En la retórica, el proyecto ideológico de  es antineoliberal. No así en los hechos. El Presidente ha mantenido importantes elementos del neoliberalismo comenzando con la joya de la corona, lo que mejor funcionó cuando comenzó a modernizarse económicamente en el sexenio de Miguel de la Madrid: la apertura comercial, en particular el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá. Agrego dos elementos más que López Obrador ha respetado del proyecto neoliberal: la disciplina fiscal y el respeto a la autonomía del banco central.

No obstante esta relativa continuidad, la economía mexicana está paralizada. Esto se debe a la falta de una narrativa gubernamental de por qué hay que invertir en México. El Presidente habla de la erradicación de la como un incentivo para la inversión privada. No dudo que para muchos empresarios esto sea atractivo. Pero los datos demuestran que hay más dudas que emoción por arriesgar dinero en nuestro país. Y eso me lleva al argumento que quiero hacer hoy: no hay narrativa porque no existe un proyecto ideológico.

Queda claro que el lopezobradorismo quiere destruir muchas de las instituciones que se construyeron en el pasado. Queda claro que esto es para reconcentrar el poder en la oficina presidencial. Lo que no queda claro es cuál es el objetivo último de este ejercicio. Muchos piensan que es un simple y vulgar tema de concentración de poder por sí mismo. Es una buena hipótesis que se complementa con otra: que López Obrador no tiene claro qué quiere construir en lugar del neoliberalismo.

Es tan evidente la falta de una alternativa ideológica que ni siquiera le han puesto nombre a su proyecto. Tentativamente lo llaman como “posneoliberalismo”. ¿Qué es eso? ¿Una nueva forma de comunismo, socialismo, liberalismo, capitalismo, bolivarismo o —del muy mexicano y priista— nacionalismo revolucionario?

¿Es un proyecto más individualista, como el neoliberalismo, o colectivista, como el socialismo? ¿Quieren privilegiar al mercado como instrumento para asignar los recursos escasos o al Estado como planificador del desarrollo económico? ¿Van por una mayor intervención del sector público en la economía? ¿De dónde van a sacar los recursos?

En varias ocasiones, AMLO ha dicho que, a partir de su llegada al poder, la estará por encima de la economía, que el Estado prevalecerá sobre el mercado. Esto suena más a colectivismo que a individualismo, más a planificación económica que a libertad. Y claro que se vale. Pero que lo digan. Que, con toda claridad, definan que por ahí va su proyecto ideológico.

Las grandes ideologías se van desarrollando a partir de las ideas de grandes pensadores. Los liberales —inspirados en Aristóteles, LockeSmithHayek y Friedman— creen que lo mejor para una sociedad es respetar las libertades individuales y la economía de mercado. Los estatistas —inspirados en Platón, HegelMarx, Lenin Mao— creen que la justicia e igualdad social se logran a partir de formas de asociación colectivas con una economía diseñada racionalmente por el Estado. Dentro de estas dos grandes opciones hay, desde luego, grandísimas diferencias de grado. Lo que sería interesante es saber en quiénes se inspira más López Obrador para su proyecto.

La buena noticia es que el Presidente ya anunció que publicará un libro el primero de diciembre para “dar respuesta a todas las interrogantes y definir el nuevo modelo”. Anunció que se titularía La economía moral, pero ya reculó porque existe una obra con ese título. “Estoy pensando ahora en el nuevo. Me está gustando ponerle La moralización de la economía, puede estar bien, o lo otro podría ser La economía inmoral”. Reiteró que “la idea continúa siendo demostrar cómo el neoliberalismo no tomó en cuenta variables como el bienestar y el combate a la corrupción en su modelo económico”.

El libro estaría incompleto si, de nuevo, se dedicara a criticar al neoliberalismo. Dicha diatriba ya está muy clara en su pasada obra, 2018: La salida. Lo que urge es que AMLO defina cuál es su alternativa al neoliberalismo. Si piensa seguir implementando o no algunas de las políticas públicas de ese proyecto (libre comercio, disciplina fiscal, autonomía del banco central).

Qué piensa construir cuando acabe de destruir lo que, para él, no sirve. Es muy fácil echar abajo las instituciones de un régimen, pero muy difícil edificar uno nuevo. Los mexicanos queremos saber qué pretende construir, incluyendo los inversionistas que, hoy por hoy, ante la falta de definición, no están arriesgando su dinero en México.

 

Twitter: @leozuckermann

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