Hace algunos días abrimos aquí un espacio para escribir sobre las condiciones de trabajo de los docentes contratados por hora en instituciones de educación superior (IES) en México y propusimos comentar en esta ocasión qué funciones desarrollan, cuáles son sus expectativas y qué tipo de mercado laboral han configurado.
A raíz del movimiento de los profesores de asignatura de la UNAM, se ha visibilizado lo que desde hace cerca de diez años planteamos en diversos espacios de difusión: sus condiciones de trabajo son desfavorables y la precariedad laboral es la constante en este conjunto de trabajadores docentes, tanto en el sector público como en el privado. Esta condición precaria se distingue en la corta duración de sus contratos, lo que exceptuando a los profesores de asignatura definitivos (un segmento poco cuantioso), reduce notoriamente sus beneficios laborales y de seguridad social, además de sus ingresos.
Hasta hace muy poco tiempo, casi nada se había dicho de los profesores de tiempo parcial, ni desde la política pública, ni desde la investigación educativa; las autoras de este texto planteamos entonces que mientras la figura del profesor investigador de tiempo completo se había constituido como el espejo de la excelencia de las universidades, el profesor temporal pasó al olvido: son prácticamente inexistentes los programas de estímulos y de profesionalización dirigidos a esta categoría laboral a pesar de que conforman cerca del 80% de toda la planta docente de nivel superior.
En diversos trabajos en colaboración con otros colegas, planteamos que los profesores de asignatura están contratados exclusivamente para impartir docencia, pero muchos de ellos también desarrollan actividades de investigación y difusión a fin de mejorar sus posibilidades para obtener un tiempo completo, lo cual es poco frecuente debido a que no ha habido un cambio generacional en el sistema de educación superior. Las actividades adicionales que realizan pocas veces redundan en la mejora de sus condiciones laborales, pues los programas de estímulos están dirigidos principalmente a los profesores de tiempo completo. Todo esfuerzo adicional, en este sentido, si bien favorece el logro de las funciones de la universidad, no redunda en mejores condiciones para la permanencia o la estabilidad laboral.
En lo que respecta a la actividad docente, cada hora frente a grupo requiere al menos el doble de tiempo para la preparación y evaluación, pero las horas frente a grupo son las únicas contabilizadas en el pago por hora, no se consideran el diseño de contenidos o materiales, ni la evaluación. No es poco frecuente que haya por ello desmotivación, estrés y agotamiento debido al alto número de horas que deben impartir para completar sus ingresos y de horas adicionales de preparación.
En las universidades públicas el salario de los profesores por hora es bastante difícil de calcular considerando la antigüedad y los beneficios adicionales al mismo, si bien entre las estatales y federales oscila en un parámetro general de entre $90 y $220. En las privadas el promedio ronda entre $120 y $180, pero los docentes carecen de prestaciones adicionales a la seguridad social y en muchos casos su régimen laboral es por honorarios.
El gran mercado ocupacional de la educación superior distingue dos segmentos laborales claramente diferenciados: el mercado docente y el académico, con interacciones basadas en las expectativas de quienes forman parte del primero con aspiraciones de movilidad hacia el segundo, y la aspiración de consolidar una carrera en la investigación. El primero se distingue por sus bajos salarios, la corta duración del contrato y alta itinerancia laboral; mientras que el segundo, por su estabilidad, diversidad de programas de estímulos a la productividad y una carrera a escalar con diversos niveles y categorías.
Los profesores de tiempo parcial constituyen un segmento laboral altamente calificado, muchos de ellos, con larga experiencia docente. Sus condiciones de trabajo no parecen reconocer su formación, ni sus aportaciones al sistema de educación superior. Es indudable que se requiere generar acciones y políticas para su desarrollo, sin demérito de otras categorías laborales en la educación superior.