Los Derechos del Hombre en el sentido riguroso que tienen desde siglo XVIII son el respeto a la dignidad humana del individuo, los derechos a la vida, libertad e igualdad para todos los hombres, aun antes de cualquier legislación, están basados en un sentido original del derecho, o el sentido de un derecho original. Este es el caso, independientemente de la cronología de las causas, los procesos psicológicos y sociales y las variaciones contingentes del surgimiento de estos derechos a la luz del pensamiento. Porque hoy estos derechos son más legítimos que cualquier legislación. Más justos que cualquier justificación.
Probablemente, son la medida de toda ley, por complicada que sea su aplicación y, sin duda, su ética. En todo caso, los derechos del hombre son uno de los principios latentes en la ley, cuya voz, como se presente, puede ser oída a lo largo de la historia desde el despertar de la conciencia del género humano.
El 1 de enero de 1942 se reunieron en Washington, DC. representantes de 26 naciones para estudiar una organización de paz y justicia para todas las naciones, en agosto del año siguiente, se planteó “una organización internacional basada en el principio de ‘igualdad soberana para todas las naciones.” En diciembre, en la Conferencia en Teherán, F. Roosvelt le propuso a Stalin una organización internacional para tratar cuestiones sociales y económicas. Acordaron la creación de una organización que reforzará la paz.
En agosto-septiembre de 1944, en Washington D.C. ‘ los cuatro grandes’: Estados Unidos, Inglaterra, Rusia y China formularon una carta o constitución de una organización internacional, recomendando una Asamblea con todos los miembros que tendría diferentes secciones dedicadas a temas específicos y un Consejo de Seguridad integrado por los cuatro grandes más seis miembros seleccionados por la Asamblea y tendría el derecho de Veto.
En abril-junio de 1945, representantes de 51 naciones completaron la Carta; se comprometían a mantener la paz, la dignidad, la igualdad y la seguridad en un planeta sano, desarrollar la amistad entre las naciones y promover el progreso social, mejorar los niveles de vida y los derechos del hombre. 29 naciones ratificaron la Carta y se inauguró la Organización de las Naciones Unidas el 24 de octubre de 1945 en la ciudad de San Francisco, E.U.A.
En la primera sesión de la Asamblea General, en 1946, se examinaron los derechos del hombre después de la Segunda Guerra Mundial y la creación de la ONU. La comunidad internacional se comprometió a no permitir nunca más atrocidades como las ocurridas en la guerra. Los líderes de todo el mundo decidieron complementar la Carta de la ONU con una hoja para garantizar los derechos de todas las personas en cualquier lugar y en todo momento .
Hansa Mehta, representante de la India, defendió apasionadamente que las mujeres y las niñas integran la mitad de la población humana, la mitad de su potencial. La igualdad de género, además de ser un derecho humano fundamental, es imprescindible para lograr sociedades pacíficas con pleno potencial humano y desarrollo sostenible: y los derechos del hombre se convirtieron en los Derechos Humanos asumidos como gran objetivo por la Asamblea General el 12 de diciembre de 1948. El primer artículo de la Declaración de los Derechos Humanos dice, en palabras de Mehta: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales”.
Sobre las huellas de Levinas: la defensa de la libertad corresponde a los derechos humanos, la libertad es una vocación fuera del estado que la defiende con sus limitaciones en una conjunción de política y ética.
Pero la libertad de un individuo puede ser el tropiezo de otro individuo, luego el individuo debe responder por el otro, defender sus derechos sin indiferencia y con el bien de la responsabilidad construida sobre la base del encuentro entre humanos en el que el deseo por la paz, o el bien, es el primer lenguaje. Es la fraternidad basada en el bien que comprende la libertad en la que la justicia de los derechos tiene significado inmutable y estabilidad.
En la responsabilidad, que es irrevocable e intransferible, el individuo es único e incomparable. Su libertad y sus derechos, antes de manifestarse en oposición a la libertad y los derechos de otra persona, se manifiestan precisamente en la forma de responsabilidad en la fraternidad humana. Una responsabilidad que no se agota porque las cuestiones entre ambos, uno y el otro, nunca son finales.