Como es público y notorio, el Presidente está en campaña. Quiere que Morena y sus aliados ganen las próximas elecciones de junio. Hay un tema del cual habla muy poco. Siempre trata de evadirlo. Me refiero al crecimiento económico o, más bien, decrecimiento. Es lógico. Los resultados son muy malos.
En materia económica, las cosas comenzaron a empeorar desde que el entonces Presidente electo cancelara la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM) en Texcoco, en octubre de 2018.
A pesar de que la economía estadunidense creció 2.1% en 2019, la mexicana se desaceleró ese año al punto de decrecer en -0.5%. Luego, en 2020, se nos vino encima la pandemia por covid-19, con tres meses de confinamiento, lo cual significó la peor caída del Producto Interno Bruto (PIB): -8.5% respecto a 2019, la más profunda desde la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado.
Mientras Estados Unidos ya está en un franco proceso de recuperación económica, la situación mexicana sigue dubitativa. En una estimación oportuna, el PIB del primer trimestre de este año creció sólo 0.4% respecto al último trimestre de 2020. En términos anuales, entre el primer trimestre de 2021 con el de 2020, se presentó una caída de -2.9%. De esta forma, suman ya seis trimestres consecutivos de disminución de la economía nacional en términos anuales. El PIB de México todavía está por debajo del nivel que tenía antes de la pandemia.
De acuerdo al pronóstico de la Secretaría de Hacienda, la economía mexicana crecerá en 5.3% este año. Para lograr esta meta, el PIB tendría que crecer a una tasa promedio de 8% anual en los tres trimestres que faltan del año. Se ve muy difícil.
La gran apuesta del gobierno de AMLO es que Estados Unidos jale a México en la recuperación económica. Nuestro vecino del norte está en un boom económico. Este año se pronostica que crecerán al 6.5%, lo cual significará un incremento en las exportaciones mexicanas a ese país y un nuevo aumento en las remesas que envían nuestros paisanos desde Estados Unidos, las cuales, por cierto, están en niveles récord. Eso sí lo presume el presidente López Obrador como si fuera un gran logro, cuando es una vergüenza para el país depender tanto de connacionales que tuvieron que emigrar para encontrar las oportunidades económicas que no hallaron en México.
Un país no puede crecer sin inversión. El problema de fondo de este gobierno es que genera desconfianza entre los inversionistas. Los números demuestran que AMLO es un “mata inversiones”.
El año pasado, la inversión alcanzó su nivel más bajo desde 1996: 18.8% como proporción del Producto Interno Bruto. En 2021 continuó cayendo. En enero de este año acumulamos 24 meses consecutivos con tasas anuales negativas en la inversión fija bruta. La trayectoria negativa inició en febrero de 2019 y, entre ese mes y enero de 2021, la tasa de crecimiento anual promedio ha sido de -11.9% por mes. A principios de este año, la inversión fija bruta estaba al mismo nivel que en julio de 2010.
Decisiones como suspender la construcción del NAIM de Texcoco, renegociar los contratos con las empresas de gasoductos, cancelar los permisos de una cervecera en Mexicali, modificar las reglas de la industria eléctrica, aprobar una nueva Ley de Hidrocarburos y construir obras públicas de dudosos resultados (Tren Maya, aeropuerto de Santa Lucía, refinería Dos Bocas) han ahuyentado a los inversionistas. Por segundo año consecutivo, la consultora Kearney dejó fuera a México de los 25 países con mayor capacidad de atraer y retener capital proveniente del extranjero.
Al problema de la falta de crecimiento hay que sumar, ahora, un incremento inflacionario. En la primera quincena de abril, la inflación al consumidor alcanzó su nivel más alto en más de tres años. Los precios aumentaron 6.05% en términos anualizados, muy por encima de la meta del Banco de México de entre tres y cuatro porcientos.
La razón más importante de este incremento fue el aumento internacional del petróleo y sus derivados, que llevaron a que las gasolinas se elevaran 34% en México, comparados con hace un año.
Los números no mienten. Los resultados económicos durante este sexenio son muy malos.
Desaceleración seguida de la peor crisis económica con un dubitativo proceso de recuperación. Ahora, inflación que podría llevar a un incremento de las tasas de interés, lo cual ralentizaría el de por sí lento crecimiento. No por nada AMLO evade este tema y mejor se dedica a pelearse con sus demonios para distraer la atención.
Twitter: @leozuckermann