Introducción

El pasado 11 de marzo se cumplió un año desde que el Director General de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus, anunció que la nueva enfermedad por el puede caracterizarse como una . A un año de haberse realizado esta declaración, han habido más de 117 millones de contagios y 2.6 millones de muertos (2%) y se estima una pérdida del 10% del PIB en diversos países a causa de la pandemia (Alon, Kim, Lagakos & VanVuren, 2020). Por otra parte, durante este año los científicos y doctores han logrado obtener una importante cantidad de información sobre el virus SARS-CoV-2 que no se sabía al principio cuando se tomaron diversas decisiones, como el cierre de la mayor parte de los colegios en el mundo (188 países).

En el transcurso de este año de pandemia se ha aprendido mucho sobre el COVID-19, como la forma en que se transmite y se reproduce el virus, así como la manera más efectiva de evitarlo y tratarlo (BBC News Mundo, 2021). Sin embargo, diversas escuelas en el mundo siguen cerradas por diversas razones y probablemente por la poca literatura existente con relación al contagio del virus SARS-CoV-2 que no les permite sustentar una postura en cuanto a decidir mantener las escuelas abiertas o cerradas de manera presencial. No obstante, es posible encontrar investigaciones como las realizadas en Michigan y Washington en Estados Unidos con el objeto de poder saber si abrir o mantener cerrados los colegios de manera presencial es lo más conveniente para detener la propagación del COVID-19 y el resultado de sus estudios concluye que no tiene ventajas mantener los colegios cerrados (Goldhaber, et al., 2021). Por lo tanto, el presente artículo pretende responder a la siguiente hipótesis: el cierre de las escuelas, desde preescolar hasta bachillerato, no necesariamente es más seguro que su apertura.

Este estudio no procura abordar los temas relacionados con la importancia de que los niños regresen a las clases presenciales por temas educativos, la afectación psicosocial y emocional que ha ocasionado en los estudiantes el cierre de los colegios, las pérdidas de aprendizaje y el riesgo del abandono escolar, las consecuencias cognitivas negativas en los niños, el aumento del estrés y de la violencia familiar debido al cierre de los colegios, así como la importancia de que los niños y niñas asistan al colegio para que los padres puedan ir a sus trabajos (Lee, 2020). Sin embargo, es importante recalcar que existe una vasta literatura y estudios que demuestran y comprueban cada uno de los temas mencionados anteriormente. Por lo tanto, este estudio, pretende enfocarse únicamente en el tema del derecho a la vida comprobando o rechazando a través de las diversas investigaciones científicas existentes y estudiadas, la hipótesis de que el cierre de las escuelas, desde preescolar hasta bachillerato, no necesariamente es más seguro que su apertura.

Planteamiento del Problema

Al inicio de la pandemia, en el mes de marzo del 2020, se estimó que a nivel mundial, 188 países cerraron la mayor parte de sus colegios dejando sin clases presenciales a más de 1.5 billones de estudiantes (Lee, 2020). Transcurrido un año de declarada la pandemia, pocos países mantienen aún cerrados las escuelas, esto debido a que su suspensión se ha asociado a consecuencias negativas significativas, aunque su intención al cerrar en el primer semestre del 2020 era controlar la expansión del virus SARS-CoV-2. Sin embargo, a pesar de que no existe evidencia concluyente de los resultados por haber cerrado los colegios, las investigaciones se inclinan a favor de su apertura presencial, mientras se sigan protocolos adecuados de seguridad e higiene (Day, 2021; Walsh, et al., 2021). Por lo tanto, este estudio pretende sustentar con evidencia científica de diversas investigaciones y artículos que proporcionen información con relación a los resultados de estos cierres escolares.

Para empezar a entender la razón de la hipótesis plantada, se presenta a continuación la evidencia que da lugar al presente estudio. Como primera evidencia, los contagios del virus que causan el COVID-19 no se transmiten tan frecuentemente en los niños como otros virus. Lei, Xu, Xiao, Wu y Shu (2020) realizaron una investigación en China durante los primeros meses de la pandemia, el cual indica que entre el 75% al 80% de las transmisiones del virus que causan el COVID-19 se presentaron través de los contagios ocasionados por las relaciones intra-familiares y no por el contacto entre los alumnos, o bien entre alumno y maestro dentro de los colegios. Así mismo, se realizaron estudios en Islandia y Corea del Sur que demostraron que los niños no son significativamente representativos para el aumento de los contagios (Munro & Faust., 2020) y en Israel e Italia se contagiaron más con la nueva variante del COVID-19 que anteriormente, pero fue así el caso con los niños (Day, 2021). Por lo tanto, no existe evidencia que el cierre de los colegios haya ayudado a la disminución de la propagación, ni al control de la pandemia.

