En los próximos días o quizás en un par de semanas, saldrán encuestas que nos permitirán saber si la aprobación a —y el acuerdo con— la forma de gobernar de López Obrador ha caído a raíz de los errores y los escándalos recientes. Por lo pronto, disponemos de una encuesta con historial anterior que nos da algunas ideas de lo que está sucediendo. Me refiero a la de Gabinete de Comunicación Estratégica de Liébano Saenz y de Federico Berrueto. Esta última encuesta tiene ciertas limitaciones, principalmente el ser telefónica, pero es sólida y abarca los principales temas que nos interesan.

Ilustración: Víctor Solís

Dejo a un lado la evaluación del de ya que los resultados son contradictorios. Por un lado, la opinión sobre López Obrador permanece prácticamente inmóvil, pero por otro, disminuye mucho la confianza que se le tiene (para confiarle las llaves de su casa), y también cae fuertemente el acuerdo con su forma de gobernar.

Parecen más interesantes las revelaciones de la encuesta sobre la , la relación con las empresas españolas y, sobre todo, la “casa gris”; es decir, el escándalo del hijo de López Obrador en . En los tres casos se trata de niveles de conocimiento interesantes, quizás más elevados de lo que uno podría esperar: 61 % de las personas entrevistadas tienen conocimiento de la reforma energética; 47 % del anuncio de “pausar” las relaciones con España, y 64 % de la investigación sobre . Son niveles elevados, aunque no llegan desde luego a los ochentas o noventas por ciento que sólo suceden con acontecimientos espectaculares.

En segundo lugar, se muestra una opinión relativamente polarizada en los tres casos. En materia de la reforma energética, por ejemplo, 51 % de la gente cree que va a beneficiar al sector energético del país, 44 % piensa lo contrario; 47 % piensa que los precios de la energía eléctrica no bajarán con la nueva reforma energética, 48 % piensa que sí. En cuanto al tema de las empresas españolas, ciertamente 64 % piensa que se han aprovechado de a través de contratos irregulares, pero cuando se le pregunta a la gente si está de acuerdo o en desacuerdo con la “pausa” propuesta por López Obrador, 49 % dice que sí, 46 % dice que no. En otras palabras, las opiniones están casi exactamente divididas.

En cuanto al tema de López Beltrán, la cosa es un poco más complicada. Cuando se le pregunta a la gente si el hijo del presidente debiera alinearse con los principios de austeridad o puede tener una vida de lujos, 70 % dice que debe alinearse con los principios de austeridad. No creen que goce del derecho de vivir como él quiera, y que sí hay un tema de incongruencia e incluso de hipocresía. Sucede lo mismo con la pregunta de si deben investigarse los contratos de la empresa Baker Hughes con Pemex y el alquiler de la casa de López Beltrán y Carolyn Adams en Houston: 83 % piensa que sí debe haber una investigación. Y sobre si hay conflicto de interés por la relación que existió entre la empresa KEI Partners, que en principio es parte del Grupo Vidanta de Daniel Chávez que supervisa la construcción del Tren Maya, y López Beltrán, 70 % dice que sí hay un conflicto de intereses, 20% dice que no.

Lo que nos muestra esta primera encuesta es que el escándalo de Houston sí ha penetrado en la opinión pública. Ciertamente más en el sector de clase media (incluyendo la clase media baja; ese es el sesgo de la encuesta telefónica por más que se trate de corregir). También nos muestra que, aunque en los temas de España y de la reforma eléctrica López Obrador tiene tantas opiniones a su favor como en contra, en el tema de su hijo y de la opinión sobre Loret de Mola, la opinión es más negativa.
Por ejemplo, al preguntarle a la gente si fue un acierto o un error de López Obrador mostrar los ingresos de Loret de Mola en su conferencia de prensa, 55 % dice que fue un error mientras que 37 % dice que fue un acierto. Cuando se le pregunta a la gente si está de acuerdo en que el presidente solicite transparentar los ingresos de periodistas, 44 % dice que está de acuerdo pero 51 % está en desacuerdo. En este último punto hay más simetría, lo cual se explica por la mala opinión que mucha gente tiene de los periodistas en México.

¿Qué nos sugiere todo esto? Si no se resuelve pronto el tema de la “casa gris” (es posible que se aclare el escándalo con la publicación por La Jornada de los supuestos contratos y recibos de renta; si así fuera, la única pregunta pendiente sería ¿por qué se tardaron más de tres semanas en hacerlo?), seguirá perjudicando. Lo que no sabemos es si la gente que ve negativamente el comportamiento de López Obrador en ese escándalo, a diferencia del tema de la reforma eléctrica o del tema de España (de menor interés para la gente), irá desaprobándolo, o mostrando su desacuerdo con la forma de gobernar de López Obrador, y se irá hacia el opositor. O al revés: simplemente no abandonarán a AMLO o, si lo abandonan un rato, volverán al redil rápidamente.

Por lo pronto, aunque se trata desde luego de elecciones locales, las de seis gubernaturas en junio nos ofrecerán una nueva pista. Si es cierto que la oposición puede ganar hasta en cuatro estados (Aguascalientes, Durango, Tamaulipas e Hidalgo) en lugar de sólo en uno, como se preveía hace algunos meses, es posible que el escándalo del Houstongate sí haya resultado ser un golpe por debajo de la línea de flotación a López Obrador.

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