“Lacra” es una palabra de origen incierto que se define como un vicio físico o moral que marca a quien lo tiene (RAE, 2022). Con esa expresión comenzó el presidente sus conferencias de prensa matutinas de esta semana. La utilizó para referirse al “amiguismo, influyentismo, nepotismo”, que en su gobierno “no existen”.
Poco antes, soltó una tanta de señalamientos contra los “corruptos”, a quienes incluso enlistó: “conductores de noticias, mujeres y hombres, columnistas y, desde luego, los dueños de los medios de información, la mayoría. Todos ellos, pues están en contra”.
Previamente le había recetado una serie de calificativos a Carlos Loret de Mola, a quien se refirió como: “un periodista golpeador, corrupto, mercenario, sin principios y sin ideales”. De Víctor Trujillo, también conocido como “Brozo”, dijo que era “inteligente, con sentido del humor”, e hizo hincapié en que “no era así, cuando lo conocí. Además, es una gente preparada, más inteligente que Loret de Mola”.
Mientras, a Carmen Aristegui la calificó de simuladora, pues “esta a favor del bloque conservador. Todos estos reportajes calumniosos (son) manejados por Carmen Aristegui”. La cosa no paró ahí, ya que hasta acusó al gobierno de Estados Unidos de promover un “compló” en su contra, asegurando que financia “a grupos opositores a un gobierno legal y legítimamente constituido”, junto a “puros corruptos que no les gusta lo que estamos haciendo”.
Fuertes las declaraciones del titular del Ejecutivo federal, sino las mide bien, pueden causar serios problemas diplomáticos, tal y como está sucediendo con Panamá. Debería de considerar que, así como exige pruebas de contubernio entre su familia y los contratistas petroleros, debería de argumentar su acusación. Sin embargo, para el tabasqueño todo se reduce a aquel dicho popular: “O estás conmigo o estas en mi contra”. Así de limitada e intolerante es la visión del presidente.
Algo que también llamó mi atención es que, desde hace algunas semanas, López Obrador se hace acompañar por la imagen de Ricardo Flores Magón en todos sus eventos. Incluso, ha dispuesto que 2022 sea un año para homenajear al “precursor de la Revolución mexicana”, como él lo llama, ya que se cumplen 100 años de su fallecimiento. Lo curioso es que, además de ser periodista, Flores Magón fue un férreo crítico del gobierno en turno. Ironías de la vida.
A pesar de ello, el presidente tiene razón cuando dice que tiene derecho de réplica y libertad para expresarse, pues así lo garantizan los artículos 6 y 7 constitucionales. Lo que omitió, tal vez por descuido o por conveniencia, es que su gobierno tiene la obligación de garantizar seguridad a quienes ejerzan tales derechos, estén o no a su favor. Por el contrario, continúa debiéndonos respuestas sobre los más de 50 asesinatos de periodistas durante su mandato, entre ellos: Margarito Martínez, Lourdes Maldonado y Marcos Ernesto Islas Flores. Además, sigue sin garantizar el ejercicio de la profesión periodística con plena libertad, protección y tranquilidad.
Señor presidente, si no es mucha molestia, me gustaría que me dijera: ¿Qué le respondo a mis estudiantes cuando -alarmados- me preguntan si ejercer el periodismo es seguro? ¿Qué le contesto a los futuros comunicólogos que se están preparando para difundir la verdad, aunque no coincida con la versión de su gobierno? ¿Qué le digo a quienes aspiran a ser conductores de noticias, columnistas o dueños de medios de información?
Andrés Manuel, ojalá que pudiera leerme y, sobre todo, ojalá pudiera responderme, ojalá…
Post scriptum: “Cada hombre debe elegir entre nuestro lado o el otro”, Lenin.
* El autor es candidato a doctor en Derecho Electoral y asociado individual del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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