En una semana histórica para la nación, el Partido Demócrata ve proclamado a su candidato como presidente alcanza la mitad de los escaños en el Senado
Pero también lo acontecido roza otros calificativos impensables en el diccionario político de Estados Unidos. La manifestación, protagonizada presuntamente por partidarios del presidente Trump, devino invasión a la sede del Congreso estadounidense, con saldo de 5 muertos, más de un centenar de heridos y varias decenas de arrestados; también las fuerzas del orden hallaron explosivos y armas que portaban los manifestantes.
De inmediato, la prensa internacional se volcó con titulares acerca de los sucesos que también se convirtieron en tema principal de las redes sociales y foros de debate.
La mayoría coincide en que los manifestantes eran partidarios del presidente Donald Trump, inmersos en la cruzada por demostrar un presunto fraude electoral; otros sostienen que fueron hechos planeados por la izquierda para desmoralizar el proceso y que las objeciones perdieran fuerzas en el cónclave. Incluso algunos señalan la participación de Antifa, basados en fotos tomadas a algunos de los participantes en los disturbios.
En una fotografía en los pasillos del Capitolio: un supuesto seguidor de Trump sostiene un maletín y una bandera en apoyo al magnate neoyorquino y un joven de pelo largo y barba exhibe un prominente tatuaje que vincularon con Antifa en varias publicaciones de Internet. No obstante, el especialista en verificación de datos de la BBC Alistair Coleman aclaró que el enigmático símbolo tribal de su mano derecha es la “marca del forastero” del videojuego Dishonored.
Antifa es un grupo heterogéneo compuesto principalmente por comunistas marxistas y anarcocomunistas – en épocas más recientes se les han unido progresistas y socialdemócratas, – que desean reemplazar el sistema capitalista por alguna forma de socialismo.
Es un hecho que había numerosos simpatizantes del presidente Trump en la masa protestante. Sin embargo, más allá de ideologías, militancias o posiciones partidistas, lo acontecido ha sido motivo de críticas entre todos aquellos que identifican a Estados Unidos como símbolo de la democracia.
Consultada por DIARIO LAS AMÉRICAS, la abogada y analista Isadora Velázquez sostiene: “Lamentablemente ha sido una vergüenza para EEUU. Nos resta credibilidad. Cómo vamos a ir a otros lugares a tratar de instaurar una democracia que no estamos haciendo en nuestro propio país. Pero lo más preocupante es la actitud de algunos líderes políticos, en particular del Presidente, él tenía todo el poder de parar los hechos y no lo hizo. Al contrario, tiró un poco más de gasolina a un fuego que estaba ardiendo. Ha sido una vergüenza y esperemos que aprendamos y podamos distinguir entre el derecho a la libre expresión y la violencia. Caímos a un nivel muy bajo”, apuntó.
Por su parte, Frank Rodríguez, analista republicano y economista resumió el asalto al capitolio como un acto de “frustración” y rememoró “4 años de acusaciones, investigaciones e impugnaciones falsas al Presidente, por alegaciones de fraude y acciones inconstitucionales, por inmunidad total si eres demócrata y acoso total si eres republicano”
Entretanto el expresidente George W. Bush dijo que la “insurrección” en el Capitolio fue propia de una “república bananera” y agregó: “Estoy consternado por el comportamiento imprudente de algunos líderes políticos y por la falta de respeto mostrado por nuestras instituciones, nuestras tradiciones y nuestra aplicación de la ley”.
Por su parte el Secretario de Estado, Mike Pompeo, se pronunció en contra de las acciones y tildó de «criminales» a quienes irrumpieron en el recinto congresual.
«La violencia, que pone en riesgo la seguridad de otros, incluidos los encargados de brindar seguridad a todos nosotros, es intolerable tanto en el país como en el extranjero. Hagamos justicia rápidamente con los criminales que participaron en estos disturbios”.
Mientras, la alcaldesa de Washington DC, Muriel Bowser, extendió la orden de emergencia pública hasta el 21 de enero, un día después de que se efectúe la juramentación de Joe Biden. (Esta medida le permite al gobierno llamar al toque de queda en cualquier momento).
El senador republicano de Florida Marco Rubio resumió: “Toda mi vida he vivido y he estado cerca de gente que vino a América porque sus países eran caóticos e inseguros. Lo que vi hoy [el 6 de enero], lo que hemos visto hoy, se parece más a esos países que a la extraordinaria nación de que estoy orgulloso de llamar hogar”.
Los hechos crearon fracturas en el propio partido Republicano. No solo varios senadores dieron marcha atrás en apoyar objeciones al resultado electoral, sino que sopesaron otras medidas más drásticas. En un mensaje en su cuenta de Twitter, Adam Kinzinger, miembro de la Cámara de Representantes pidió que se activara la 25ª enmienda para forzar la salida del presidente Trump. «Todo indica que el presidente se ha desvinculado, no sólo de su deber o incluso de su juramento, sino de la realidad misma”
La 25ª Enmienda, ratificada en 1967 y adoptada tras el asesinato del presidente John F. Kennedy en 1963, aborda la sucesión presidencial en caso de que el presidente no esté capacitado para ejercer sus funciones.
Entre las fuerzas del orden el FBI pidió a quienes hubieran sido testigos de acciones violentas ilegales acontecidas este 6 de enero en el Capitolio de Estados Unidos que enviaran «cualquier información, fotos o videos que puedan ser relevantes».
