Consternación, sorpresa, enojo, tristeza y tal vez un dejo de esperanza, es lo que se percibe en quienes aún albergaban alguna posibilidad de que volviera a volar y esperaban que, mínimo, hubiera un juicio, un veredicto, una reivindicación para los muchos que no alcanzaron a ver el final de uno de los episodios más vergonzosos de la aviación mexicana.

Desde agosto del 2010, el grupo de 8,650 trabajadores de la “Primera Línea Aérea de Latinoamérica” sabía que su lucha era difícil, pero nadie creyó que estuviera perdida. No en balde han pasado 12 años de resistencia indómita, de litigio, de denuncias en tribunales de todo tipo, de búsqueda de apoyos en todas las instancias, de esperar contra toda esperanza.

Una de las ofertas de apoyo que parecía más consistente era precisamente la que puso en la mesa lo que hoy se conoce como , en aquel entonces los mensajeros del candidato Andrés Manuel López Obrador, el ingeniero Javier Jiménez Espriú, los políticos de Morena y demás. Se decía que, de llegar al poder, el nuevo haría todo lo que fuera necesario para que Mexicana y sus trabajadores echaran a andar de nuevo la aerolínea y, sobre todo, para que hubiera justicia.

En primer lugar, para que todas las decisiones que indebidamente se tomaron en el 2010 por el gobierno encabezado por Felipe Calderón, se revirtieran. Era obvio, y así se demostró en muchos foros y de muchas maneras, que la situación de quiebra técnica de la empresa era producto de un fraude maquinado por la administración de Gastón Azcárraga y con un plan expresamente delineado por el abogado ya fallecido Salvador Rocha Díaz.

De hecho, el documento existe y estuvo en el escritorio del entonces subsecretario de Transporte, Felipe Duarte. En dicho documento, elaborado dos años antes de la situación que llevó a la declaratoria de Concurso Mercantil, se establecía la ruta para pasar los activos de la empresa Compañía Mexicana de Aviación a la recién creada Nuevo Grupo Aeronáutico; el cambio de contratos colectivos de CMA a Mexicana Link para deshacerse del “pasivo laboral”; la recompra de las aeronaves A320 de Mexibus; la separación del Centro de Mantenimiento (MRO); y una serie larga de triquiñuelas que permitían deshacerse de los trabajadores como de un molesto lastre.

Además, recordemos, los Fideicomisos de Jubilación de Pilotos y de sobrecargos dejaron de fondearse y los remanentes fueron usados por la administración como caja chica. La deuda de la empresa creció a expensas de un capital que día a día se iba agotando, ya que los ingresos se desviaban a fideicomisos que iban directo a pagar abultados créditos.

Todo ello espera aún justicia. Hoy nos dicen que el nombre de Mexicana de Aviación será “recompensado” y nadie sabe con cuánto, para que adorne la nueva empresa de Sedena. De las órdenes de aprehensión sólo queda una vigente y parece incumplible. De la Cooperativa no hay nada. De las promesas sólo hay vagos indicios. Nadie recuerda la palabra empeñada. ¿De verdad esa lucha merece este final?

Lo oí en 123.45: Además, se debe investigar y hacer justicia en el caso de Mexicana de Aviación: anular las irregularidades, castigar a los responsables y resarcirle a los trabajadores su patrimonio.

E-mail: raviles0829@gmail.com

 

Dejar respuesta

Por favor ingrese su comentario!
Por favor ingrese su nombre aquí