En 2020, en plena pandemia, las exportaciones de residuos desde hacia algunos países de América Latina aumentaron en más del 100%. A escala mundial, existe una creciente preocupación sobre el envío de residuos plásticos desde potencias, como Estados Unidos, hacia naciones pobres con débiles legislaciones y controles.

Estados Unidos exportó 44.173 toneladas de plástica a 15 países latinoamericanos, entre enero y agosto de 2020, lo que significó el envío de por lo menos 35 contenedores diarios a la región con estos residuos. Esto ocurre en medio de un creciente rechazo mundial al comercio transfronterizo de desechos plásticos por su impacto en los países receptores, generalmente en vías de desarrollo.

Esta es una de las revelaciones de investigaciones realizadas por organizaciones ambientales de , Ecuador, Argentina y Chile, con el apoyo de la Alianza Global para Alternativas a la Incineración (GAIA, por sus siglas en inglés), que promueve estrategias de basura cero. La investigación de México se titula “Cuando la basura plástica nos alcanzó y nos rebasó: Escenario mexicano frente a la entrada en vigor de la Enmienda de Plásticos del Convenio de Basilea: Claves, aproximaciones y alternativas para entender y enfrentar la crisis por contaminación plástica [1] ” y el Resumen Ejecutivo de los cuatro países mencionados se llama “La Basura Plástica llegó a América Latina: tendencias y en la región[2].

Según GAIA, América Latina y el Caribe se están convirtiendo a pasos acelerados en un nuevo destino de la basura plástica mundial, en especial de la procedente de Estados Unidos, el mayor exportador de estos desechos. La región se ha sumado a países del sudeste asiático como receptores de estos desperdicios.

Este movimiento es parte de una nueva tendencia que se originó en 2018 después de que China restringiera esas importaciones. En ese año, la potencia asiática cerró las puertas a los desechos plásticos de Estados Unidos, que llegaban sucios o eran difíciles de reciclar, lo cual generaba mayor contaminación en su territorio.

Ahora ese flujo ha desembarcado en puertos y fronteras de la región y la tendencia es hacia el alza. De acuerdo a la información recopilada, México, El Salvador y Ecuador son los principales destinos en América Latina de estos desechos plásticos. Solo entre enero y agosto de 2020, llegaron 32.650 toneladas a México; 4.054 toneladas a El Salvador; y 3.665 toneladas a Ecuador. El estudio se concentró en los casos de México y Ecuador.

Ambos países registraron fuertes incrementos en las importaciones de desechos plásticos desde Estados Unidos, pese a la pandemia. “En México, en 2019, los envíos no superaron las 4.000 toneladas mensuales. Pero en julio de 2020, se registró un súbito aumento a más de 6.700 toneladas. Entre enero y agosto de 2020 el crecimiento de estas importaciones fue del 135%” reportaron las organizaciones Academia Mexicana de Derecho Ambiental, Acción Ecológica, Asociación Ecológica Santo Tomás, Fronteras Comunes, Greenpeace y LIDECS todas miembros de GAIA.

Ecuador tuvo un repunte similar en el mismo periodo del 137%. En enero de 2020 importó desde Estados Unidos 446,3 toneladas y en agosto la cifra fue de 1.059,7 toneladas. Anualmente, las compras de estos desechos por ecuatorianos equivalen a la producción total de residuos plásticos de 40 cantones del país sudamericano. Este es un grave contrasentido para una nación que entierra el 96 % de su basura.
Por estados, California fue el principal exportador de desechos plásticos a estos dos países de la región. Estos desechos ingresaron a México, principalmente por vía terrestre en camiones. A Ecuador, a través de sus puertos. California lidera las exportaciones de residuos plásticos a países con mala gestión de residuos. México, El Salvador y Ecuador están entre los 13 países del mundo que más desechos plásticos reciben desde California, según cifras de la base de datos de libre comercio internacional de Estados Unidos, USA Trade Online, levantadas por la organización norteamericana The Last Beach Cleanup.

Chile y Argentina están en el lado opuesto. Estos países tienen importaciones mínimas de residuos plásticos en comparación con México y Ecuador. A Chile llegaron 102 toneladas entre enero y agosto de 2020. A Argentina, 301 toneladas en el mismo lapso. Este último país tiene normas restrictivas para el ingreso de residuos peligrosos y de desechos recolectados en la calle o procedentes de la industria desde el exterior. Pero en 2019, el presidente Mauricio Macri flexibilizó el ingreso de esos desechos al derogar el Decreto 181 de 1992, una medida que fue revertida por su sucesor, Alberto Fernández.

