Paradójicamente, el sexenio en el que se prometió apoyar más a los pobres será en el que más mexicanos entrarán a la . ¿La razón? La terrible crisis económica y la inflexibilidad del actual para resolverla lo antes posible.

Como la propia Secretaría de Hacienda reconoce en el 2021 que envió al , éste será un sexenio perdido en materia económica. Con los pronósticos gubernamentales de crecimiento del Producto Interno Bruto, que de por sí son optimistas, al final del gobierno de Andrés Manuel López Obrador no habrá crecimiento del Producto Interno Bruto per cápita, sino una contracción de -3.1 por ciento en comparación a 2018, cuando comenzó la administración actual.

Pero este declive será en promedio para los 131 millones de mexicanos que seremos a finales de 2024. La realidad es que quien más sufrirá por la crisis, serán los más pobres. Veamos los números.

La línea de “pobreza por ingresos”, de acuerdo con datos del Consejo Nacional de Evaluación de la de Desarrollo Social (Coneval), es de 2,097 pesos por mes en el ámbito rural y de 3,224 pesos en el urbano.

Según un estudio de BBVA Research, si el Producto Interno Bruto se contrae en -7 por ciento este año, se estima que 12 millones de mexicanos, que hoy son de clase media-baja, muy vulnerables a los vaivenes económicos, pasarán a ser pobres por ingresos. Si el cae en -12%, el incremento será de 16.4 millones. Tomemos la media de estos dos escenarios donde, por lo que se ve, acabaremos este 2020, es decir, con una disminución de casi -10% del PIB. De ser así, el incremento de pobres por ingresos sería de 14.2 millones.

La línea de “pobreza extrema por ingresos” es de 1,169 pesos por mes en el ámbito rural y 1,637 pesos en el urbano. Según la misma investigación de BBVA Research, en el escenario donde el Producto Interno Bruto caiga -7 por ciento este año, 12.3 millones de mexicanos que vivían en pobreza por ingresos pasarán a la categoría de pobreza extrema por ingresos. En el escenario de una disminución de -12% del PIB, el incremento sería de 18 millones. En el caso de una caída de alrededor de -10%, estaríamos hablando de un poco más de 15 millones de nuevos pobres extremos.

Los datos son únicamente para este 2020. Algunos podrían pensar que, en la medida en la que la comience a crecer de nuevo en 2021, esta gente saldrá de la pobreza por ingresos y la extrema. No necesariamente. Lo que hemos aprendido en es que la salida tarda muchos años y se requiere un enorme esfuerzo individual y colectivo.

Todo depende, de un lado, del crecimiento de la economía y, por el otro, de cómo el gobierno redistribuye oportunidades e ingresos para beneficiar a los menos favorecidos.

Entonces, en el número uno en la lista de prioridades gubernamentales debe estar la generación de riqueza para luego, o al mismo tiempo, redistribuirla. El problema con este gobierno es que no produce confianza en el sector empresarial que es el que tiene el dinero para invertir y hacer que crezca el PIB.

Vamos a asumir, sin embargo, que sí es posible combatir la pobreza, aunque la economía no crezca. La pregunta es, entonces, cómo puede ayudar el gobierno a los pobres para superar la pobreza.

Esta administración, que entró con el muy noble objetivo de ayudar a los más pobres, cambió la política social. Le dio prioridad a 17 programas, por ejemplo, las pensiones universales a adultos mayores, ayudas monetarias a personas con discapacidad, becas para que estudian o aprenden un oficio, pagos a campesinos que siembran árboles y créditos a la palabra. Tienen como característica algo que le gusta mucho al Presidente: son transferencias de dinero que llegan a los beneficiarios sin ningún tipo de intermediarios.

Muy bien. Según datos de la Secretaría de Hacienda, hoy se beneficia a 16 millones de mexicanos con estos 17 programas. No obstante, el Coneval realizó un estudio este año que evalúa los 17 programas sociales prioritarios de este gobierno y encontró que, en realidad, no es posible establecer el número de beneficiarios, ya que muchos programas no cuentan con padrones precisos y transparentes.

No sabemos, entonces, si efectivamente hay 16 millones de beneficiarios. Vamos a darlo, sin embargo, por bueno. No está mal, pero se queda muy chico frente al enorme reto de los nuevos pobres que entrarán a esta condición por efecto de la crisis económica.

La revista Nexos de este mes así lo resume: “El gasto específico ejercido en los 17 programas prioritarios del gobierno actual apenas representa el 0.61 % del PIB de 2019. Son lloviznas en el desierto”. Yo añadiría: de un desierto que crecerá monumentalmente este año.

 

Twitter: @leozuckermann

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