La modernización del Acuerdo Global entre y la (UE), en vigor desde 2000, debe concretarse para diversificar mercados y aprovechar oportunidades frente a un contexto de proteccionismo global, coincidieron este sábado funcionarios, académicas y consultados por Efe.

El acuerdo, que se renegocia desde 2013, debe modernizarse para reflejar las prioridades actuales de ambas regiones, sobre todo en un momento en el que México tiene relaciones «un poquito más difíciles con su vecino del norte», argumenta Jean-Pierre Bou, encargado de Negocios de la delegación de la Unión Europea en México.

«Claro que siempre tendrá un papel fundamental en las relaciones exteriores de México, en particular a nivel comercial, pero es muy importante subrayar que este acuerdo comercial modernizado ofrece una gran oportunidad de diversificación a México», explica Bou, a punto de cumplirse 20 años del acuerdo.

Aunque se alcanzó un acuerdo político en abril del año pasado, el funcionario europeo aclara que faltan detalles técnicos para renovar el Tratado de Libre Comercio entre la Unión Europea y México (TLCUEM) -que forma parte del Acuerdo Global- en concreto, que los Gobiernos estatales y locales mexicanos abran sus compras públicas a las empresas europeas.

El acuerdo, que podría firmarse de forma definitiva el próximo año, incluye aspectos no contemplados hace dos décadas, como el cambio climático, la digital y la liberalización del 99 % de los productos alimenticios mexicanos, añade Paolo Caridi, jefe de la Sección Económica y Comercial de la Unión Europea en México.

Pese a descartar «preocupaciones» de Europa, Caridi señala que sí hay temas en los que México debe trabajar, como en la facilitación comercial a través de la digitalización del papeleo aduanero y en la uniformación «más profunda» de las reglas fitosanitarias y agrícolas.

«El otro tema que me parece natural que va a requerir también bastante trabajo es el capítulo de lucha contra la corrupción, donde para nosotros también, para la Unión Europea también, es la primera vez que tenemos este capítulo. Entonces toda la parte de implementación, yo creo que sí va a requerir mucho trabajo», menciona.

El acuerdo existente ha sido «un éxito», según Caridi, porque en los últimos 18 años el intercambio comercial se ha multiplicado en dos veces y media.

El proceso para la entrada en vigor del acuerdo final es «larguísimo» y no está exento de riesgos políticos, advierte Lorena Ruano, profesora investigadora del Centro de Investigación y Docencia Económicas (CIDE) de México.

«Podría haber sectores que se opongan porque ciertamente los partidos verdes en algunos países han adquirido mucho peso y el actual mexicano no tiene unas credenciales muy verdes, que digamos, (por) su política energética. Y ahí podría haber un punto», opina.

Después de la firma final del texto, podría tardar dos o más años en entrar en vigor porque requiere el aval del Consejo Europeo, la aprobación en el Parlamento Europeo y la ratificación individual de los Estados miembros, precisa Ruano, especialista en relaciones entre América Latina y Europa.

La modernización se ha alargado porque faltaban definir «muchos aspectos técnicos» que dependían del nuevo Tratado de México, Estados Unidos y Canadá (T-MEC), aunque ya «se han ido solventando», aclara la investigadora.

Además, añade, un tema esencial era la protección de de la UE en territorio mexicano, que ahora consistirá en un solo acuerdo bilateral entre el Gobierno mexicano y la Unión Europea, en lugar de múltiples acuerdos con países individuales.

«Otro punto importantísimo es la falta de seguridad y los problemas de derechos humanos que hay en México, como en la vez anterior, y ahora son todavía más graves. Y la falta de Estado de derecho y la inseguridad. Entonces eso sí podría (afectar), dado que tenemos bastante mala imagen en el exterior», apunta Ruano.

La renegociación del acuerdo «se ha alargado» más tiempo del que los empresarios mexicanos esperaban, percibe Fernando Ruiz, director del Consejo Mexicano de Comercio Exterior (Comce), quien reconoce que «falta mucho» para aprovechar el tratado comercial de forma adecuada.

«No lo hemos aprovechado como debiéramos. Pero, sin embargo, hemos pasado de ser un proveedor, para algunos países, solamente de petróleo y hoy exportamos ya algún tipo de manufactura», indica.

México exportó a la UE, en 2018, productos por un valor de 26.000 millones de euros e importó 39.400 millones de euros, de acuerdo con los últimos datos de la Comisión Europea.

México ha pasado de exportar materias primas e hidrocarburos, comenta Ruiz, a proveer automóviles, autopartes, computadoras, máquinas para el manejo de datos, minerales como el oro y hasta cerveza.

«Creo que va a ser la parte de industria alimenticia (la más beneficiada) tanto para productos frescos, como para alimentos procesados, porque se está profundizado la preferencia que teníamos en el anterior en los cupos», agrega.

Tanto el Comce como la Unión Europea descartan el peligro del proteccionismo al coincidir en que, tanto México como los países europeos, tienen una visión común de libre comercio.

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