Cada cinco minutos despegan y aterrizan aviones en el aeropuerto de Cancún. Y esto ocurre ya desde diciembre. Es temporada alta en el balneario mexicano. También Lufthansa lo tiene como destino desde octubre, pese a la pandemia de COVID-19. En la playa abundan los turistas de Europa y Norteamérica, y se forman filas para visitar las pirámides mayas. Quienes trabajan en hoteles y en el sector gastronómico respiran con alivio.
Por lo visto, muchos turistas no se amilanan con los inquietantes reportes de prensa sobre crecientes contagios y estaciones de cuidados intensivos repletas en México, donde cerca de 174.000 personas han muerto por la pandemia Según las últimas estadísticas de la Organización Mundial de Turismo, México fue en 2020 el destino más visitado en América Latina y subió al tercer lugar a nivel mundial, tras Italia y Francia.
Fronteras abiertas
Las razones son múltiples. México jamás cerró sus fronteras y hasta hoy es uno de los pocos países que no exige una prueba de PCR negativa para ingresar a su territorio. El presidente Andrés Manuel López Obrador es uno de los jefes de Estado que rechaza el confinamiento y asigna máxima prioridad a la economía. Otro factor que elevó las cifras fue el de los emigrantes que viajaron de regreso en Navidad para pasar la fiesta con sus familiares.
En las estadísticas, sin embargo «se incluyen también los meses de enero hasta marzo, previos a la pandemia, que son temporada alta en México”, matiza Michael Hallé, en conversación con DW. El canadiense es cofundador de la empresa consultora 10Gates, y asesora desde hace 30 años a las autoridades y empresarios del ramo turístico.
Sin subvenciones, pero con reglas de higiene
Pese a su tercer lugar en el ranking mundial, la caída del turismo también fue dramática en México. Casi un 48 por ciento menos de visitantes y un 55 por ciento menos de ingresos en divisas se registraron en 2020 con respecto al año previo, según el instituto de estadísticas Inegi. Es notable que, a pesar de eso, el sector sobreviva. Porque, a diferencia de lo ocurrido en Alemania, no se han entregado subvenciones a las aerolíneas y operadores turísticos. Por el contrario: el Gobierno disolvió poco antes de la pandemia la agencia nacional de fomento del turismo, por necesidades de ahorro.
Pero las autoridades locales y asociaciones de turismo saltaron la brecha, según Hallé. «Ya en el verano de 2020, los hoteles de la costa del Caribe contaban con protocolos certificados de higiene como no los tiene ni siquiera Canadá. Eso generó confianza en los viajeros”, explica. En el estado de Quintana Roo, donde se encuentra Cancún, el gobernador ordenó el uso de mascarillas.
Muchos médicos consideran arriesgada la apertura, y atribuyen al turismo el aumento de los contagios en los lugares vacacionales. Las estadísticas oficiales registran allí un aumento de casos en febrero, pero el número de infecciones es inferior al de Ciudad de México y el centro del país.
Playa en Puerto Morelos, Quintana Roo.
Los puntos a favor de México
Otra tabla de salvación fue el turismo nacional, un mercado sin duda lucrativo en un país con 126 millones de habitantes. Este atenuó la caída del negocio internacional. Esa es la experiencia, por ejemplo, de Meinolf Koessmeier, cuya agencia Mexico Adventures organiza viajes en motocicleta. Antes, se especializaba en mostrar a los mexicanos las bellezas de Europa, pero en 2020 se dedicó a ofrecer giras locales. Sus ganancias bajaron, pero sobrevivió. Ahora, espera que el negocio se normalice en 2022. Michael Hallé también comparte esa esperanza: «En nuestras últimas encuestas, los estadounidenses por primera vez volvieron a mostrar optimismo y esperan poder volver a viajar en los próximos seis meses, gracias a las vacunas”.
Pese a todo, el sector no se recuperará de un día para otro. Ahora acaba de sufrir un revés. Canadá y Estados Unidos aplicaron restricciones más severas a los viajes, debido a las mutaciones del coronavirus: exigen tests PCR negativos a quienes regresan y aplican reglas de cuarentena más rígidas. México reaccionó de inmediato. Los grandes aeropuertos ofrecen pruebas PCR, al igual que algunos hoteles. A juicio de Hallé, la pandemia brinda también a México la oportunidad de apostar por un turismo sostenible. Considera que el turismo de masas y el urbano no levantarán cabeza a mediano plazo. Países como México, que tienen mucho territorio y bellezas naturales, podrían beneficiarse de eso.