Es difícil determinar si el frenesí legislativo y de nombramientos extraños de los últimos días hábiles del año corresponde a una estrategia del , o, como lo sugiere Macario Schettino, un diseño de locos. Ambas hipótesis tienen lógica, y las dos encierran elementos incomprensibles.

La de locos, primero. Las iniciativas de ley sobre outsourcing (pospuesta de jure gracias a compromisos de facto de las empresas), pensiones, agentes extranjeros, compra de dólares por Banco de , glifosato e importación de maíz transgénico, junto con la posposición de una resolución sobre la marihuana hasta las calendas griegas, la felicitación a Biden por su triunfo casi hasta entonces y los nombramientos en Economía, Tesorería y Banxico, conforman un conjunto disparatado, en apariencia carente de cualquier racionalidad.

Lo de Banco de México ha sido ya tan analizado y criticado que no tiene mayor sentido repetir las objeciones. Si responde a una presión de algunos bancos, o un primer intento de acotar su autonomía, en sí mismo no importa mucho. En esta óptica, de ningún method in his madness, es una ocurrencia más de López Obrador, o de sus colaboradores cercanos, sin valoración alguna de los daños colaterales.

El intento por convencer a los espías que se registren como espías, e informen de sus actividades de espionaje, así como de los resultados obtenidos espiando, es del Inspector Clouseau. Los nombres de los agentes de la DEA no encubiertos se encuentran en una caja fuerte de Relaciones Exteriores desde 1992. Lo demás es ridículo.

Posponer de nuevo la descriminalización de la marihuana, salvo para los pobres ilusos nacionales y extranjeros que se la creyeron, no hace más que confirmar el cinismo de López Obrador. Los deja emocionarse hasta donde quieran, sabiendo que su desencanto será efímero.

Los nombramientos son en buena medida aberrantes, pero solo si importaran. Como dan lo mismo, son insignificantes. Y si permitió que su afecto y admiración por Trump lo condujo a posponer hasta el último momento su felicitación a Biden, ni modo. Se trata de una excentricidad más del mexicano, incluso loable al mostrar un lado humano y solidario que no se le conoce demasiado.

Ahora bien, la tesis según la cual todo esto constituye un giro consciente de la 4T hacia la izquierda, y un endurecimiento frente a Estados Unidos, tampoco desmerece. Casi todas las medidas descritas poseen un tufo antiempresarial (salvo el caso de algunos empresarios de la banca). Los nombramientos encierran un sesgo de izquierda aparente, por lo menos en la opinión, aunque no necesariamente en los hechos. Las enmiendas a la Ley de Seguridad Nacional van dirigidas contra Estados Unidos, aunque no se diga explícitamente (nadie más, salvo  los cubanos, tiene auténticos agentes encubiertos en México). Las nuevas prerrogativas del banco central a quien más pueden irritar es a Washington, tanto por razones monetarias como de narcotráfico.

En esta óptica, López Obrador habría resuelto endurecer su postura en general, para fines electorales el año entrante, y ante Estados Unidos en particular, al quedarse ya sin su aliado y amigo. Para las elecciones de medio período, López Obrador quiere dirigirse a su base y movilizarla, y para eso nada es tan eficaz como el nacionalismo y medidas simplonas pero atractivas para la gente: reducir por ley las comisiones de las Afores y suprimir el outsourcing, por ley o por chantaje, por ejemplo.

Pero habría también un mar de fondo en algunas de las decisiones de los últimos días. Las disposiciones sobre agentes extranjeros permitirían muy a la mexicana y a la cubana o soviética, aplicar una serie de exigencias discrecionalmente: a unos sí, a otros no; a unos en una coyuntura dada, y no en otra. Es una espada de Damocles suspendida sobre la cabeza de la DEA y demás, que permitiría una expulsión legal cuando fuer deseable hacerlo, aunque en realidad solo obligará a las agencias norteamericanas a sumergirse más en la clandestinidad, como lo ha sugerido Alejandro Hope. Y los nombramientos en Tesorería y en Banxico no es que sean de izquierda o de derecha, sino de cuadros leales y políticos que pueden actuar de una manera u otro según las circunstancias.

López Obrador posee la notable habilidad de traer a todo el país adivinando el sentido profundo de sus actos. Estas dos hipótesis son tan válidas, o irreales, como otras. Seguramente se divierte con los misterios que lanza al mar, como otros nos entretenemos procurando descifrarlos. Ejercicios ociosos, ambos, pero es el gobierno que hay.

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