Como segunda evidencia, el COVID-19 no se transmite tanto en las escuelas como en las comunidades. En Estados Unidos, Zimmerman, et al. (2021) realizaron diversas investigaciones para comprobar si el contagio dentro de los colegios era menor, igual o mayor que afuera del colegio, dentro de las comunidades donde viven los estudiantes con sus familiares. Como resultado de la investigación, presentaron evidencia que comprobó su hipótesis con relación a que la propagación del virus SARS-CoV-2 dentro de los colegios era menor que fuera de los mismos, inclusive sin contar co la vacunación para los maestros y el personal docente.

En tercer lugar, cuando se abren los colegios, no existe evidencia que haya un aumento de los contagios de COVID-19. En Inglaterra, donde los primeros casos de COVID-19 se presentaron a finales de enero del 2020 y se incrementaron rápidamente a principios de marzo y decidieron cerrar las escuelas de manera gradual el 20 de marzo y reabrirlas el 1 de junio, Ismail, Saliba, Bernal, Ramsay y Ladhani (2021) decidieron analizar diferentes datos para entender el contagio dentro de los colegios por la reapertura y encontraron que los brotes de COVID-19 en preescolar y primaria fueron muy bajos.

Como cuarta evidencia, los niños pueden estar más seguros dentro de los colegios que fuera de ellos. Walsh, et al. (2021) en enero del año 2021, realizaron una recopilación de 7,474 estudios de 40 países con relación al COVID-19 y encontraron únicamente 32 estudios que relacionaban el COVID-19 con el cierre de los colegios y determinaron que la mitad de los colegios que permanecieron abiertos tuvieron riesgos menores y la otra mitad no llegaron a ninguna determinación con relación a los riesgos o ventajas relacionadas al cierre de los colegios. Por lo tanto, el estudio concluye argumentando que el cierre de los colegios está asociado a consecuencias negativas y ha propiciado mayor inequidad entre la población (Lee, 2020), pero la efectividad de haberlas cerrado es incierta.

En conclusión, estas cuatro evidencias de diversos países, diferentes estudios y variadas fuentes se inclinan a favorecer la hipótesis de que el cierre de las escuelas, desde preescolar hasta bachillerato, no necesariamente es más seguro que su apertura. De manera detallada se describen a continuación estudios e investigaciones encontradas en la literatura que sustentan o contradicen la hipótesis. presentada.

Revisión de la Literatura

Zimmerman, et al. (2021) cuestionaron si la transmisión del virus SARS-CoV-2 dentro de los colegios con clases presenciales es mayor, igual o menor que la de fuera del colegio. Por ello decidieron realizar una investigación en Estados Unidos generando la hipótesis de que los contagios dentro de los colegios no son mayores. Posterior a su estudio, los resultados arrojaron que el cierre de escuelas únicamente previno del 2-4% de las muertes, siendo este número mucho menor a otras intervenciones de distanciamiento en la comunidad. Por lo tanto, los autores concluyen que otros esfuerzos internacionales que decidieron no cerrar sus colegios como Taiwán tuvieron menos contagios, entendiendo que la mayor propagación se genera en las comunidades y no dentro de los colegios.

Otro estudio realizado por Perman (2021) en Estados Unidos, dio como resultado que los niños entre los 5 y 11 años de edad perdieron en promedio 25% del año escolar derivado de la pandemia COVID-19. Así mismo, la investigación señaló que en términos del daño colateral de los años de Vida de Potencial Perdidos denominado AVPP producido por el cierre de las escuelas primarias fue mayor que si hubieran permanecido abiertas. Por lo tanto, las conclusiones de la investigación señalaron lo siguiente: “el análisis estimó como mejor estrategia que las escuelas permanecieran abiertas” (Perman, 2021).

El estudio de Zimmerman, et al. (2021) consideró a 11 colegios con más de 100,000 estudiantes que asistieron a la escuela de manera presencial por más de 9 semanas consecutivas y el resultado fue que los contagios dentro del colegio fueron muy raros. Así mismo, los casos que hubo se atribuyeron de manera independiente a actividades que se realizaron fuera de los colegios en sus comunidades y no hubo ningún caso a consecuencia de un contagio entre un alumno y el maestro.

