Recientemente, el Partido Revolucionario Institucional, llevó a cabo su 23ª Asamblea nacional. Muy contentos todos, como en sus buenos tiempos. En aquél insigne Auditorio “Plutarco Elías Calles”, se escucharon vítores y arengas a favor de su líder nacional: “¡Alito, presidente!”. Alejandro Moreno Cárdenas, muy orondo, se pavoneaba con el coro de sus correligionarios.
Ante ello, me surge la duda si Alejandro Moreno realmente se considera presidenciable o sólo quiso disfrutar el momento. De tratarse de la primera opción, ¡cuidado! Porque ese caballo no alcanza, ni gana. Sin embargo, tal vez esa es su visión y, para ello, echa mano de pésimas estrategias y peores decisiones, que no le cuestan a él, sino a los priistas.
Una de ellas ha sido renegar y rechazar el liberalismo social, que posicionó a México ante el mundo. Imposible pensar en las oportunidades de hoy sin dicho modelo. La otra, ha sido ceder las candidaturas que su partido podría ganar, primero en Baja California y ahora en Hidalgo. Así como lo lee, el bastión priista del cual Alito se dijo orgulloso por las victorias de 2020, Hidalgo, el estado que no ha conocido la alternancia, fue sacrificado.
Desde 2019, los resultados bajo la dirigencia de Moreno han sido catastróficos para su militancia. Pues, de acuerdo con datos nacionales, mientras en 2018 el PRI contaba con más de seis millones de militantes; para 2020, los afiliados apenas superaron los dos millones.
El campechano ni siquiera logró mantener al tricolor en su estado natal, aquél que dejó de gobernar para dirigir al PRI. La Sonora de Colosio se le entregó a Durazo. De Chihuahua ni si hable. En Baja California, el PRI logró 31,784 votos para la candidata a gobernadora, casi ocho mil menos que en 2019 (39,093). Así, mientras la militancia demandaba a un priista en la boleta, Alejandro Moreno se los negó.
Además de ceder la candidatura al Gobierno de Hidalgo al PAN, Moreno Cárdenas despotricó contra el actual gobernador, a quien ni siquiera tomó en cuenta al consensuar dicha decisión. A pesar de ello, don Alejandro utilizó las redes sociales (y las de sus seguidores), para asegurar que Omar Fayad entregaría Hidalgo a MORENA.
Pero ¿qué hizo Alejandro Moreno en Baja California, Campeche, Chihuahua, Colima, Guerrero, Querétaro, Sinaloa, Sonora y demás? De 15 gubernaturas que se disputaban en 2021, Alito no ganó ninguna. Por el contrario, ¡prácticamente las entregó a MORENA! Y no conforme de sus derrotas, se mantuvo como presidente nacional y se recompensó con una curul federal.
Varias de esas gubernaturas pudieron haberse ganado, o por lo menos ser competitivas, pero decidió utilizarlas como moneda de cambio. De ahí surgen más interrogantes: ¿cuál es el propósito de Alito además de soñar con ser presidente? ¿Con qué méritos cuenta para ser candidato si abandona a su propia militancia? ¿Cabe la posibilidad de que se preste a una comparsa oficialista simulando ser oposición?
Dicen que el humano es el único en tropezar dos veces con la misma piedra. Y vaya que ha tropezado. Esta situación me recuerda una canción de Chayito Valdez, aquella que decía: “Cayendo y levantando fue mi vida. Y fue cada caída, dolorosa. Pero me levantaba con una nueva herida. Para seguir la senda tormentosa”.
Pareciera que el dirigente tricolor quisiera rematar su gestión dedicándole a MORENA la estrofa final de dicha canción: “La suerte te depara una sola caída. Una sola nomás, ¡pero hasta el fondo!”. Aunque, para su mala fortuna, son y serán sólo anhelos.
Post scriptum: “Expreso mi compromiso de reformar el poder, para democratizarlo, y para acabar con cualquier vestigio de autoritarismo”, Luis Donaldo Colosio Murrieta.
* El autor es candidato a doctor en Derecho Electoral y asociado individual del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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