Andrés Manuel López Obrador, planteó esta mañana poner “en pausa” las relaciones entre México y España porque según su dicho, como es su costumbre, sin presentar pruebas, …era un contubernio arriba, una promiscuidad económica-política en la cúpula de los gobiernos de México y de España, pero como tres sexenios seguidos, y México llevaba la peor parte, lo saqueaban.
Como siempre, ante las declaraciones de AMLO surgen preguntas a las que nadie y menos él, da respuestas:
¿El problema es político? Ha sido el presidente mexicano quien desde que asumió el poder no ha tenido el menor recato en destruir las relaciones diplomáticas con otros países, iniciando con España y de forma más reciente con Panamá, con algunas excepciones como Cuba, Nicaragua o Venezuela.
Ha sido AMLO quien exigió disculpas al gobierno español por la conquista, ¡Un evento sucedido hace 500 años! y que mañanera tras mañanera se ha empeñado en la exigencia.
Dicho sea de paso, el gobierno de España no ha recibido notificación al respecto.
¿El problema es económico? Amlo parece olvidar que España es de acuerdo a la Secretaría de Economía el segudo país con mayor inversión en México, pero según él, esas empresas que invierten están saqueando al país, especialmente las que generan energía eléctrica… ¿Empieza a aclararse el panorama? AMLO no quiere competencia para la CFE.
En la mañanera, a través del director de Pemex, Octacio Romero acusaron a empresas españolas de cobrar a sobreprecio barcos para Pemex, o perforación de pozos, lo que no dice es ¿Quién autorizó y firmó esos contratos? ¿Quién vigiló su cmplimiento?
¿Por qué nos va a convenir a ciudadanos mexicanos y españoles «romper relaciones»? ¿Qué «culpa» tenemos los ciudadanos de a pie de sus desvaríos?
¿Por qué levantar una cortina de humo en este momento? ¿Para olvidar la casa de Houston y el conflicto de interés?
¿O el escándalo de la ivermectina de Claudia Sheinbaum?
Recordando a Octavio Paz y su libro El laberinto de la soledad:
¿Cuáles son los fantasmas que habitan en AMLO?
“..Luchamos con entidades imaginarias, vestigios del pasado o fantasmas engendrados por nosotros mismos… Son intocables e invencibles, ya que no están fuera de nosotros, sino en nosotros mismos…»
“…Es imposible no advertir la semejanza que guarda la figura del «macho» con la del conquistador español. Ése es el modelo —más mítico que real— que rige las representaciones que el pueblo mexicano se ha hecho de los poderosos: caciques, señores feudales, hacendados, políticos, generales, capitanes de industria. Todos ellos son ‘machos’, ‘chingones…’”.