La nueva configuración política que dejaron las elecciones intermedias en Estados Unidos presenta un panorama ambivalente para nuestro país. Mientras algunas oportunidades de colaboración y relaciones continuarán, en otras instancias el camino podría ser más accidentado. Además, la coyuntura actual de nuestro país con el vecino del norte implica una relevancia histórica que debe ser aprovechada.
El pasado 8 de noviembre se eligieron los 435 lugares de la Cámara de Representantes de Estados Unidos, 34 de 100 escaños del Senado, 36 de 50 gubernaturas y varios puestos locales más. La importancia va más allá de una evaluación a la administración del presidente Biden, sino que tiene repercusiones potenciales muy importantes para México.
Desde que el mandatario estadounidense tomó protesta en 2021, tanto la Cámara de Representantes como el Senado estadounidense tuvieron mayoría del Partido Demócrata. Esta situación ha permitido que se faciliten las iniciativas presentadas por el presidente ante el congreso, disminuyendo los esfuerzos de cabildeo y moldeando la política interior y exterior de Estados Unidos de manera más amigable hacia México, relativamente.
Ahora, la aprobación de leyes sin mayoría en la cámara baja será mucho más complicado. La reforma migratoria, el plan de gestión fronteriza o la estrategia de seguridad nacional que se han empujado desde hace varios meses, y que involucran fuertemente a nuestro país, encontrarán más obstáculos en su avance para ser aprobadas.
Las consultas sobre el sector energético en el marco del T-MEC continúan sin solución y en un contexto riesgoso, dada la nueva dirigencia al frente de la Secretaría de Economía de nuestro país, así como un creciente poder del Partido Republicano en el entorno político estadounidense que podría acelerar la instalación de paneles de resolución de controversias y sanciones comerciales potenciales para México.
El Plan Económico del presidente Biden incluye inversiones en la industria de semiconductores dentro de países que cumplan con los requerimientos de Estados Unidos. Así, el T-MEC representa una oportunidad única para que México ingrese a este mercado e incremente su crecimiento y desarrollo económico en la región.
La importancia de la relación entre ambos países nunca había sido tan grande. Entre enero y septiembre de este año, las remesas alcanzaron los 43 mil millones de dólares, cifra 5.5% superior a la cantidad recibida en todo el 2020. Aunque este sustancial flujo de dólares hacia nuestra economía ha apuntalado el consumo interior, dista de ser un detonador productivo que, además, evidencia los pendientes en el mercado laboral mexicano.
Las exportaciones de mercancías mexicanas también avanzaron en septiembre y se colocaron en un récord de 52 mil millones de dólares, su mayor nivel desde 1991, de acuerdo con el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI). Mientas que las exportaciones petroleras han moderado su ritmo de crecimiento, el de las manufacturas se ha acelerado, especialmente por el sector automotriz.
Nuestro país ha fortalecido su relación comercial con Estados Unidos en los últimos años. En 2021, se alcanzó la cifra récord de 661.1 mil millones de dólares en intercambio comercial, apenas superado por el volumen que tienen con Canadá, de 664.1 mil millones de dólares. Además, México es el primer destino de las exportaciones de California, Arizona y Texas, y el segundo para 20 estados más.
La necesidad de vinculación comercial y fortalecimiento en las cadenas de valor entre ambos países no se limita a los estados fronterizos. Las próximas decisiones y tendencias políticas que ocurran en Michigan, Illinois y Wisconsin son cruciales para nuestro país, dada la fuerte vocación de estos estados en industrias como la automotriz, aeroespacial, agroindustrial y de semiconductores.
La relación entre ambos países debe de incluir nuevos temas y horizontes de atención. Hoy más que nunca, la coyuntura económica nos permite estrechar lazos y abrir temas de desarrollo como bloque económico; la visión debe ser holística, sin miopía y con alcance de largo plazo, no solo centrarse en los temas de migración, comercio y narcotráfico. No es una responsabilidad unilateral, se necesita la intervención de ambos países en una visión de progreso al futuro, si nuestros gobiernos no lo entienden estaremos perdiendo una oportunidad de oro no solo para México, sino para toda la región.
El autor es presidente de Consultores Internacionales, S.C.®