Aunque apenas llegaré a mis 35 abriles este año, quienes creen en la reencarnación aseguran que soy un “alma vieja”. Tal vez por ello, considero que las nuevas generaciones de autodenominados políticos (que no necesariamente tiene que ver con su edad), han dejado atrás importantes consideraciones en el desarrollo de la actividad política. “La vieja guardia” o “Antigua escuela”, le han llamado algunos, otros nos referimos a dicho comportamiento como civilidad política.
Lo ocurrido el martes pasado en el CEN del PRI, durante la maratónica reunión entre los expresidentes del tricolor y el actual (y rejego) dirigente nacional de dicho instituto político, fue una clara muestra de ello. A pesar de que ninguno lo acompañó en la atención a medios ni se expresó optimista luego de tal reunión, el propio Alejandro Moreno Cárdenas difundió imágenes donde se ve sonrientes a los consagrados (y verdaderos) políticos.
Ya lo decía Jesús Reyes Heroles: “Seremos inflexibles en la defensa de las ideas, pero respetuosos en las formas, pues en política, frecuentemente, la forma es fondo”. Conservar las formas amerita contener las pasiones y serenar la mente, sólo así prevalece el diálogo. La firmeza no implica violencia, ni el cabildeo simulación. Sobra la altanería. Educación, objetividad, honestidad y amor a México, eso sí es hacer política.
Lo he dicho antes y hoy lo reitero: el aforismo de don Chucho no se limita a la frivolidad que muchos se han empeñado en atribuir, sino que es una frase integral, es decir, que en política la FORMA de conducirse es fundamental. Estoy seguro de que, para Reyes Heroles, la forma y el fondo coexisten como hermanos siameses.
Beatriz Paredes, Claudia Ruiz Massieu, Roberto Madrazo, entre otros asistentes, pusieron la muestra. No conforme con los pobres resultados electorales que ha ofrecido a su militancia y a los constantes señalamientos éticos, políticos y legales a los que se le ha sujeto, Alito, en un acto evidentemente ventajoso, decidió publicar las mejores fotografías de aquel momento. Ojalá que también hubiese transparentado el FONDO de dicha conversación.
Desde el Senado de la República, uno de los legisladores recriminó a los panistas, asegurando que, si viviera, Manuel Gómez Morín se avergonzaría de sus vástagos políticos. Sin temor a equivocarme, puedo apostar que sucedería lo mismo con Elías Calles, Reyes Heroles, Cárdenas, Ávila Camacho, Colosio y los grandes ideólogos del PRI, al atestiguar la forma de actuar del encaprichado dirigente.
Todo apunta a que, como entona el tango Cambalache escrito por Enrique Santos Discépolo en 1934: “Hoy resulta que es lo mismo ser derecho que traidor. Ignorante, sabio o chorro, pretencioso estafador… Cualquiera es un señor, cualquiera es un ladrón…”.
No sólo Moreno Cárdenas carece de forma, también MORENA. Los gritos, sombrerazos, desplantes y pedantería son constantes entre los correligionarios del presidente López Obrador. Han olvidado (o quizá nunca se enteraron), que el arte de la política amerita consenso, tolerancia y mesura. Pero, en estos casos, “Chango nuevo, no aprende maroma vieja”.
Una generación se define como el conjunto de personas que tienen aproximadamente la misma edad (RAE, 2022). Pero, también, refiere a la sucesión de descendientes y al efecto de generar, es decir, producir algo. De ahí que resulta imprescindible reflexionar si quienes hoy ejercen la política (y a quienes me resisto en llamar “políticos”, salvo honrosas excepciones), generan o degeneran lo público y a la sociedad.
No quiero dejar pasar otra semana sin agradecer ampliamente al doctor Jorge Fernández Ruiz, prominente académico e investigador, quien generosamente aceptó nuestra invitación para conversar con mis estudiantes de Administración Pública, sobre su libro Derecho administrativo desde la capital de nuestro país. Mi gratitud, admiración y admiración para el laureado jurista.
Post scriptum: “Además de ser, hay que parecer”, vox populli.
* El autor es doctor en Derecho Electoral y asociado del Instituto Nacional de Administración Pública (INAP).
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