Este miércoles se cumplirán tres años de la toma de posesión de López Obrador como presidente. El evento se festejará con una movilización en el Zócalo capitalino donde el mandatario dará otro informe más sobre su gobierno. Con toda seguridad, la Plaza de la Constitución se llenará con una combinación de acarreados y personas que asistirán por su propia voluntad, ya que siguen apoyando a AMLO.
El Presidente enseñará que todavía tiene músculo en las calles; que es el único político que hoy puede llenar el Zócalo. A pesar de los malos resultados de su gobierno en materia de seguridad, economía, salud, educación y manejo de la pandemia de la covid-19.
Hasta ahora, las encuestas han demostrado fortaleza en la popularidad presidencial. En el Modelo de Poll of Polls de oraculus.mx, 62% de los mexicanos aprueba la manera en que López Obrador está gobernando. Lleva casi dos años, 2020 y 2021, con ese mismo porcentaje.
Nada mal. Sin embargo, todas las encuestas también demuestran que el gobierno de AMLO está reprobado en los resultados de su gobierno. La población quiere al Presidente aunque desaprueba la gestión gubernamental. Lo ven como un mandatario con liderazgo, cercano a la gente y honesto.
Será interesante en las encuestas que salgan esta semana el efecto que tendrá la inflación en la aprobación presidencial. Tradicionalmente, cuando los precios aumentan, la popularidad baja. Es un tema muy sensible para la opinión pública. El Inegi informó la semana pasada que la inflación anual alcanzó 7.05% anual con una preocupante tendencia al alza.
¿Será que eso sí afectará la popularidad de AMLO? Ya veremos.
Por lo pronto, cada vez es más evidente cómo un segmento de la población se ha sentido decepcionado con el Presidente. Me refiero a los jóvenes y adultos de clase media que viven en las ciudades y tienen algún tipo de estudios universitarios. Este grupo, que en 2018 votó mayoritariamente por López Obrador, fue el que más abandonó a Morena en las pasadas elecciones intermedias, de acuerdo con las encuestas de salida.
He tenido la oportunidad de platicar con varias de estas personas desilusionadas. En 2018 estaban animadísimos por la llegada de AMLO al poder. De verdad creían que habría una gran transformación de dimensiones épicas. Les gustaba mucho el discurso igualitario del tabasqueño y su promesa de combatir la corrupción. Además, pensaban que sería un líder que apoyaría causas típicas de la nueva izquierda mundial como el derecho de las mujeres a interrumpir voluntariamente el embarazo, la legalización de la mariguana y la protección del medio ambiente. Finalmente, compartían la idea de AMLO de regresar a los militares a los cuarteles.
Hoy, tres años después, se sienten decepcionados. Son gente inteligente a la que difícilmente pueden engañar las triquiñuelas comunicativas del Presidente. Ya se dieron cuenta que la política económica no ha funcionado y lejos está de resolverse la desigualdad social; por el contrario, hoy hay más pobres que en 2018. Leen los periódicos y ven las noticias por lo que se enteran de los casos de corrupción de este sexenio que han sido tolerados por Palacio Nacional. Han visto con sus propios ojos el conservadurismo del Presidente en materia de aborto, drogas y cambio climático.
Y, desde luego, están preocupados por la creciente militarización del país. Sienten, con razón, que Andrés Manuel López Obrador incumplió su promesa de regresar a soldados y marinos a sus cuarteles y, por el contrario, les ha entregado mucho poder y dinero que será difícil de quitárselos en el futuro.
Ya no están dispuestos a que los engañen más. Ellos querían una verdadera transformación y no un proyecto de concentración de poder en el Ejecutivo federal con el respaldo de las Fuerzas Armadas.
Les cuesta mucho trabajo aceptarlo porque a ninguna persona le gusta equivocarse y menos aún admitirlo. Algunos utilizan el subterfugio de decir que, en todo caso, no erraron porque, si hubiera ganado Meade o Anaya en 2018, el país estaría peor que hoy, un contra factual imposible de comprobar.
Pero de que están decepcionados con AMLO, no hay duda. Me llama la atención que algunos se atreven a decir que en 2024 no votarían por Claudia Sheinbaum, a quien ven como la más leal subordinada del Presidente que continuaría con las actuales políticas fallidas. Yo no les creo porque no sabemos quién estará en la boleta presidencial enfrentando a la candidata o candidato de AMLO. Sin embargo, parece que oponiéndose a Sheinbaum, sacan algo de su coraje por sentirse engañados del aspirante por el que votaron en 2018, incluso en 2012 y 2006.
Twitter: @leozuckermann