A lo largo de estos últimos cuatro meses, hemos intentado mantener viva la memoria de eventos importantes para la historia cotidiana de México. Y es que más allá de las fechas claves que sustentan nuestra aventura de vida y que parece haber una inercia de acabar con dicho soporte, la verdad es que cada uno de ustedes, tiene alguna anécdota particular en días especiales como el de ayer en que se celebró en nuestra patria a los maestros. Por supuesto acorde a su forma de entender a la sociedad, ayer el primer mandatario, habló de subirle el sueldo a los profesores –tema por cierto nada novedoso, pues ha sido por años en esta fecha, cuando luego de acuerdos con el sindicato, se elevan los míseros salarios- darles dinero a las escuelas para que sean los padres de familia, quienes se ocupen de mantenerlas en buen estado y de anunciarles mañana en que consistirán y para cuando el cambio de métodos educativos.
Yo he dicho infinidad de veces, que el 80% de lo que soy se los debo a mis maestros, sobre todo de secundaria, y si bien es cierto que todos ellos han marchado a otra dimensión, aún me queda mi maestra de sexto de primaria a quien por supuesto, ayer felicité recordando que ella era una muchachita, muy bien preparada apenas graduada en la normal, cuando yo concluía mi ciclo de educación elemental en la escuela Emiliano Zapata. Por supuesto que en 1960 no éramos tantos mexicanos, de una u otra forma nos entendíamos dialogando –profesores, con padres o con autoridades de la escuela- y hasta podíamos platicar con algún subsecretario de la SEP[1] casi por el motivo que fuera. Disensos como los que dieron origen a la CNTE que más que enseñar se manifiestan, toman calles o vías del tren, presionan y hacen “política” eran inconcebibles. ¿Qué fue el eje principal de las manifestaciones de ayer de esos profesores al zócalo? ¿Solo salarios o hay oposición a los cambios en la enseñanza? ¿Los plantones de Morelia se replicarán en otros estados?
Otro tema importante en mi particular historia, fue la remembranza de la toma de la capital queretana en 1867. Luego de varios meses de sitio y de los diversos intentos de cambiar la postura de los conservadores Miguel Miramón y Tomás Mejía, evento donde un coronel que a las órdenes de Mariano Escobedo concretó con otros militares republicanos, la entrada a la ciudad donde en dos meses más se fusiló a Maximiliano. ¿Sabe Usted quien fue Julio María Cervantes? En esa época en que los periodos presidenciales eran de cuatro años ¿Porque se desempeñó tres veces como gobernador de ese estado? Este poblano padre de más de una veintena de hijos[2], también ocupó interinamente la magistratura de Coahuila; fue jefe de siete zonas militares, senador de la república y hasta director de justicia militar ¿Saben esto los soldados que hoy son contratados como albañiles? ¿Alguien se ha puesto en contacto con los nietos que aún viven en Michoacán, Querétaro y Morelos? ¿En qué condiciones resguarda el hoy inquilino del palacio nacional la pintura que forma parte del acervo histórico de Benito Juárez?
La llamada república restaurada –Benito Juárez de 1867 a 1872 y luego Sebastián Lerdo de Tejada hasta 1876- consolidó jurídicamente lo que ha sido México ¿Qué dirían ante afirmaciones de que “no me vengan con que la ley es la ley”? De lo único que se habla es de los errores de otro oaxaqueño notable, que luchó mano a mano con Juárez, que promovió el avance de México con ferrocarriles, arte y muchas otras cosas que hoy parece desearse que se terminen, como lo es la igualdad ante la ley, lo cual no implica el ser cómplice silencioso de los infractores pandilleros o delincuentes. ¿Qué pasará si continúa caminándose en reversa? ¿se tiene conocimiento de las aportaciones de abogados –del hoy edo-mex algunos- a nuestro derecho internacional? ¿con que se sustituiría universidades que tienen siglos de existir y muchos reconocimientos en el mundo moderno?
Inicié esta reflexión, preguntándome ¿Qué hacer? Pues creo que el primer paso es confirmar que amas a México, que agradeces todo lo que te ha dado en decenas de años. Intenta ampliar tus conocimientos -la vía autodidacta no es mala- ahora que estás desempleado –lo cual es un verdadero desperdicio para la patria- o sobrevives con tu jubilación. Platica con tus hijos o nietos como era el México que te permitió desarrollarte en paz, sin temor de salir a la calle, con entusiasmo por platicar con el taxista, el marchante del mercado o el vendedor de periódicos. Si ya no están contigo, invita a tus vecinos una vez al mes o a la semana, para este ejercicio de intercambio de conocimientos y anímalos a que hagan lo mismo. No tengas temor de que alguien te señale por ser merecedor del éxito, quien lo haga en realidad es un acomplejado o te tiene envidia. Seguramente algún día afrontas problemas de salud, recuerda cuales eran los trucos de las madres y abuelas de tu infancia. Comenta con alguien que esté dando pláticas de herbolaria o con profesionales de la homeopatía y deja que tu cuerpo te ayude a sanar, sin correr el riego de que te vaya peor en un hospital sin medicamentos y solo con paramédicos extranjeros. En suma, trata de ser feliz, piensa que es lo mejor que puedes hacer por ti, tu familia, tu colonia, tu ciudad, tu país. Averigua quien puede garantizarte que esos derechos que haz disfrutado te sean respetados y exprésalo en las urnas cuando sea el momento.
[1] El subsecretario Ceniceros, recibió a mi madre, cuando ella deseaba inscribir a Enrique –el llanero solitito- en una escuela pública a fin de dejar la escuela Cristóbal Colón.
[2] Mi abuela paterna Débora Cervantes Bobadilla entre ellos