Más allá de declaraciones estúpidas de políticos irresponsables y paranoicos, sí tiene un problema de desabasto de medicinas en el sector público. A continuación, gloso el reporte Mapeo del desabasto de medicamentos en México. Informe de transparencia de salud 2019-2020, elaborado por las 55 organizaciones que integran el Colectivo Cero Desabasto.

Primero, para aquellos que exigen que se diga de qué tamaño es el problema antes de hacer juicios lapidarios en contra de los funcionarios responsables (y sí, estoy pensando en Hugo López-Gatell), presento las cifras obtenidas a partir de 360 solicitudes de información por medio de la Plataforma Nacional de Transparencia:

En 2019, el IMSS emitió 227 millones recetas, mientras en 2020 la cifra llegó a 203 millones —24 millones menos—. En el primer año, 98% fueron surtidas de forma efectiva, mientras que cae considerablemente a 92% en el siguiente. Es decir, aun con menos recetas emitidas en 2020, la falta de acceso oportuno a medicamentos aumentó de forma considerable.

La misma situación se replica en el ISSSTE (aunque en menor medida), ya que en ambos años el instituto expidió 64.9 millones de recetas, de las cuales el 97.2% fueron totalmente surtidas, 2.5% parcialmente y 0.3% fueron negadas. Esto deja al ISSSTE con un promedio nacional de recetas no surtidas del 2.8%, es decir, 1.8 millones de recetas parciales y negadas.

El Sistema INDICAS (coordinado por la Secretaría de Salud), registra que, tanto en 2019 como en 2020, una de cada cuatro recetas no fue surtida de forma completa en la primera ocasión que la presentó el paciente en las unidades de primer nivel de atención.

No hay duda: el desabasto se agudizó durante los dos primeros años del sexenio, sobre todo en los hospitales que gestiona la Secretaría de Salud.

En varias partes del reporte, se reconoce la corrupción que existía en el pasado, antes de la llegada del de López Obrador. Incluso que también había desabasto, aunque no en los niveles actuales. Algo tenía que hacerse para resolver estos problemas. La solución, sin embargo, resultó peor.

Primero, por la desaparición del Seguro Popular que pasó al Instituto de Salud para el Bienestar (Insabi), una organización hecha al vapor y sin reglas de operación. Luego las reformas, también precipitadas, para trasladar facultades del IMSS a la Secretaría de Hacienda a fin de realizar las compras consolidadas de medicamentos. Esto derivó en retrasos en las licitaciones, asignaciones directas deficientes y un enfrentamiento con privadas que tuvieron que cerrar plantas productoras de medicamentos.

Desesperado, el gobierno le solicitó a la Oficina de las Naciones Unidas de Servicios para Proyectos que les ayudara en las compras. Pero esta organización no pudo con el paquete. Además, la distribución quedó a cargo de una nueva empresa del Estado, Birmex, que no contaba con las capacidades, infraestructura, recursos ni logística para proporcionar este servicio a lo largo y ancho de este enorme país.

Es por eso que hoy tenemos esta crisis de desabasto que, por cierto, me adelantó Salomón Chertorivski hace ya más de dos años cuando lo entrevisté en mi programa de televisión.

El reporte que gloso no deja dudas de los costos de la pésima actuación gubernamental: “Hasta el momento las pérdidas han superado por mucho a la lucha contra la corrupción: no hay ningún funcionario sancionado por actos de corrupción en la compra de medicamentos y la crisis de desabasto ha llevado a un punto en el que costará mucho más del público adquirir y distribuir los medicamentos en el país. Además, no hay medicina más cara que aquella que no se tiene”.

El problema se ha hecho más visible por el caso de los niños con cáncer. Varias familias se han amparado. Gracias a los jueces, algunos han conseguido los medicamentos para tratar a sus hijos. Otros no. El reporte presenta el testimonio de varios pacientes víctimas del desabasto como el siguiente:

“En febrero de 2021 tuvimos la oportunidad de hablar con Cristal y su papá sobre las barreras en el acceso a sus tratamientos oncológicos; en reiteradas ocasiones nos comentaron su preocupación al no poder conseguir una cita médica para revisión de la pequeña, quien llevaba ya un par de semanas con dolor de cabeza. Dos meses después, Cristal a sus cinco años perdió la visión por completo a causa de la reaparición de su retinoblastoma”.

Doctor López-Gatell, en lugar de estar buscando conspiraciones internacionales, póngase a trabajar para que no haya más niños que pierdan la vista o se mueran por su incompetencia.

Twitter: @leozuckermann

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