El presidente Andrés Manuel López Obrador ha demostrado que quería el poder por el poder mismo y ser un político con una desmedida ambición de poder, que busca un retroceso a la época de los presidentes Díaz Ordaz, Echeverría o López Portillo, plantea el sociólogo mexicano Roger Bartra.

Entrevistado con motivo de la publicación de su libro “Regreso a la Jaula. El fracaso de López Obrador”, asegura que esa vuelta al pasado es imposible debido a la transición a la iniciada en el país a finales del siglo pasado.

Expone que el actual proceso electoral es muy importante porque en él se juega si se reproduce una mayoría aplastante o si se logra un equilibrio de poderes.

En el libro, editado por DEBATE, analiza las claves del éxito de López Obrador en las de 2018, lo que significa la llamada cuarta transformación, el discurso populista nacionalista y proceder autoritario, alejado de la izquierda del mandatario y el proceso de desmodernización del país y debilitamiento del Estado que ha emprendido. Además, analiza las posibilidades que tiene la social democracia en las condiciones actuales del país.

—¿Qué pasó con la transición a la democracia en , que usted señala, inició con una serie de tropiezos?

—La transición se inició a finales del siglo pasado, trajo la alternancia; el triunfo de Andrés Manuel López Obrador es fruto de esa transición democrática. Esos 25 años de transición son muy valiosos, pero hoy en día están en peligro, porque el actual parece encaminado a regresar al autoritarismo político de los años sesenta y setenta del siglo pasado.

Este es el eje del libro. La transición ha tenido éxito, pero ha desembocado, paradójicamente, en una situación peligrosa, que nos pone ante una amenaza autoritaria.

—¿Qué explica el triunfo de López Obrador en las elecciones de 2018?

—Una de las tesis que sostengo en el libro, es que el triunfo de López Obrador fue, en gran medida, propiciado y auspiciado por el propio PRI, por el gobierno del presidente, Enrique , por tres razones fundamentales:

  1. Porque el candidato del PRI en las elecciones de 2018, José Antonio Meade, no era priista, era muy débil, tenía un perfil muy débil y parecía destinado a perder.
  2. El presidente Peña Nieto, destruyó la candidatura del panista, Ricardo Anaya, que era el que seguía, a López Obrador. La destruyó con una denuncia penal que hizo la entonces Procuraduría General de la República, totalmente falsa, como se supo después.
  3. El PRI y el gobierno de Peña Nieto, canalizaron muchos millones de votos hacia López Obrador, porque, de alguna manera, les pareció, ya hacia el final, la opción menos dañina para ellos.

—¿Para qué quería el poder este presidente?

—Como suele suceder con mucha frecuencia, quería el poder, por el poder mismo. Ha demostrado ser un político con una ambición increíblemente desmedida, desaforada, por tener poder. Ese ha sido uno de los problemas principales que ha generado su régimen.

Nada más, observando su mudanza de la sede del gobierno en la casona de Los Pinos, al Palacio Nacional, da una idea de esa tremenda ambición del presidente, que contrasta con lo que pregona constantemente, de que no tiene ambición de dinero. Y es cierto, él no tiene ambición de dinero, él tiene una ambición mucho más fuerte, que es la ambición por el poder.

—¿Por qué sostiene que que estamos ante un intento de restaurar el antiguo régimen autoritario?

—He hecho un análisis detallado de las propuestas de López Obrador, las que ha cristalizado en sus libros, los famosos 100 compromisos, etcétera y saco en conclusión que el objetivo político del presidente es un retroceso a la situación que vivíamos en la época de [Gustavo] Díaz Ordaz, de [Luis] Echeverría y [José] López Portillo.

Él lo ha dicho claramente, él admira este periodo. Ahora, está muy claro en muchas de las acciones de su gobierno, que busca de nuevo esa estatización de la economía que existía en aquella época, el poder presidencial que tenían los mandatarios en aquella época que era absolutamente desmedido y esa es otra ambición que se observa  en el gobierno actual.

Voy analizando, paso por paso esos elementos que me parece que indican, como lo dice el titulo del libro, un regreso a la jaula de la melancolía, a la jaula del autoritarismo nacionalista revolucionario de aquella época, la época previa al neoliberalismo que tanto critica López Obrador.

—¿Por qué sostiene que es imposible esa restauración?

—Es incluso casi un axioma para los historiadores. Incluso la restauración clásica, la restauración de la monarquía en Francia, en realidad no fue una verdadera restauración. El desarrollo histórico de los países puede desembocar en situaciones muy dramáticas, criticas y de gran decadencia, pero nunca ocurre un regreso a las condiciones previas.

En México no hay visos de que eso pueda ocurrir, entre otras cosas por la transición democrática. Creo que ya se ha afianzado, relativamente, aunque de manera embrionaria la democracia en México y, por lo tanto, esta democracia, incipiente si se quiere, impide un retorno a la época autocrática de Díaz Ordaz o de Echeverria y López Portillo.

—¿Por qué es tan importante el proceso electoral en marcha?

—Es importante por lo que se está jugando: si se reproduce esta mayoría aplastante, que logró el gobierno con muchas mañas y corrupción o bien se logra un equilibrio de poderes. Ahora mismo, el gobierno está agrediendo al , justamente porque ha puesto una serie de mecanismos que podrían impedir que se aplaste la Constitución y se sobrepase el 8% de sobre representación de los partidos en el , que es lo que ha ocurrido anteriormente con trampas.

El gobierno quiere repetir esa mayoría aplastante, que se requiere para modificar la Constitución y aplastar a los otros poderes. Y la oposición, que está muy dividida, variopinta, con muchas diferencias, quiere frenar eso. Eso es lo que está en juego: si se va a logar un  equilibrio de poderes o se va a mantener la mayoría aplastante, arbitraria, impuesta de Morena.

—¿En el escenario que Morena y sus aliados no lograran la mayoría en el Congreso qué podríamos esperar?

—Se va a poner muy nervioso y el nivel de tensiones va a aumentar; va a dar más patadas, va a haber más agresividad, a utilizar los instrumentos poderosos que tiene el presidencialismo, para aplastar a la oposición, a los críticos, etcétera. Tambien va a aumentar la presión porque es muy posible que, al año siguiente, se convoque a un plebiscito, que implica la posibilidad de revocación del presidente. Eso va a alterar mucho el ambiente político, lo va a polarizar, lo va a envenenar. Si después de las elecciones realmente la oposición avanza, veo un futuro de muchas tensiones. Y si no avanza, va a seguir sucediendo lo que hemos visto en estos dos años y pico: una imposición cada vez mayor del poder autocrático del presidente.

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