Hoy le tengo buenas noticias. Se están dando todas las condiciones para que haya una jauja económica en los próximos años en el mundo, en particular en Estados Unidos. Esto, sin duda, ayudará a una más rápida y sostenida recuperación económica en México, después de dos años de crecimiento negativo (-0.5 por ciento en 2019 y -8.5 por ciento en 2020). La locomotora estadunidense, efectivamente, jalará al cabús mexicano. Qué bueno. Lo que da coraje es que, si México hiciera bien su chamba, aprovecharía mucho más la abundancia de nuestro vecino del norte.
¿Cómo es posible que estemos hablando de años de prosperidad después de la terrible crisis económica de 2020, que estuvo acompañada de la pandemia por covid-19?
Primero, porque todo indica que este año se controlará en Estados Unidos la epidemia del SARS-CoV-2, que tanto daño le ha hecho a la economía mundial. El nuevo gobierno de Joe Biden, a diferencia del anterior, está inyectando más recursos y administrando mejor la vacunación en ese país.
Para mayo, según el presidente Biden, todos los adultos del vecino del norte podrán tener acceso a la vacuna. Esto permitirá que, para el segundo semestre, se terminen los confinamientos de ciertas regiones y/o actividades económicas. Al levantarse las restricciones, habrá más consumo. Pero, además, después de un año de penurias y melancolías, la gente se volcará a las calles a consumir y divertirse. Esto le dará un mayor impulso a industrias hoy deprimidas, como la turística, la restaurantera y la de entretenimiento.
Súmese a este panorama el nuevo estímulo fiscal que empezará a operar esta semana en Estados Unidos: 1.9 billones de dólares, equivalentes a 19 puntos del Producto Interno Bruto. Una barbaridad de dinero. La gran mayoría de los adultos de ese país recibirán del gobierno un cheque por mil 400 dólares. Se otorgarán préstamos preferenciales a las micro, pequeñas y medianas empresas. Se elevarán sustancialmente las ayudas a los desempleados y se apoyará a los gobiernos locales con recursos. Más y más dinero público para estimular el crecimiento del PIB. El gran sueño de John Maynard Keynes hecho realidad.
Agreguemos el otro sueño, el de Milton Friedman: bancos centrales, como helicópteros, echando dinero a la gente desde el cielo. Una política monetaria híper relajada. Tasas de interés cero o negativas e inyección de liquidez nunca vista en la historia de la humanidad.
Sí, los bancos centrales de países desarrollados, liderados por la Reserva Federal, regalando dinero para que la gente consuma o invierta y, así, estimular el crecimiento.
Además, en los próximos años veremos importantes ganancias en productividad por la entrada de nuevas tecnologías más eficaces y baratas. Por un lado, toda la industria de las energías limpias. Por el otro, el desarrollo de la flamante red 5G que revolucionará el internet de nueva cuenta. Y sí, aunque suene a cuento de ciencia ficción, también la expansión de las industrias relacionadas con la conquista del espacio.
Así la combinación de factores que traerán una nueva prosperidad: apetito de los consumidores después de un choque que los mantuvo confinados, dinero gratis de los gobiernos, dinero gratis de los bancos centrales y desarrollo de nuevas industrias gracias a mejoras tecnológicas.
Las proyecciones de crecimiento del Producto Interno Bruto mundial han sido revisadas al alza. Estados Unidos, en particular, tendrá un año maravilloso. Se habla de un incremento del PIB de entre cinco y siete por ciento. Los precios de las materias primas ya están aumentando. Los índices bursátiles están en sus máximos históricos. Hay un boom en el mercado de bienes raíces en varias ciudades estadunidenses. Es tanta la cantidad de dinero circulando que, este fin de semana, el New York Times reportó cómo la gente está invirtiendo en extravagancias como criptomonedas, arte digital y estampas deportivas.
La abundancia estadunidense llegará, por goteo, a México. Crecerán nuestras exportaciones y las remesas que envían nuestros paisanos. El turismo, gradualmente, aumentará. Esto hará que nuestra economía se recupere más rápido.
No sería descabellado pensar que este año creceremos al cinco por ciento. Insisto: qué bueno. Lo que duele es que nos vamos a perder una oportunidad más de darle un jalón estructural a la economía mexicana por culpa de un gobierno que, en lugar de aprovechar la ocasión para fomentar las inversiones privadas en nuestro país, está obsesionado con regresar a viejas e inoperantes fórmulas estatistas del siglo pasado. Qué coraje.
Twitter: @leozuckermann