Faltan cuarenta días para una de las elecciones presidenciales más importantes de la historia de Estados Unidos.
Está en juego la permanencia del movimiento populista de Donald Trump que tanto ha cambiado, para mal, la política estadunidense.
Ayer, The New York Times presentaba un análisis muy interesante en el que concluía que igual era posible una elección muy cerrada entre el presidente Trump y el candidato demócrata, que una elección muy abierta donde fácilmente ganara Joe Biden. Lo que sí parece descartable es una elección donde gane Trump por un margen amplio.
Entonces, ¿se reelige el Presidente o lo mandan a jugar golf a Florida? ¿De qué depende?
En las encuestas nacionales, Biden lleva arriba desde marzo de este año por un margen considerable. Ayer, en el poll of polls del sitio FiveThirtyEight, el demócrata tenía un 50.5% de las intenciones de voto, mientras que el republicano 43.2 por ciento. Una diferencia de más 7.3 puntos porcentuales a favor de Biden.
El problema es que la elección en Estados Unidos no es como la de México donde gana el que más votos obtiene. En nuestro vecino del norte se elige al Presidente por medio de un Colegio Electoral. Cada estado tiene un número definido de electores dependiendo su población.
Como es una elección indirecta, es posible que un candidato gane el voto popular, pero pierda el Colegio Electoral. Es lo que pasó hace cuatro años con Hillary Clinton y Donald Trump.
Por tanto, la elección en Estados Unidos no es de ganar más votos populares sino más estados. De ahí que las encuestas nacionales no sean precisas para predecir el resultado. Son más reveladoras las encuestas por estado.
Hay un factor extra: obviamente las encuestas deben medir bien las preferencias. Esto, que suena lógico, no es necesariamente cierto en la práctica.
Hace cuatro años, muchas encuestas se equivocaron (tanto nacionales como estatales) por varias razones, entre otras porque muchos votantes blancos no revelaron que votarían a favor de Trump, ya que les daba pena reconocerlo a los encuestadores.
El Colegio Electoral tiene 538 miembros. Para obtener la Presidencia se requieren 270 de ellos. Ése es el número mágico. Regreso, entonces, al análisis del NYT de ayer con base en encuestas estatales en los llamados “estados columpio”, es decir, en los que se pueden ir hacia un lado (Biden) o hacia el otro (Trump).
Son, en este momento, 14 entre los que se encuentran Michigan, Wisconsin, Arizona, Iowa, Ohio y Florida. Ahí, en esos estados, es donde se va a definir la elección del próximo martes tres de noviembre.
El cálculo del NYT es el siguiente. Si solo se toma en cuenta las encuestas de estados donde Biden tiene un margen de más de tres puntos porcentuales sobre Trump, gana Biden la Presidencia con 290 electores. Si se toman en cuenta todas las encuestas que hoy existen y se asume que todas están bien, gana Biden ampliamente con 359 electores. Pero, si se corrigen todas las encuestas estatales por el margen de error que tuvieron en 2016, gana Trump con 278 electores.
¿Usted, entonces, a quién le apostaría?
El mercado de las apuestas está tomando en cuenta esta incertidumbre, de tal suerte que hoy le están dando un 55% de ganar a Biden y un 45% a Trump. Prácticamente un volado.
Hay que apuntar, sin embargo, que las apuestas también se equivocaron en la elección de hace cuatro años. Le daban una mayor probabilidad de triunfar a Clinton y, como ya sabemos, Trump se quedó con la Presidencia. Y es que, como siempre he dicho y repito, una probabilidad baja no es una probabilidad cero. A veces se da la situación de que una probabilidad baja se hace realidad.
En última instancia, todavía faltan los 40 días más importantes de la campaña y que van a incluir tres debates entre Biden y Trump.
Hasta ahora, Biden ha nadado de muertito. Prácticamente no ha hecho nada más que aprovechar los errores de Trump, sobre todo el mal manejo de la pandemia del covid-19. Sin embargo, conforme Trump vea que se acerca la elección y sigue abajo, va a tirar toda la carne al asador con ataques por todos los flancos a los demócratas.
Digo esto porque, si algo he aprendido en estos años, es a no menospreciar a Trump. Desde luego, como he dicho en esta columna, me gustaría que perdiera la elección. Pero esta preferencia no debe nublar mi análisis. O, como dicen, en Estados Unidos, no puedo dejarme ir por wishful thinking, es decir, por meras ilusiones.
Twitter: @leozuckermann