En 2022 la economía de México sería la tercera de menor crecimiento en América Latina ante los nuevos pronósticos del Banco Mundial sobre el Producto Interno Bruto (PIB), de acuerdo a sus perspectivas mundiales correspondiente al mes de junio.
Las proyecciones indican que el PIB nacional avanzaría 1.7% durante el presente año. El nivel de crecimiento superaría solo a Brasil y Paraguay cuyas expectativas del Banco Mundial es que sus economías crezcan 1.5% y 0.7%, respectivamente.
De acuerdo al organismo internacional, el PIB de Chile empataría con el de México pero países más pequeños superarían la tasa de crecimiento en:
- Suriname: 1.8%
- Salvador:2.7%
- Nicaragua: 2.9%
- Perú: 3.1%
- Honduras: 3.1%
- Jamaica: 3.2%
- Costa Rica: 3.4%
- Guatemala: 3.4%
Para el 2023 las expectativas de crecimiento para la economía de México son de 1.9%, mientras que para el 2024 ascendería a 2%.
Previamente, el pronóstico de crecimiento para México en 2022 era de 2.1%; sin embargo, el Banco Mundial ajustó las mediciones ante las repercusiones de políticas monetarias más restrictivas, la alta inflación, la incertidumbre política y la desaceleración del crecimiento de Estados Unidos.
Por otra parte, el PIB de Guyana alcanzaría el mayor crecimiento de la región con 47.9% anual, detrás de Barbados que subiría 11.2%. En una lista ascendente continuaría Dominica (6.8%), Belice (5.7%) y Colombia (5.4%).
¿Cuál es la perspectiva para la región?
El Banco Mundial prevé que el crecimiento regional se desacelerará hasta llegar al 2.5 % en 2022, luego de un repunte posterior a la pandemia del 6.7 % en 2021. Las expectativas son menos para 2023: 1.9 %, antes de repuntar ligeramente a un 2.4 % en 2024.
La desaceleración regional refleja el endurecimiento de la situación financiera, agregó el organismo, así como el debilitamiento del crecimiento de la demanda externa, la rápida inflación y la gran incertidumbre en materia de políticas en algunos países.
Además, el panorama presenta riesgos adversos como los efectos indirectos en la región debido a la atenuación del crecimiento mundial, una mayor inseguridad alimentaria y malestar social, una inflación superior a la prevista y tensiones financieras constantes.