En México, las investigadoras reportaron la existencia de legislaciones con vacíos, inconsistencias y duplicidades en una serie de normas que abordan este tipo de información relativa al movimiento transfronterizo de los desechos plásticos. “Existe un gran hermetismo por parte de las autoridades ambientales de dar información sobre el aumento de las importaciones de plásticos a México, de su quema en hornos cementeros y otras formas de reciclaje energético y contaminante, pero además, las discrepancias de información entre diferentes dependencias mexicanas, son espeluznantes, como lo es ya la contaminación incontrolable por plásticos y más espeluznante aún, las propuestas de que México cuente con una economía circular que permita la incineración de residuos y tóxicos ” declaró Marisa Jacott, Directora de Fronteras Comunes.

En Ecuador, hay normativas que establecen regulaciones a todo movimiento transfronterizo de residuos o desechos, sean peligrosos, especiales o no peligrosos. Estos deben contar con la autorización del Ministerio del Ambiente, pero esa entidad solo ha recibido tres solicitudes, lo cual contrasta con el creciente número de importaciones hacia ese país.

GAIA no es la única organización que ha observado con preocupación el aumento de los flujos de desechos plásticos hacia la región. En agosto de 2020, la Interpol publicó un informe que menciona el crecimiento del sector reciclaje en América Latina, lo que podría abrir nuevos mercados para los residuos plásticos, sobre todo de Estados Unidos. Explicó que existen crecientes inversiones en la región para implantar nuevas instalaciones de reciclaje en México, Argentina y otros países de América Central, del Sur y en el Caribe.

América Latina, obligada a controlar el comercio de basura plástica
En los países de estudio, la investigación evidenció la falta de información y de controles por parte de las autoridades a los desechos plásticos que ingresan a sus territorios. Aquello supone un mayor reto para la aplicación del Convenio de Basilea y de su Enmienda de plásticos, de la que son suscriptores casi todos los países latinoamericanos, con excepción de Haití.

El Convenio de Basilea es un acuerdo internacional sobre el control de los movimientos transfronterizos de los desechos peligrosos y otros desechos. En mayo de 2019, los países parte adoptaron la Enmienda de plásticos ante la creciente contaminación mundial por basura plástica y microplásticos.

La Enmienda de plásticos agregó al acuerdo el control de los residuos plásticos mezclados, no reciclables, sucios y halogenados (que generan emisiones tóxicas cuando se someten a ciertas temperaturas o son quemados), así como todos los residuos plásticos no destinados a un reciclaje ambientalmente racional. Su propósito es mejorar el control de los movimientos transfronterizos de los desechos plásticos y evitar que los países industrializados inunden a los países pobres con su basura. No es una prohibición a la importación, pero sí requiere a los exportadores el consentimiento de los países receptores. La Enmienda entró en vigencia en enero de 2021.

En la región, los gobiernos están adaptando sus legislaciones para acoger los postulados del acuerdo, pero la investigación demuestra graves deficiencias respecto a la transparencia de las cifras sobre este tipo de importaciones y la existencia de registros aduaneros imprecisos y ambiguos que no permiten saber qué tipo de desechos plásticos y en qué estado llegan a los puertos latinoamericanos.

A ello se suman otros desafíos como los acuerdo bilaterales o multilaterales como tratados de libre comercio como el existente Estados Unidos, México y Canadá (T-MEC), que abren las puertas al ingreso de esos desechos y entran en conflicto con los postulados del Convenio de Basilea.

Para Magdalena Donoso, coordinadora en América Latina de GAIA, la región vive un nuevo colonialismo. “Los recursos naturales de la región latinoamericana han sido desde los tiempos de la colonia explotados y extraídos de manera sistemática y brutal. Hoy estos materiales se exportan en grandes cantidades, mientras muchos de ellos son devueltos a nosotros en la forma de residuos y productos baratos hechos de materiales reciclados tóxicos. Este es a todas luces un nuevo colonialismo de los países del norte, los que hoy exportan su problema de generación excesiva de residuos hacia los territorios latinoamericanos”, afirma.

GAIA y sus organizaciones aliadas en los países de estudio exigen a los gobiernos el cumplimiento del Convenio de Basilea y mayor transparencia sobre el tipo de desechos plásticos que están llegando a la región, para evitar que nuestros países se conviertan en nuevos vertederos de la basura mundial.

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