Esta crisis, como es más que evidente, ha sido y será muy distinta a cualquiera del último siglo, porque no es meramente económica (no lo es financiera), sino sanitaria, por lo que la combinación de políticas no tendrá la eficiencia usual.

La monetaria ha logrado no nada más estabilizar los mercados de activos, sino impulsarlos a nuevos máximos, y la política fiscal ha logrado, allí donde ha sido más activa, mitigar los efectos sobre el ingreso. Pero la variable que más ha sufrido, y que más difícil será de resolver es el .

Las políticas tradicionales de apoyo al empleo, creando programas emergentes para ocupar desempleados, no necesariamente funcionarán, puesto que la restricción sanitaria necesariamente limitará cualquier reclutamiento masivo debido al distanciamiento social requerido por las autoridades sanitarias.

Debido a la naturaleza de la pandemia, todas aquellas actividades relacionadas con cantidades masivas de personas, han sido las más afectadas: espectáculos, deportes, viajes nacionales y extranjeros, turismo y hospedaje, centro comerciales, restaurantes y entretenimiento, sectores todos ellos muy intensivos en trabajo, puesto que su modelo de negocio implica la atención y el trato con las masas, han sido devastadas por la pandemia y la cuarentena.

La perspectiva de la pandemia, con tímidas y restringidas reaperturas, como en Europa, con salidas en falso que llevan a nuevas reclusiones, como en Estados Unidos, con persistentes números de casos y muertes, como en América Latina, no auguran una solución de corto, ni mediano plazo para estos sectores intensivos en empleo.

Los sectores que mejor han librado la pandemia y la cuarentena son aquellos que no tienen que lidiar con las masas: las empresas tecnológicas que florecen en el aislamiento y el distanciamiento, que prosperan en lo remoto, y que son intensivos en capital, y requieren un bajo coeficiente de empleos para funcionar.

Nombres como Amazon, Microsoft, Google, Facebook, Al Babá, Tencent, etc., son algunos de los nombres que han espumeado en esta difícil coyuntura. Si, pero su impacto en el empleo es mínimo, frente a los pequeños restaurantes, los cines, las salas de concierto y los estadios de fútbol que emplean a millones de personas.

La OCDE en su más reciente actualización de la perspectiva sobre el empleo llama la atención precisamente sobre este punto crítico de esta gravísima crisis económica, y que tendrá, ante la ausencia de una vacuna o un tratamiento, una muy aciaga recuperación.

Los datos son dramáticos: el impacto que esta crisis ha tenido sobre el empleo en las economías de la OCDE es diez veces mayor que la que presenciamos en la crisis financiera de 2008-2009, con la reducción de horas hombre trabajadas colapsándose hasta 15 por ciento en los primeros dos meses, comparado con una caída de menos de 2 por ciento en la crisis anterior.

El desempleo en los países de la OCDE ha ascendido de manera muy rápida, hasta el 11.4 por ciento, en algunos países, y si la pandemia comienza a ceder de manera ordenada, se espera que descienda a 7.7 por ciento a finales de 2021. Sin embargo, si hay un rebrote pandémico generalizado, que fuerce una nueva reclusión, es probable que el desempleo sólo recule hasta el 8.9 hacia finales del año próximo.

¿Qué se necesita para amortiguar la severa pena infligida a millones de personas que están perdiendo sus empleos y que les será muy difícil recuperar? Dos medidas inmediatas: apoyar con un programa de seguro de desempleo masivo durante un período prolongado de tiempo; y apoyar a las empresas que no despidan a sus trabajadores ayudándoles con subvenciones para que cubran la parte de su nómina que no son cubiertas por el disminuido flujo operativo.

No se trata de salvar a las empresas per se, se trata de proteger los empleos de millones de personas que están sufriendo ya el desempleo, y que por delante tienen la recuperación económica más complicada del último siglo debido al apocalíptico bicho que nos ha caído encima.

A Detalle

La esencia de esta crisis se desmarca de otras que han acontecido y que han presentado un alto impacto en la estabilidad económica mundial. El ascenso del desempleo alrededor de los países de la OCDE muestra un encapsulamiento y pérdida de eficacia de las políticas monetaria y fiscal que precisan replanteamiento…

…los efectos negativos sobre el empleo que ha presentado la crisis actual han sido diez veces mayores que la crisis financiera mundial de 2008 – 2009. Con una caída pronunciada de las horas hombre laboradas, lo cual, ha puesto al mundo contra las cuerdas al resultar en una pérdida considerable de trabajos y personas que se han visto inhabilitadas para laborar.

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