Hace un par de días, Marcelo Ebrard -muy ufano- publicaba la recepción de 150 mil dosis de la vacuna Sputnik V, y aseguraba que “Gracias a esto podemos tener la posibilidad de mejorar nuestras vidas, entre la incertidumbre de la pandemia”. Sin demeritar sus albricias, es importante que el canciller atienda la agenda de la protección de nuestros connacionales en el extranjero con el mismo esmero.
Lo anterior, dado que, mientras se presumen los donativos de vacunas, se le “carga la mano” a las embajadas y consulados con nuevas responsabilidades (dado que AMLO se negó a mantener las oficinas de ProMéxico y del Consejo de Promoción Turística en el extranjero). Allende de lo anterior, el presupuesto destinado a la atención, protección, servicios y asistencia consulares para mexicanos en el extranjero disminuyó considerablemente.
Si comparamos los recursos asignados para 2021 ($129,029,646.00 m.n.), con el ejercicio 2020 ($129,808,686.00 m.n.), la disminución es menor a un millón de pesos. Sin embargo, al compararlo con 2019 ($142,477,949.00 m.n.), la diferencia es de casi 13.5 millones de pesos. El recorte más grave se aprecia al comparar el presupuesto de este año y el último de Enrique Peña Nieto, ya que en 2018 los servicios y asistencia consulares contaban con un presupuesto $175,000,000.00 m.n., es decir, casi 46 millones de pesos menos para 2021, es decir, -26.27%.
Cabe recordar que la desaparición de los fideicomisos y recortes a las aportaciones para los organismos de la sociedad civil (OSC), causaron importantes estragos en el desarrollo cotidiano de las organizaciones y albergues que brindan atención a migrantes nacionales, que en su mayoría son deportados hacia la frontera norte de México, así como extranjeros refugiados. La consecuencia de tales decisiones es sumamente tangible en las fronteras. El campamento ubicado en la garita internacional de Tijuana conocida como “El Chaparral”, hace patente la ineptitud de nuestras autoridades y la vulnerabilidad de nuestros hermanos migrantes.
En contraste, el presidente de México abrió la puerta a migrantes extranjeros que decidan asentarse en nuestro país y destinará 90 millones de dólares (algo así como 1,755 millones de pesos) a Centroamérica, además de becar a más de 11 mil jóvenes hondureños y salvadoreños, en sus respectivos países. Aquí sí que aplica el dicho: “candil de la calle, oscuridad de su casa”. Y eso que el tabasqueño sigue empecinado en que “la mejor política exterior es la interior”.
Así, la emigración de mexicanos ya no sólo se debe a la falta de buenos trabajos y sostenibilidad económica en sus hogares, se trata de una crisis humanitaria para salvaguardar la vida y libertad ante la inseguridad que prevalece en la mayor parte del territorio nacional y en Centroamérica. Por lo que la movilidad humana se ha convertido en una necesidad de sobrevivencia.
“Queremos que la migración sea optativa, no obligatoria. Vamos a lograr que los mexicanos tengan trabajo, prosperen y sean felices donde nacieron, donde están sus familiares, sus costumbres y sus culturas”, declaró López Obrador durante su toma de posesión como presidente. Lo que nunca aclaró fue cuándo sucederá.
En virtud de semejantes descuidos, es imperativo que en la frontera norte de México se atienda este fenómeno de manera puntual, efectiva y profesional. Particularmente, en Baja California se requiere de la Secretaría de Atención al Migrante, con servidores públicos especializados y altamente capacitados. Ojalá que la próxima gobernadora sí se aplique y no pase de noche como el gobernador efímero de Baja California.
Post Scriptum. “¡Los mexicanos nacemos donde nos da la rechin%&$a gana!”, Chavela Vargas.
* El autor es doctorando en Derecho Electoral y miembro del Instituto Nacional de Administración Pública.
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