En Inglaterra, se realizó un estudio para entender la transmisión del virus SARS-CoV-2 en el sector educativo para poder tomar decisiones con relación a los colegios. El estudio se realizó entre los meses de junio y julio del 2020 en escuelas con alumnos de preescolar a bachillerato y las conclusiones fueron que los contagios dentro de los colegios eran poco comunes y que la alta asociación del COVID-19 se debió principalmente al contacto entre los adultos. Por lo tanto, el estudio sugiere mantener los colegios abiertos y llevar a cabo las medidas y protocolos de higiene y seguridad adecuados dentro de las comunidades (Ismail, et al., 2021).

Walsh et al. (2021) encontraron 40 estudios relacionados a la apertura y re apertura de colegios en diversas partes del mundo. Entre los estudios sobre los colegios con población de altos contagios como , seis de los 14 estudios sobre este tema, concluyeron que el cierre de los colegios no tuvo un efecto en la disminución de los contagios. Dos de los estudios reportaron resultados variados y seis indicaron que debido al cierre de sus colegios, hubo un aumento en los contagios. Por lo tanto, la investigación no es concluyente pero se indica que los colegios que abrieron con las medidas y los controles adecuados, los niveles de contagio fueron significativamente bajos.

En Estados Unidos hay 50 millones de alumnos y 5 millones de adultos en los colegios desde preescolar hasta bachillerato. Es por esto, que al inicio de la pandemia decidieron cerrar los colegios. Sin embargo, el gobernador de Carolina del Norte solicitó realizar una investigación a las Universidades de Duke y Carolina del Norte para determinar las estrategias de mitigación del SARS-CoV-2 y saber si abrir o no las escuelas de manera presencial. En el resultado del estudio confirmaron la hipótesis de los investigadores que el contagio dentro de los colegios al llevar a cabo clases presenciales es muy baja, siempre y cuando se sigan los protocoles de seguridad e higiene adecuados (Zimmerman, et al., 2021).

Finalmente, Alon, et al., (2020) realizaron un modelo predictivo en el que concluyeron que el cierre de colegios en países en desarrollo podría ser más efectivo que en países desarrollados debido a que se considera que los colegios y las comunidades de los alrededores de los colegios están más poblados y es más frecuente el contacto entre las personas cuando no se siguen protocolos de sana distancia. También el modelo arrojó que si bien el cierre de los colegios afecta a los niños y jóvenes, los contagios se transmiten principalmente entre los adultos y adultos mayores.

Con base en la literatura revisada, puede determinarse que existe evidencia suficiente que demuestra que los líderes educativos, al tomar decisiones sobre cuándo abrir o reabrir escuelas para el aprendizaje en persona, independiente de poder vacunar a su población escolar, deben primeramente comprender la transmisión del SARS-CoV-2 dentro de la comunidad circundante del colegio para establecer el posible riesgo de introducción y transmisión del SARS-CoV-2 dentro de la escuela ocasionado por la comunidad. Esto debido a que las experiencias en Estados Unidos y diversos países, como se ha revisado en la literatura, estudios e investigación existentes, han comprobado que cuando una escuela coordina, planifica y se prepara cuidadosamente para impartir clases en persona, aún pueden ocurrir casos de COVID-19. Sin embargo, la evidencia demuestra que si el colegio implementa los protocolos y guías de salud adecuadas dentro del colegio, las clases presenciales pueden abrirse de manera segura sin incrementar el riesgo de un mayor contagio en la comunidad por las escuelas abiertas (CDC, 2021a).

En conclusión, se puede argumentar que si bien la literatura no es abundante y los estudios no son completamente concluyentes, si existe evidencia que apoya la hipótesis de que el cierre de las escuelas, desde preescolar hasta bachillerato, no necesariamente es más seguro que su apertura.

Resultados y Recomendaciones

Durante todo el semestre de agosto a diciembre del 2020, Gillespie, Meyers, Lachmann, Redd y Zenilman (2021) realizaron una investigación en dos grandes escuelas independientes con 1,200 y 2,299 alumnos en Estados Unidos con niños y jóvenes de preescolar hasta bachillerato que pudieron permanecer abiertas con clases presenciales y en donde varios de los alumnos y maestros presentaron síntomas de SARS-CoV-2 durante el ciclo escolar, identificadas a través de pruebas periódicas universales PCR (Reacción en Cadena de la Polimerasa). El resultado de la investigación fue que los contagios de los alumnos y los maestros de ambas escuelas relacionadas con la impartición de la educación presencial fueron significativamente más bajos que los contagios derivados de actividades realizadas en los alrededores fuera de la escuela. La mayor parte de los contagios se originaron del contacto con sus familiares, incluyendo la de sus hermanos y padres regresando de sus actividades, incluyendo sus trabajos y actividades recreativas. Por lo tanto, derivado de este estudio se concluye la importancia de llevar a cabo medidas de seguridad e higiene en las comunidades y las familias y no la necesidad de cerrar los colegios de manera presencial para disminuir los contagios.

