Hoy recomiendo otro librazo para los que continúan en el confinamiento y tienen ganas de seguir leyendo. Se trata de Nuestros años verde olivo, de Roberto Ampuero, una novela auto-biográfica que retrata los horrores de las dictaduras, sean de derecha o izquierda.

Es la de un joven idealista chileno que se inscribe al Partido Comunista durante los años del de Salvador Allende. Cree en el ideal del “hombre nuevo” y la justicia social. Viene el golpe militar de 1973 y ahí comienza la pesadilla para el personaje principal que no tiene nombre, es tan sólo El chilenoCamarada o Compañero.

Primero está la persecución y el terror de los días posteriores al derrocamiento de Allende y la imposición del gobierno militar, encabezado por Augusto Pinochet. El personaje salva su vida de milagro y se refugia, en un primer momento, en la República Democrática Alemana. Ahí conoce a Margarita, la hija de uno de los comandantes de la Revolución Cubana. Se enamoran, se casan y se trasladan a La Habana.

El Chileno vive en carne propia las realidades del régimen castrista. Por un lado, la vida privilegiada de los burócratas y militares de alto nivel. Por el otro, las carencias cotidianas de la población. Conforme pasa el tiempo y la Revolución se burocratiza, la situación se deteriora, sobre todo después de la caída de la Unión Soviética. Vivir en Cuba se convierte en un suplicio. La gente está obsesionada por resolver las penurias del día. El futuro no existe.

Los detalles de la vida de El Camarada chileno nos pintan las atrocidades de la dictadura castrista. La dieta minúscula. Las dificultades de leer la literatura prohibida por el partido. Lo absurdo del adoctrinamiento ideológico. La triste relación con los personajes derrotados. La hipocresía de la clase gobernante. La devoción cuasi-religiosa por Fidel Castro. El patético desenlace de los revolucionarios latinoamericanos que se entrenan para hacer lo mismo que hicieron Fidel y sus barbudos en sus respectivas naciones.

Pero lo que más permea en Nuestros años verde olivo es el miedo. El miedo omnipresente que es la base del control político de las dictaduras. Tanto la de Pinochet como la de Castro. Bien dice Ampuero: “Llegué a la isla de Fidel Castro huyendo de Augusto Pinochet. La isla era entonces mi utopía. Pinochet mi pesadilla. La experiencia me enseñaría que ambas eran dictaduras y que no hay dictaduras buenas ni justificables. Todas son perversas y nocivas, enemigas del ser humano y su libertad”.

El drama de El Chileno nos oprime a lo largo de todo el libro. Igual que las dictaduras. Cada episodio sofoca. Cuando, por ejemplo, el Compañero se separa de su esposa y se convierte en un paria. Su pasaporte chileno está vencido y, por razones obvias, no puede renovarlo. Él quiere irse de la isla, pero no puede. Sueña con volar. Urde todo tipo de esquemas para hacerlo. Mientras tanto, vive a salto de mata, lo cual lleva a conocer la realidad de los cubanos que todos los días bregan por sobrevivir.

Ampuero retrata la pobreza del régimen comunista. He aquí la realidad de un país con graves carencias generalizadas. Hasta de las pequeñas cosas: “Recuerdo cuán feliz me hacía disponer de una lata vacía de un refresco occidental, que me regaló un turista y que me sirvió como florero en la cabañita en que me refugié, o el placer con que saboreaba la hogaza de pan centeno que, a través de las malas artes, lograba conseguir a veces en una tienda para extranjeros, o la unción con que lavaba la única guayabera que tuve en la isla, comprada con dólares que me agencié en el mercado negro”.

Nuestros años verde olivo se publicó originalmente en 1999. En 2010, la editorial Norma lanzó una nueva edición corregida y aumentada por el autor. Lo increíble es que la dictadura castrista sigue ahí sobreviviendo gracias al miedo que infunde a la población. El libro de Ampuero está prohibido en Cuba, pero ha sido uno de los más populares en la isla donde se lee en secreto.

 

                Twitter: @leozuckermann

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