargue de realizar esas tareas.
De paso, sería útil liberar las trabas contra la filantropía para que la sociedad se encargue de sostener a las Organizaciones No Gubernamentales (ONG), que hoy mantiene el gobierno, aunque se llamen Organizaciones de la Sociedad Civil (OSC). Si son de la sociedad civil que esta las sostenga.
La sociedad maduró. Entendió que puede sobreponerse a los fraudes electorales y entiende que puede revisar temas ambientales, fiscales y de buena administración. Es hora de liberar la posibilidad de inspección quitando de enmedio las trabas creadas por el autoritarismo para desalentar la participación ciudadana, y de paso, redirigir el dineral que nos ahorraremos a gasto de salud y educación, dónde seguramente harán mucho mejor.