De la lectura de Noah Harary y Johnatan Kirsch se puede concluir que el hombre hizo a dios a su imagen y semejanza, lo que por supuesto no habla bien de los dioses porque el hombre ha demostrado ser un ser despreciable. Así que si un político acude a los dioses para ayudarse a gobernar, flaco favor se hace a sí mismo y a los dioses.
Si usted se interesa en la literatura atea puede leer a Christofer Hitchens (God is not Great) quién paciente y eruditamente demuele a las religiones.
No obstante el trebajo brillante de varios académicos, muchos se aferran a la noción de que dios creo al mundo, siguiéndolo se prohíbe comer ciertos animales, aunque dice Hitchens que si es tan perfecto debió haber creado animales perfectos, pero eso es algo que debe interesarle a los creyentes, los otros comen lo que quieren.
Debemos reconocer que los agnósticos y ateos son los menos en este mundo y es tal el poder de la religión y sus iglesias, que de la mano del poder político le dieron forma a los sistemas de opresión, aún a los que se dicen democráticos y a los que crearon religiones alternativas basadas en la negación de dios para crear a sus dioses. La secularización del poder político entonces, es el equilibrio inventado entre el poder político y las iglesias y se concentró en la noción de que el Estado debía ser laico. Noción interesante pero que no se cumple.
Wikipedia dice: “laico es la corriente de pensamiento que defiende la existencia de una sociedad organizada de forma independiente a cualquier confesión religiosa”; pero va más adelante y apoya lo que podría ser una confusión al agregar que laico, “es el fiel de la Iglesia católica que no es miembro del clero; y la congregación laica, es una congregación religiosa que no depende de la jerarquía católica”. O sea que es la religión que se contiene y desborda a sí misma, según convenga a las necesidades de poder.
Las asociaciones de ultra derecha son laicas pero actúan en contubernio con el obispo para hacer sus maldades, incluido el asesinato, y no es que el obispo mande matar a alguien (aunque los Papas parece que si lo hacían y se sospecha que más de un Papa ha sido envenenado), pero si muere alguien como resultado de la autorización al grupo, entonces nadie puede aducir inocencia a partir de no saber.
Aún si hay un Estado separado formalmente de la religión, esto no implica que los miembros del Estado lo estén, aunque para los puristas se vale que el político vaya a misa, pero en domingo, cuando supuestamente no ejerce de político. Luego entonces, qué sucede si un miembro del Estado declara su creencia religiosa: nada. El problema surge si ese mismo político usando su poder trata de imponerle sus creencias a los demás o modificar las políticas del Estado en base a las creencias religiosas, situación que vemos con los ayatolas, o con la derecha que trata de imponer aquello del diseño inteligente en el curriculum escolar, así que si aceptamos la tesis de que dios hizo al hombre a su imagen y semejanza y el ser humano es despreciable, cruel y capaz de las peores bajezas, poco de inteligente tiene tal diseño.
¿Qué pasa si un político nos hace discursos de amor y paz en base a las doctrinas de su iglesia?: Nada. Lo más pertinente es tomarlas como llamadas a amar al prójimo, a final de cuentas en nada nos afecta que nos avienten buenos deseos. Si usted quiere creer en esos dioses, avante, crea en lo que se le de la gana, pero en pro de la democracia, no trate de hacerle creer lo mismo a todos, respete el derecho a no creer o a creer distinto.
Cuándo un gobernador se va al Vaticano a saludar al Papa, o un presidente se arrodilla ante el Papa no obstante que el prelado visita al país en su condición de jefe de Estado, u otro construye una capilla en la residencia presidencial, no agreden al Estado laico, sino simplemente usan y abusan de recursos públicos para fortalecer su fe. Esto es peculado y se castiga con cárcel. Lo correcto es que hubieran usado su dinero para financiar las necesidades de su fe sin que lo pagara la sociedad. El arrodillamiento de Fox responde a su falta de dignidad y falta de entendimiento de lo que implica ser jefe de Estado, pero lo que la naturaleza no da, Salamanca no lo presta.
Muchos de los que hacen ruido ante una declaración religiosa presidencial, no obstante compartir las creencias religiosas de los políticos, se dicen ofendidos porque supuestamente están defendiendo al Estado laico, en realidad defienden a algo que no ha sido atacado y tiran una piedra para ver si descalabra, pero la lanzan con tanta debilidad que la piedra ya no llega.
Así que Amor y Paz, ya sea la hippie de los 1960s o la de cualquiera que busque una sociedad pacífica y con armonía.