Muchos han establecido comparaciones entre estos sucesos en el Capitolio y las acciones violentas que tuvieron lugar en varias ciudades del país, incitadas y organizadas por Black Lives Matter y Antifa, que contaron con el beneplácito de la izquierda radical. Sin embargo, todos coinciden en que, por su carga de simbolismo y la semántica del hecho, la invasión al Capitolio supera el daño de las revueltas callejeras.
Las imágenes quedaran para la historia y tanto el revuelo como las muertes, los heridos y la crónica roja provocaron que se desviara un tanto la atención de las elecciones realizadas en segunda vuelta en el estado de Georgia, de cuyo resultado dependía el equilibrio de poderes en el Senado.
Tras el escrutinio en Georgia, con la llegada de Jon Ossoff y Raphael Warnock al Senado, los demócratas e independientes alineados a ese partido tienen ahora 50 de los 100 escaños de la Cámara alta del Congreso. Para cualquier votación en caso de un empate entre senadores de ambos partidos, la posibilidad de inclinarse a un lado u otro de la decisión estaría en manos de la vicepresidenta electa, Kamala Harris.
De este modo, los demócratas técnicamente controlarían ambas Cámaras así como la Casa Blanca por primera vez desde los dos primeros cuatro años de la presidencia de Barack Obama, cuando lanzó un gigantesco paquete de medidas para salvar a la economía tras la crisis de 2008/2009 y sancionó una ley que extendió o mejoró la cobertura médica de millones de estadounidenses, popularmente conocido como Obamacare.
Biden podría ahora concretar los temas que ha identificado como prioridades, pero podría de igual manera tomar decisiones muy peligrosas, según varios expertos.
Isadora Velázquez dijo: “Al principio creíamos que Biden iba a tener que hacer muchas órdenes ejecutivas pero tal vez ahora veremos menos órdenes ejecutivas porque al presidente electo, ha dicho, le gusta hacer más legislaciones en sí, como lo referente al clima. Vamos a recordar que para los demócratas el clima es un tema muy importante para proteger el medio ambiente. Esperemos que sea una orden ejecutiva relativamente inmediata. En cuanto a inmigración el programa NTT en la frontera y las protecciones de DACA. Por último, el Obamacare que ha sido severamente restringido por esta administración y es uno de los logros de Biden como servidor público, es muy probable que se extiendan los beneficios que podrían además incluir al Medicaid”.
Es necesario hacer énfasis en que una prioridad muy particular de los demócratas es aprobar la llamada «Ley para el pueblo» (For the People Act) que protegerá el derecho al voto, determinará que el día de las elecciones nacionales sea feriado e instaurará comisiones no partidarias para diseñar los distritos electorales”, apuntó la letrada.
Por su parte Frank Rodríguez sopesa que: “Si estamos 50-50 [en el Senado] la vicepresidenta constitucionalmente es la presidenta del Senado y tiene la posibilidad de votar si hay empate, por lo que técnicamente tienen mayoría. La única esperanza es que algún senador como el de West Virginia, que es conservador en muchas de sus ideologías de vez en cuando vote con los republicanos. También puede haber republicanos que se pasen de bando como Romney y voten con los demócratas. Es una situación bien difícil para poner una raya a algunas ideas estrambóticas del Partido Demócrata. Están en una situación muy ventajosa, habría pocas posibilidades de detenerlos. Es una derrota contundente que ha sufrido la derecha con las elecciones de Georgia”.
En referencia a lo anterior el senador clave parece ser Joe Manchin; un demócrata que siempre gana en Virginia Occidental aun cuando ese estado es uno de los más sólidamente republicanos del país. Aunque apoya las prioridades demócratas en economía y política exterior, se espera que Manchin se oponga a leyes sobre el clima que son consideradas negativas por la industria del carbón de su estado. Además, recela limitar el uso de armas.
Rodríguez agrega que: “El primer paso sería revocar todas las cuestiones sobre ecología, volver a regular los negocios imponiendo reglas onerosas…Ellos están cambiando e imponiendo sus ideas. Ya en el Senado podrán colocar cualquier ministro que ellos quieran porque anterior a esto los republicanos podrían bloquear la asignación o nombramiento, pero ahora con la mayoría es muy posible que puedan poner a cualquier extremista. Y mientras tanto en la Cámara de representantes ya le están dando a Ocasio Cortés y a su “cortejo” cargos. Les van a hacer la vida imposible a los que hayan tenido algo que ver con Trump, va a ser una persecución política. Ahora van a asignar más y más jueces y no se van a poder oponer los senadores y es posible que aumente el número de magistrados en la Corte Suprema. También nombrar a Puerto Rico y Washington como estados de la unión. La izquierda no tiene límites, ni cesa ni ceja, son fanáticos de su religión y se nos van a montar encima y hacernos la vida un yogurt como decimos en buen cubano”.
Los demócratas expresaron su alegría por quitarle el liderazgo de la mayoría del Senado a McConnell. Pero Biden, senador por 36 años, sabe bien, y así los cita la agencia francesa de noticias AFP, que el partido del presidente suele perder escaños en la primera elección legislativa de medio mandato y esta se realizará en noviembre de 2022. Los demócratas tendrían entonces «menos de dos años para hacer los grandes y significativos cambios”.
Pero el primer reto, como comentábamos hace unas semanas será unir al país, y volver a plantar las semillas de la credibilidad y el respeto a la democracia.