No va a ser la entrada triunfal que pudo haber soñado. El presidente electo arribó a la capital de el martes, listo para asumir el poder en momentos en que la nación sufre los estragos de la pandemia, un desempleo disparado y con grandes preocupaciones sobre más actos de violencia.

Biden, un fanático del sistema ferroviario Amtrak, planeaba inicialmente tomar un tren a Washington antes del día de la investidura, pero abandonó la idea a raíz del asalto al Capitolio del 6 de enero por una turba de partidarios del presidente .

Biden voló a una base militar en las afueras de la capital y de ahí se transportó en auto a Washington, donde unos 25.000 miembros de la Guardia Nacional custodian el Capitolio, la Casa Blanca y el complejo de monumentos National Mall, con un laberinto de barricadas y cercas.

Poco antes de su llegada, Estados Unidos superó los 400,000 decesos por COVID-19, de acuerdo con el conteo de la Universidad Johns Hopkins.

“Son tiempos oscuros”, les dijo Biden a decenas de partidarios en una emotiva despedida en Delaware antes de partir hacia la capital. “Pero siempre existe la luz”.

Biden, que hizo campaña como un político calmado que podría lograr avances, planea emitir una serie de órdenes ejecutivas el primer día, las cuales abordarán cuestiones como el Acuerdo Climático de París, cancelar la restricción de viajes de varios países islámicos y extender los límites a desahucios implementados durante la pandemia.

Trump no asistirá a la investidura de Biden, el primer presidente saliente en ausentarse de la ceremonia en más de siglo y medio. La Casa Blanca difundió un mensaje de despedida de Trump en video mientras Biden aterrizaba en la Base Andrews. En el video, Trump, quien ha afirmado falsa y repetidamente que hubo fraude electoral, le deseó “lo mejor” al entrante, pero no mencionó a Biden por nombre.

También pasó parte de sus últimos momentos en la Casa Blanca consultando con asesores sobre indultos y clemencias de última hora.

Trump planea partir de Washington el miércoles por la mañana en una grandiosa ceremonia en una base aérea, algo que él mismo planeó.

En su despedida de Delaware realizada en el National Guard/Reserve Center nombrada en honor de su difunto hijo Beau Biden, rindió tributo a su estado.

“Siempre seré un hijo orgulloso del estado de Delaware”, dijo Biden, que apenas contuvo las lágrimas durante su breve discurso.

El primer evento de Biden en Washington, junto con la vicepresidenta electa , será participar en una ceremonia por la noche en el estanque adjunto al Monumento a Lincoln para un homenaje a los casi 400.000 estadounidenses muertos por el COVID-19, de acuerdo con sus asistentes.

El lunes, los organizadores de la ceremonia de investidura terminaron de instalar unas 200.000 banderitas estadounidenses, estatales y territoriales en el complejo de monumentos National Mall en representación de las personas que no pueden acudir a la ceremonia, que estará restringida por las intensas medidas de seguridad y contra el coronavirus.

Es además un recordatorio de lo que enfrenta el presidente electo en su tarea de liderar a la nación en medio de una pandemia, mientras las infecciones y muertes siguen en ascenso.

Desde el arranque, Biden y su equipo quieren actuar rápidamente para acelerar la distribución de las vacunas a la población y aprobar su paquete de ayuda por el COVID-19 de 1,9 billones de dólares, que incluye pagos rápidos a muchas personas y el aumento del salario mínimo federal a 15 dólares por hora.

Biden planea además anunciar una iniciativa de ley de inmigración el primer día de su administración, con la que buscará proveer una vía para la naturalización de aproximadamente 11 millones de personas que viven en Estados Unidos sin estatus legal. Eso sería un cambio radical respecto a las severas políticas migratorias del gobierno de Trump.

Pero las ambiciones legislativas de Biden pudieran verse atemperadas por la dura realidad que enfrenta en el Capitolio, donde los demócratas tienen mayorías estrechas en las dos cámaras. Sus esperanzas de proceder con una avalancha de leyes en sus primeros 100 días pudiera verse obstaculizada además por un segundo juicio político a Trump.

Mientras Biden se preparaba para su viaje a Washington, cinco de sus nominados al gabinete comparecían en audiencias de confirmación ante comisiones del Senado. Sus nominados: Janet Yellen, como secretaria del Tesoro; Lloyd Austin, de Defensa; Alejandro Mayorkas, de Seguridad Nacional; Antony Blinken, de Estado; y Avril Haines, como directora de Inteligencia Nacional, respondían a preguntas de los legisladores.

Yellen llamó a los legisladores en su audiencia a respaldar el paquete financiero de Biden por la pandemia, y argumentó que “lo más sabio que podemos hacer es actuar con determinación”.

Colaboradores de Biden dijeron que éste usará su discurso de investidura el miércoles para llamar a la unidad estadounidense. Con ese objetivo, extendió invitaciones a los cuatro líderes republicanos y demócratas del para que asistan con él a una misa en la Catedral de St. Matthew antes de la ceremonia de juramentación.

Biden enfrenta además presiones de la izquierda de su partido para ser más ambicioso desde el inicio, y el ala progresista ha hecho un llamado a los senadores demócratas para ayudar a eliminar las tácticas dilatorias en el Congreso.

“Nos alegra que el presidente electo Biden esté listo para comenzar a lidiar con las necesidades del pueblo estadounidense y presentar una propuesta de ayuda por el COVID que comience a responder a los numerosos problemas que enfrentamos”, dijeron los grupos progresistas Justice Democrats, Sunrise Movement y New Deal Strategies en un memorándum el lunes. “Esperamos que 10 senadores republicanos lo respalden, pero no lo damos por hecho. La cuestión importante es: ¿qué pasará cuando los republicanos bloqueen a Biden?”

Antes de la llegada de Biden, 12 miembros de la Guardia Nacional del fueron retirados de la misión de seguridad de la investidura presidencial después que se descubrieran sus vínculos con grupos de milicias de derecha o que publicaron opiniones extremistas en línea, según dos funcionarios federales. No había ninguna amenaza para Biden, dijeron.

Los funcionarios, un alto funcionario de inteligencia y un oficial del Ejército informados sobre el asunto, no dijeron a qué grupo marginal pertenecían los miembros de la Guardia Nacional o en qué unidad servían. Los oficiales no estaban autorizados a hablar en público y hablaron con The Associated Press bajo condición de anonimato.

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