En los tres meses siguientes a septiembre de 2021, la economía mexicana se contrajo un 0.4% en el trimestre, frente a una estimación preliminar de una caída del 0.2%. Esta fue la primera contracción en cuatro trimestres, con los servicios contrayéndose un 0.9%, superando el estimado del 0.6%. El alza de la variante Delta de coronavirus en el tercer trimestre obstaculizó los servicios, llevando a cierres y restricciones en restaurantes, tiendas y otros espacios públicos.
Por otro lado, la industria primaria creció un 1.3%, más que la estimación preliminar de 0.7%, mientras que el sector industrial creció 0.3% contra la estimación preliminar de 0.7%. Las actividades secundarias se vieron dañadas por los cuellos de botella en la cadena de suministros global y la escasez de chips semiconductores, lo que afectó a la industria automotriz, que representa el 18% de la producción manufacturera en México y un tercio del total de las exportaciones. La economía creció 4.5% interanual, ligeramente por debajo del estimado inicial de 4.6% (Fuente: Instituto Nacional de Estadística y Geografía, INEGI.)
El promedio de inflación fue de 7.37% interanual en México en noviembre, la más alta en más de 20 años y más del doble de la meta del Banco Central. La meta de Banxico fue de 3% para la inflación, con un rango de tolerancia de un punto porcentual por encima y por debajo de ese nivel. En diciembre, la inflación apenas mejoró hasta 7.36%.
El Gobierno de México anunció que llegó a un acuerdo con grupos empresariales para aumentar el salario mínimo en un 22 por ciento este año, mientras continúa los esfuerzos para cerrar la enorme brecha de riqueza del país. El Banco Central, que elevó su tasa de interés de referencia en 50 puntos base a 5.50% en su reunión de diciembre, expresó la preocupación de la mayoría de los miembros por este aumento en el salario mínimo, que podría ejercer presiones sobre los costos laborales, según Reuters.
Otros indicadores están estables, como la tasa de desempleo, que descendió hasta 3.7% en noviembre, de un 3.9% en octubre, la confianza empresarial gana una décima hasta los 52.7 en diciembre, y el PMI Manufacturero, que se mantiene en 49.4 puntos.
Retos para 2022
Los principales retos para México son resolver los problemas socioeconómicos, la situación de la pandemia y los riesgos externos, así como la inflación global y los tipos de cambio.
El gobierno necesita trabajar más duro para reducir las desigualdades sociales, para prevenir futuro deterioro y malestar social, como los experimentados en 2021.
Las diversas variantes de la COVID-19 que llegan en oleadas no necesariamente han terminado, y la variante Omicron está afectando al mercado laboral con una intensidad inusitada.
La inflación es universal en estos días, y los productos y servicios de importación también la llevan cuando ingresan al país. Sumado a esto, la disrupción global en las cadenas de suministro está contribuyendo a un aumento en los costos, lo que tiene un impacto directo en los bienes importados.
Es relevante señalar que el mayor socio comercial de México, Estados Unidos, también es determinante para su economía. Si EE. UU. continúa con su proceso de normalización, la recuperación de su propia economía tendrá un fuerte impacto en la de México.
El lado bueno podría ser un incremento de la actividad económica, con previsiones de PIB que oscilan entre el 1.5% y el 4% para 2022, de acuerdo a los expertos. Una recuperación del mercado laboral, reforzada si la pandemia del COVID-19 se va dejando atrás de manera lenta pero sostenida durante el primer semestre de 2020, impulsará la demanda interna. Mientras que se espera que los precios del petróleo se eleven a largo plazo a medida que crezca la demanda después de la pandemia, no se prevé que bajen en los próximos meses. Esto también ayudará, tomando en cuenta que México es el 12° productor mundial de crudo.
Pero a medida que EE. UU. también se recupere, se estima que el dólar se fortalecerá y el peso continuará su depreciación, probablemente llegando a 22 pesos por dólar, (actualmente cotiza en 20.3). Sin embargo, la evolución del tipo de cambio dependerá del desempeño de las dos economías en los próximos meses. Todavía es demasiado pronto para anticipar lo que podría pasar.
Conclusión: No estamos ante un escenario común a enfrentar en 2022, sobre todo por la inflación, desigualdades sociales, y la creciente posibilidad de una crisis pandémica de larga duración con fuerza renovada proporcionada por las elecciones en Brasil y Colombia. Pero parece haber una firme determinación para superar estas dificultades, y las medidas tomadas por los Bancos Centrales y los Gobiernos de cada país hasta ahora van en lo que parece ser la dirección correcta. A pesar de los problemas existentes, se percibe un buen ánimo. Con suerte, habrá un escenario mucho más brillante en los próximos seis meses y a lo largo de 2022.