En el Reino Unido, un estudio realizado en 57,000 escuelas concluyó que los contagios del COVID-19 ocurren en los lugares donde se mezcla la gente. Adicionalmente, el estudio describe que los niños no son la fuente del contagio, más bien los jóvenes entre 20 y 30 años son los que mayoritariamente contagian a los niños y a los adultos mayores. Así mismo, en Israel los casos de contagio se incrementaron durante el mes de enero del 2021 y a pesar de ello, la sugerencia de mantener los colegios abiertos continuó siendo una prioridad debido a que no se contaba con evidencia que los contagios en los colegios aumentaran la propagación del virus SARS-CoV-2. Por lo tanto, se indica que si en los colegios se mantienen medidas que lo eviten, también se disminuirán los contagios en la comunidad entera (Day, 2021; Parshley, 2020).

Con base en la cronología de las infecciones, la tasa de casos positivos más alta ocurrió después de las vacaciones escolares y cuando existió evidencia clara de que los estudiantes asistieron a eventos familiares o sociales dentro de su comunidad. Adicionalmente, el índice de contagio más bajo ha ocurrido cuando la escolarización de las personas continuó ininterrumpidamente. Con base en ello, se concluyó que las infecciones en la escuela alcanzaron su punto máximo cada vez que los estudiantes regresaban de un receso escolar prolongado y no durante las clases presenciales (Gillespie, et al., 2021). Por lo tanto, los estudios comprueban que la asistencia de los alumnos a las escuelas de manera prolongada no es una causa principal de contagio, más bien la interrupción de las clases, son las que provocan el aumento de contagios.

Otra investigación realizada en Inglaterra por Ismail, et al. (2021) demostró que los contagios del COVID-19 en los niños de preescolar representó únicamente 1 de cada 1,000 niños al mes, en primaria 6 casos por cada 1,000 niños al mes y en secundaria 5 eventos por cada 1,000 jóvenes al mes. En todos los casos se encontraron asociaciones por contagio en sus comunidades. Finalmente, el estudio concluyó con que el mayor contagio se daba entre el personal de la escuela y no entre los niños.

Por último, un estudio en Suiza demostró que los niños entre 5 y 9 años tienen 22.7% menos de probabilidad de contagio que los niños mayores. Así mismo, el estudio concluyó que de 7,000 escuelas en Estados Unidos, los jóvenes de bachillerato se contagiaban tres veces más que los niños en primaria (Parshley, 2020).

De acuerdo a los líderes de los CDC (2021b), abrir las escuelas para clases presenciales de la manera más segura y rápida posible, así como mantenerlas abiertas, es importante considerando los muchos beneficios conocidos y establecidos de la educación presencial. Cabe destacar que los CDC son los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades y son uno de los componentes operativos más importantes del Departamento de Salud y Servicios Humanos de los Estados Unidos y trabajan para proteger a los Estados Unidos contra amenazas de salud y seguridad. Por lo tanto, de acuerdo a diversos trabajos y estudios en los CDC, recomiendan abrir los colegios tomando en cuenta los siguientes cuatro aspectos desde preescolar hasta bachillerato: (a) promover conductas que reduzcan la propagación del COVID-19, (b) conservar entornos sanos, (c) mantener operaciones saludables y (d) prepararse para cuando alguien esté enfermo. Así mismo, mencionan que es esencial trabajar estos aspectos en conjunto con toda la comunidad educativa, incluyendo a las autoridades de salud pública. Sin embargo, no existe evidencia alguna que los CDC recomienden mantener los colegios cerrados para disminuir los contagios de los alumnos y de los maestros (CDC, 2021a).

Así mismo, la tasa o índice de positividad (Pruebas positivas de COVID-19) recomendado por la OMS (Organización Mundial de la Salud) es máximo del 5%; sin embargo, en México, a pesar de que nos encontramos en niveles de 26.8% al 3 de marzo del 2021, este indicador no puede tomarse como válido vs. otros países debido al bajo número de pruebas que se aplican en el país. Por lo tanto, no puede considerarse como indicador para las decisiones sobre la apertura de las actividades educativas en los colegios del país.

