Ya lo sabemos: a López Obrador le gusta la pelea. Cada día, en su conferencia matutina, encuentra a un supuesto villano que atacar. Le encanta. Ahora, de nuevo, les tocó a los empresarios.

El Consejo Mexicano de Negocios (CMN), la asociación que agrupa a los empresarios más grandes del país, consiguió que el Banco Interamericano de Desarrollo (BID) otorgara una bolsa de tres mil millones de dólares para repartir préstamos a micro, pequeñas y medianas (mipymes). Esto con el fin de darle liquidez a estos negocios, que son parte de las cadenas de valor de las grandes. En la medida en que se vayan prestando y pagando los préstamos, de manera revolvente se podrá acceder hasta cuatro veces a los recursos iniciales, es decir, la bolsa podría alcanzar los 12 mil millones de dólares en el año.

El esquema está bien pensado. Las mipymes podrían conseguir el pago de sus facturas que tienen con los grandes (el llamado factoraje) y obtener, de esta manera, recursos para seguir operando, en lugar de quebrar por falta de liquidez. El dinero del BID también serviría como garantías a bancos que decidan realizar factoraje con las mipymes. Con ello se asegura que las cadenas de valor se mantengan en estas épocas de pandemia.

Según la prensa, el representante en del BID, Tomás Bermúdez, aseguró que el esquema tenía el aval de la Secretaría de Hacienda, el socio formal de México en este banco internacional.

Hasta ahí, todo bien.

Sin embargo, al día siguiente, llega el Presidente a su conferencia y le preguntan al respecto. Mal informado, pero con ganas de pelea, López Obrador piensa que es un crédito para endeudar al sector público y transferirlo a las empresas: una especie de Fobaproa. Y se lanza no sólo en contra del esquema y de los empresarios, sino que descalifica, una vez más, a su Secretaría de Hacienda:

“Ese aval no podemos nosotros otorgarlo, porque no queremos endeudar al país y queremos rescatar primero a los más necesitados […] además no me gusta mucho el modito de que se pongan de acuerdo y quieran imponernos sus planes. Si ya no es como antes, antes el poder económico y el poder político eran lo mismo, se alimentaban, se nutrían mutuamente; ahora ya no, ahora el representa a todos, hay una separación entre poder económico y poder político. Entonces, ¿cómo que se hace un acuerdo y que ahora Hacienda lo avale? ¿Y qué? ¿Nosotros estamos aquí de floreros, de adorno?”.

Continúa la perorata de  en contra del villano favorito, el neoliberalismo. Califica el esquema crediticio del CMN como un acto de prepotencia. “No es pleito, no es confrontación, o sí, es confrontación de ideas, por el bien de todos, porque a nadie de los que estamos aquí, de los que están viendo, les va a gustar que apliquemos un Fobaproa II, a ver si la gente quiere que el gobierno se endeude para rescatar a un grupo”.

Nótese la admisión presidencial de que esto sí es una confrontación con el sector empresarial que, frente a la inacción del gobierno federal, está buscando opciones para evitar la quiebra de empresas y la disrupción de las cadenas de valor.

Pero ayer, en la conferencia, hubo más. El Presidente prometió que, cuando termine la actual coyuntura económica por el coronavirus, se va a tener que revisar el esquema de las afores “que se hizo en el periodo neoliberal de privatizar los ahorros, las pensiones de los trabajadores […] hay que buscar una solución porque si no se actúa, los trabajadores, sobre todo los que se van a empezar a jubilar a partir del 2024, van a recibir menos de lo que ahorraron. Eso es un tema preocupante; por ejemplo, eso requiere de un rescate”.

¿Y quién va a apoquinar para dicho rescate? ¿Acaso no estarán pensando en los patrones?

Súmese a esta “confrontación” la participación, ayer, de la secretaria del Trabajo, Luisa María Alcalde, al exhibir a las empresas que no están cumpliendo las medidas sanitarias. Qué bueno que la autoridad aplique la ley y cierre los negocios que no son considerados esenciales en esta fase de la pandemia. Pero es una barbaridad que los expongan de esta forma ante el tribunal de la opinión pública sin que ellos puedan defenderse. Además, está muy raro que balconeen a ciertas empresas y no a otras “amigas del gobierno” que también siguen abiertas.

En fin, que no fue un buen día para la relación del gobierno con los empresarios. A todas luces, el Presidente está enojado con ellos. Es su derecho. Pero luego que no se queje cuando éstos no inviertan porque los denuestan desde la tribuna presidencial.

 

           Twitter: @leozuckermann

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