El mundo ideal supone la convivencia armónica y la ausencia de enemigos, la realidad es que la animadversión ha sido parte de la del género humano. Una visión optimista implica aceptar que no todos comparten nuestros intereses y que incluso hay ventajas en que así sea. De esto trata un interesante ensayo de Jakub J. Grygiel, «Los beneficios de tener un enemigo… y los peligros de creer que no tienes uno», en el que el exasesor del Departamento de Estado norteamericano fundamenta su argumento en la obra de Plutarco, Moralia, «Cómo beneficiarse de los enemigos».

Semánticamente podríamos decir que hay una distancia significativa entre tener oponentes y tener enemigos, aunque con facilidad usamos los términos indistintamente. Para mí, un oponente tiene un punto de vista y un interés contrario al mío. Si de ello nace una animadversión, puede llegar a odiarme y hasta aniquilarme; tengo entonces un enemigo. La rivalidad nos ha acompañado siempre, desde las elecciones de comité de alumnos en la secundaria, pasando por las asambleas vecinales, los eventos deportivos, hasta la arena política, territorio donde la vida pública se ennoblece cuando las diferencias se dirimen con civilidad, o se degrada cuando los oponentes se convierten en enemigos. Cuando se suma el odio.

La muy lamentable campaña orquestada por el presidente de Morena y con el beneplácito o incluso con la instrucción del presidente de la República, para calificar de a la Patria a los diputados opositores que frustraron la reforma constitucional en materia de energía eléctrica, además de ser un profundo signo autoritario y por ende antidemocrático, es también una medida para darle aire a un movimiento que pierde fuerza y que para recobrar impulso necesita subir el tono, de conservadores a traidores a la Patria. Reafirma lo que saben los estudios de psicología social: somos más propensos a vincularnos por una aversión compartida, que por una afición en común.

Plutarco, escribe Grygiel, establece que tenemos enemigos por dos razones: el «impulso adquisitivo» o el deseo humano de tener lo que no se posee (es decir, la envidia), y la necesidad de tener amigos o aliados; un enemigo en común fortalece lazos entre quienes no son del mismo grupo o no tenían intereses originales compartidos. La retrógrada campaña de los traidores a la Patria cierra filas alrededor de la autollamada , también entre la oposición. Plutarco dice que un tonto echa a perder las cosas incluso cuando hay amistad, mientras que un hombre inteligente sabe beneficiarse de tener un enemigo. De cara a la siguiente «batalla» legislativa por la llamada Reforma Democrática, la oposición parece estar más unida que antes de la difamatoria campaña de traidores.

El filósofo griego menciona tres ventajas de tener enemigos. El primero es que los rivales nos hacen más virtuosos, se convierten en un motivador para tratar de estar moralmente arriba de ellos. Segundo, nos hacen estar alertas y mejor coordinados, equivalen a un buen sinodal. Y tercero, sirven como catalizador para nuestras emociones y para soltar presión; preferible descargar nuestra animadversión con ellos que con los amigos. Veremos cómo el bloque opositor en aprovecha esta coyuntura que, así como los pone en la mira pública «por traidores», también los fortalece al darles una cohesión que quizá no esperaban.

La oposición tiene su lado positivo. La esencia de un trabajo de fortalecimiento muscular en un gimnasio es la resistencia que ofrecen las pesas. En una historia, es el misterio, la tensión que se construye al develar estratégicamente la información. En la sensualidad, los velos y las transparencias avivan el deseo entre lo que el ojo ve y la mente adivina. En el deporte, un buen sparring es clave para una preparación óptima. Los aviones despegan contra el viento.

En «Construir al enemigo», Umberto Eco escribió: «Tener un enemigo es importante no sólo para definir nuestra identidad, sino también para procurarnos un obstáculo con respecto al cual medir nuestro sistema de valores y mostrar, al encararlo, nuestro valor. Por lo tanto, cuando el enemigo no existe, es preciso construirlo».

Cuando hay incapacidad para gobernar, es más fácil construir un enemigo que construir un país unido y próspero.

@eduardo_caccia

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