Disclaimer: sépase que en ningún momento he negado que exista la violencia verbal y/o la psicológica (en absoluto). Mucho menos que ciertas palabras y/u omisiones puedan ser en extremo inmorales y repudiables, e incluso sean perfectamente capaces de perpetrar un inmenso y verdadero daño en la psique de un individuo inocente.
Tampoco afirmo que no deba existir prohibición alguna sobre ninguna frase o vocablo, ni siquiera que, ciertas omisiones, no deban ser estrictamente penadas por ley.
Sin embargo, la regla general en relación con la libertad de expresión es que es más importante que, precisamente, te expreses libremente (aunque, al hacerlo, de forma lógica estés corriendo el riesgo de ofenderme), que justo lo contrario (es decir, que promulguemos una tiránica ley que te prohíba de modo tajante el hacer lo primero e, incluso, lo segundo).
¿Por qué?
Básicamente porque, la regla general (así como menos irracional), es: si me agredes físicamente, ese es tu problema (es decir, tú deberás ser sometido, nada menos que por la fuerza, a las consecuencias de tus graves e inmorales actos), pero si me agredes verbalmente o por medio de una omisión inmoral de tu parte (es decir, si me agredes psicológicamente), ese es mi problema (o sea que, si me insultas injustificadamente o si, por ejemplo, si incluso traicionas nuestro amor o nuestra amistad sin razón válida alguna, tú no deberás ser sometido a la fuerza a las consecuencias de tus no tan graves e inmorales actos -no tan serios, al menos en términos comparativos-, sino que yo deberé responsabilizarme, sin fuerza ni coerción alguna de por medio, a sanar mi alma, y no tú).
Insisto: eso no significa que no exista una obligación moral de tu parte (moral, mas no penal) para disculparte conmigo e incluso para resarcir el daño psicológico que me has ocasionado, pero aquí la vital diferencia es que no vendría el estado, a punta de pistola, a obligarte a que sigas siendo mi novia, o mi esposa o mi amiga, sólo porque fuiste infiel y/o cometiste una verdadera inmoralidad en contra mía.
En pocas palabras, no toda inmoralidad debe forzosamente involucrar a la policía y/o al poder judicial para poder ser resuelta, en absoluto, sino todo lo contrario. Ese paternalismo obsesivo y radical que reza que el Estado debe intervenir incluso si me has llamado tonto, es tan francamente ridículo que, ya en la práctica, nos obligaría a tener un policía (o ciber policía) dentro de cada chat, dentro de cada hogar y dentro de cada red social, analizando detenidamente si hemos o no ofendido al prójimo de forma injustificada (la policía del pensamiento de Orwell, sin lugar a dudas), y el querer hacerlo es más un síntoma de indudable totalitarismo en el demandante, que de genuino amor de éste para con los más vulnerables y necesitados.
El discurso a ser prohibido por el Estado, debe ser en extremo limitado (como, por ejemplo, el típico: hay una bomba en el avión o, si no haces lo que caprichosa e irracionalmente te estoy pidiendo, te mato a golpes, etc.), y lo mismo sucede con la traición: a menos que ésta implique fraude y/o demás delitos similares, deberá ser sometida a un respectivo tribunal, pero no en ningún otro caso ni mucho menos.
¿Y tú? ¿En cuál de los dos bandos estás? ¿En el autoritario o en aquel a favor del diálogo y de la libertad de expresión, incluso de la de aquellas personas que te caen mal y que están diciendo muchas cosas que no te gustan?