En forma adicional, los líderes de los CDC sugieren mantener cinco aspectos esenciales para la reducción de los contagios dentro de los colegios y con ello mantener un ambiente de bajos contagios:

(a) lavado de manos, (b) uso de cubre bocas, (c) distanciamiento, (d) ventilación y (e) seguimiento o rastreo de contactos. Por lo tanto, manteniendo y siguiendo los protocolos adecuados y abordando estos cinco aspectos, los niveles de contagio originados dentro de los colegios han demostrado tener una positividad muy baja.

Conclusiones

Como conclusiones, en primer término se puede indicar que al inicio de la pandemia del COVID-19, cuando se decidió cerrar los colegios en diversos países, se creía que la transmisión del virus SARS-CoV-2 se contagiaba similar al H1N1, virus con el cual los niños son considerados de alto contagio. Sin embargo, después de un año de iniciada la pandemia se ha demostrado, que el contagio del virus SARS-CoV-2 en los niños es muy baja y ha contradicho lo que se creía al inicio (Lee & Raszka, 2021; Munro & Faust., 2020). Por lo tanto, el cierre de las clases presenciales no ha demostrado ser una medida eficaz para disminuir los contagios y la propagación del virus que pudiera abogar por el derecho a la vida de los niños, mientras si se están limitando otros de sus derechos al mantener los colegios cerrados en algunas partes del mundo, como México (Lee, 2020).

Como segunda conclusión, Zimmerman, et al. (2021) y Day (2021) determinaron que mientras la pandemia continúe, los contagios y la mortalidad no van a parar y hay que aprender a vivir con el virus y el cubre bocas. Sin embargo, la pandemia continuará independientemente de la apertura o cierre de los colegios y las clases presenciales, aunque la investigación demostró que la transmisión de los contagios dentro de los colegios es baja. Así mismo, tres estudios realizados en: Carolina del Norte en Estados Unidos, Suecia y Noruega demostraron que utilizando políticas y protocolos adecuados que mitiguen la propagación del virus SARS-CoV-2, tales como el uso de cubre bocas, distanciamiento físico, y lavado de manos los contagios en los colegios son mínimos y por lo tanto los colegios pueden abrirse de forma segura (Beusekom, 2021).

Como tercera conclusión, O’Leary (2021) realizó un estudio con más de 2,000 niños para demostrar el bajo contagio de los niños y la razón por la cual los colegios seguían cerrados en diversos países. El estudio concluyó que debe de priorizarse la apertura de todas las instancias de los niños, sobre todo sus colegios de tiempo completo y la enseñanza presencial sin excepción. En otro estudio, Parshley (2020) reportó que en Islandia se monitorearon 40,000 personas que habían salido positivos con COVID-19 concluyendo que los niños menores de 15 años tuvieron 50% menos de posibilidades de contagiarse que los adultos. Por otra parte, descubrieron que la mayor parte de los contagios de los niños venían de los adultos. Con esto, ambos estudios demostraron que hubo más contagios entre familiares que entre los niños en la escuela. Por lo tanto, si se desea disminuir los contagios, el cuidado debe de enfocarse más en otros lugares dentro de las comunidades y no en los colegios.

En cuarto lugar, en los casos de las escuelas abiertas durante el semestre de agosto a diciembre del 2020, los contagios del personal fueron bajos y todos ellos parecieron haber tenido sus fuentes de contagio fuera de la escuela (Gillespie, et al., 2021). Por lo tanto, para mantener a los niños seguros, podrían considerarse lugares como los colegios con estrictos y claros protocoles de seguridad e higiene en lugar de mantenerlos en sus comunidades con protocolos menos estrictos.

Finalmente, las conclusiones de las investigaciones que sustentan el presente artículo, indicaron que implementando políticas y protocolos adecuados de seguridad e higiene que incluyan: (a) lavado de manos, (b) uso de cubre bocas, (c) distanciamiento, (d) ventilación y (e) seguimiento o rastreo de contactos, los contagios del virus SARS-CoV-2 serán muy bajos y los colegios pueden reabrir sus puertas de forma segura (Day, 2021; Gurdasani, et al., 2021), independientemente de poder contar con la vacunación para el personal docente y administrativo de los colegios (Day, 2021 ; Zimmerman, et al., 2021). Por lo tanto, este estudio concluye que la hipótesis es correcta: el cierre de las escuelas, desde preescolar hasta bachillerato, no necesariamente es más seguro que su apertura.

Dr. Aaron Wornovitzky
Doctor en Liderazgo Educativo y Organizacional por Nova Southeastern University


Agradecimientos

Esta investigación fue posible gracias a la contribución, apoyo y revisión de: Anna Slomianski, Carol Perelman, Dalia Green, Gonis Borbolla, Keneth Peterson, Ludwig Johannsen y Maria José Gómez.

Referencias

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