Con pleno conocimiento de causa, Christopher Landau, el anterior embajador de en , pronunció una conferencia ante un grupo de colegas suyos hace unos días. El diario Reforma reseñó los principales comentarios hechos por Landau, pero por la importancia y pertinencia que revisten, quisiera volver sobre ellos. Sobre todo porque confirman lo que muchos habíamos supuesto o pensado, tanto sobre acontecimientos ya pertenecientes al pasado lejano, como otros más cercanos. Además de leer con atención la excelente traducción de José Díaz-Briseño, escuché la ponencia entera de Landau en inglés; me inspiro en ambas para estas reflexiones, sin aburrir al lector con citas.

A una pregunta sobre la responsabilidad de en el triunfo de López Obrador en 2018, Landau respondió con un sorprendente sentido de la reciente. Sostuvo que la explicación de la llegada de yacía en la decisión del PAN (y de Fox) en el año 2000 de no “ barrer bien la casa” y de no acabar con los efectos y las consecuencias de 80 años (sic) de gobiernos del PRI. Aunque luego subraya que fueron los gobiernos del PAN los que no cumplieron con su responsabilidad histórica, en realidad el único que tuvo el mandato para proceder así fue el de Fox. Por razones que he explorado en varios libros, y que otros han detectado en trabajos ulteriores también, Fox no lo hizo. No le echo la culpa de AMLO al expresidente, pero creo que Landau tiene razón.

Ilustración: Oldemar González

Sobre el momento actual, el exembajador explica, a propósito de la migración y de los otros temas de la agenda bilateral, lo que muchos han sospechado desde mediados de 2019, cuando se fraguó el pacto faustiano entre Trump y López Obrador. Dice que AMLO entendió muy bien la importancia que encerraba el tema migratorio para su homólogo. Confiesa que él mismo y sus jefes en Washington hubieran podido plantearle al mexicano miles de asuntos importantes (“a gadzillion issues”); entre otros, la defensa de los intereses de inversionistas norteamericanos de energía en México, pero que optaron por no “molestarlo” con dichos temas. Mejor sacarle a AMLO lo importante, y dejar para después lo demás. Ya he insistido en  que Biden ha aceptado, en los hechos, el mismo pacto con López Obrador. Entre dos cínicos como AMLO y Trump se entiende; veremos si el ala izquierda de Biden se lo acepta tan fácilmente.

Sobre el narco, Landau también es sorprendentemente franco. Explica cómo López Obrador tuvo desde el principio una agenda social interna muy ambiciosa, y que pensaba, al igual que Lyndon Johnson con Vietnam, que la guerra contra el narco podía distraerlo de dicha agenda. Por ello, prefirió darle una prioridad menor al tema, creando un problema para Washington, que no tuvo más remedio que aceptar, por un tiempo. El mexicano adoptó una actitud de laissez-faire ante los cárteles, insistiendo que deseaba evitar un conflicto con ellos. En esto me veo obligado a estar de acuerdo con López Obrador; mejor un modus vivendi con los cárteles, aunque a cambio de algo: una reducción significativa de la violencia. Huelga decir que no se ha conseguido.

Por último, el tema chino. Landau evoca su conversación con el ingeniero Slim, para la cual las tarjetas que le prepararon indicaban que debía objetar cualquier arreglo al que América Móvil llegara con Huawei para la red 5G en México. El magnate mexicano preguntó por las alternativas y, en su conferencia, Landau confiesa que no llevaba nada en sus tarjetas para responder. Lo interesante es que, al igual que con y Obama a propósito del involucramiento de Huawei en la red troncal de la CFE, Washington no ve bien la presencia en México. Reforma sugiere que el ingeniero no ha firmado con la empresa china; en otra parte de su respuesta, Landau revela que al presentarle credenciales a López Obrador, éste le confirmó que México no aspiraba a “jugar la carta china contra Estados Unidos”. A diferencia de la rusa, por lo que se deduce de la incomprensible invitación a Putin de asistir a la celebración del 15 de septiembre.

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