Siempre vivimos tiempos de posibilidades, sólo que ahora las vivimos más. Bajo el acrónimo ASPO (Aislamiento Social Preventivo y Obligatorio) se ha gestado una iniciativa editorial con fecha de caducidad: durará mientras se viva en cuarentena. De ellos ha caído en mis manos Sopa de Wuhan, volumen digital con una magnífica portada diseñada por Pablo Amadeo, en la que varios rostros de murciélagos acechan al potencial lector. Es una compilación de ensayos filosóficos (con autores de varias nacionalidades) alrededor del Covid-19, «un punto de fuga creativo ante la infodemia, la paranoia y la distancia lasciva autoimpuesta como política de resguardo ante un peligro invisible».

Invisible a los ojos comunes, sí, diría yo; inexistente, no. Se trata de un conjunto de mentes disidentes que en general atribuyen la pandemia, en voz de Franco Berardi, a «condiciones que fueron creadas por el neoliberalismo, por los recortes a la » en la que «podríamos salir de ella con un gran deseo de abrazar: solidaridad social, contacto, igualdad». En el cierre de su intervención, el filósofo italiano remata: «El virus es la condición de un salto mental que ninguna prédica política habría podido producir. La igualdad ha vuelto al centro de la escena. Imaginémosla como el punto de partida para el tiempo que vendrá».

Más allá de la ideología que mueve a las reflexiones y dejando atrás Sopa de Wuhan, parece haber un consenso en que la pandemia creará una nueva normalidad a la que nos adaptaremos. Esta sacudida abre grandes posibilidades de transformación, algunas ya visibles: Seat reconvierte piezas automotrices para fabricar respiradores, Mabe imprime en 3D una válvula doble para que un respirador sea usado por dos pacientes compatibles, Grupo Modelo fabrica y reparte gel desinfectante.

Brota, como contagio colectivo, una actitud solidaria digna de aplauso. Grupo Posadas ofrecerá hoteles para que el personal médico, duramente exigido, tenga un descanso merecido. Cuidar a quienes nos cuidan o simplemente cuidar porque podemos, como lo muestra una foto: en algún edificio de alguien ha dejado una nota, testimonio de esperanza en la humanidad: «Para las personas mayores que viven en este edificio y no pueden salir a comprar, somos las vecinas de la 3ª planta, puerta 31 y nos ofrecemos a hacer los mandados de manera solidaria y gratuita». Lo mismo puede decirse de plataformas ciudadanas como «México vs Covid-19» que ya agrupa a cientos de voluntarios y próximamente lanzará «Coin Covid» moneda de cooperación y servicios sociales.

Asalta, sin embargo, un dilema: ¿de qué nos servirá estar sanos en una muerta con consecuencias sociales más devastadoras que las producidas por el virus? ¿Podríamos provocar más daño con la medicina que con la enfermedad?, ¿preferimos menos muertos ahora pero más pobreza y más muertes después? El confinamiento debe tener un límite. Concuerdo con mi padre: «Si la economía colapsa, el sector salud colapsa, pero si el sector salud colapsa, la economía no necesariamente colapsa».

La medida más razonable parece ser la que pueda cuidar de la salud y de la economía ¡al mismo tiempo! (entendiendo por economía el sustento de millones de familias). Uri Alon (investigador, físico teórico y profesor en biología de sistemas), del prestigiado Instituto Weizmann en Tel Aviv, propone un «confinamiento inteligente». A través de un modelo matemático, sugiere varios modelos, uno de ellos implica cuatro días laborales y diez de confinamiento, para que respire la economía y la gente tenga un descanso psicológico. Los científicos de cada país deberían evaluar seriamente este modelo que busca situar el ratio de infección por debajo de 1.

Posibilidades es el nombre del juego ahora, pensar lo no pensado y repensar lo pensado, como diría el gran David Konzevik. El inmediato ya demanda soluciones, productos y servicios que no hay; veremos una racha de invenciones aceleradas. Si eres director de finanzas en una empresa mediana y te quedas sin chamba, probablemente puedas ser ahora un «Fractional Finance Chief» para varias micro y pequeñas empresas, ninguna de ellas podría pagar tu sueldo completo pero una fracción de éste, sí. Bienvenido tu nuevo yo.

¿Quieren una certeza? ¡Posibilidades, tenemos posibilidades!

@eduardo_caccia

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