- El 2022 fue un año en donde muchas variables apuntalaron la economía.
- También existieron condiciones complicadas y amenazas latentes.
- El futuro inmediato demanda la solución de las debilidades y el aprovechamiento de las fortalezas.
El 2022 está por terminar y el desempeño económico del país deja un sabor agridulce. El año culmina con magnitudes históricas en muchas variables y una recuperación que llegó tarde. Las perspectivas de crecimiento para el siguiente año son moderadas, por lo que es esencial revertir las debilidades económicas, aprovechar las fortalezas y prever las amenazas.
La Comisión Económica para América Latina y el Caribe (CEPAL) pronosticó que la economía mexicana crecerá 1.1% en el 2023, el Fondo Monetario Internacional (FMI) prevé 1.2%, la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE) proyecta 1.6%. Es esencial identificar los aciertos y errores de este año para tomar decisiones estratégicas desde el primer día de 2023. En Consultores Internacionales, S.C.® pronosticamos un crecimiento el siguiente año de 1.0%.
Las fortalezas del país este año se manifestaron en los más de 48 mil millones de dólares (mmdd) que ingresaron al país por concepto de remesas, la cifra más alta desde que el Banco de México (BANXICO) inició su contabilidad en 1995. Las exportaciones, por 480 mmdd, también son la cifra más alta desde que se tiene registro, en 1991. El país debe aprovechar estos ingresos extraordinarios para reforzar el consumo interno y para estimular la actividad industrial.
La entrada de dólares también ha ocurrido en cantidades sustantivas a través de la Inversión Extranjera Directa (IED), misma que, de mantener su tendencia de los primeros tres trimestres del año, será la segunda más alta de la historia en 40 mmdd. En conjunto con las condiciones monetarias y la alta transaccionalidad del peso, la entrada de dólares a México ha mantenido la paridad con el dólar; incluso hoy, el tipo de cambio es prácticamente igual al primero de enero de 2022. La fortaleza del peso mejora la imagen del país con los inversionistas extranjeros: hay que aprovecharla mientras dure.
Lamentablemente, 2022 también fue un año en donde la tasa de interés de referencia alcanzó su máximo histórico en 10.5%, cuando a inicios del año era de 6.0%. La inflación anual durante noviembre fue la tercera más alta en 15 años (superada por septiembre y octubre de este mismo año), por encima de la registrada en enero de 3.5%. Así, los altos precios han limitado el poder adquisitivo de los consumidores, a pesar de los agresivos aumentos al salario mínimo, mientras que los efectos de los altos costos de financiamiento no tardarán en manifestarse en la demanda agregada.
Además, los últimos datos del Indicador Mensual de Actividad Industrial (IMAI) exhiben que el sector secundario en México es -0.8% menor al periodo prepandemia y -2.8% menor a enero de 2018. Aunque las manufacturas han crecido, sectores como minería, construcción y energía han reducido sus capacidades productivas en comparación con hace cinco años. La política industrial del país debe ser homogénea y consistente en todas las industrias, las cuales representan casi un tercio del Producto Interno Bruto (PIB).
Las desgastantes negociaciones por las controversias comerciales en el marco del T-MEC, el aumento sustantivo de ingresos públicos mediante la adquisición de más deuda pública en el Presupuesto de Egresos de la Federación 2023, la insostenibilidad de los estímulos fiscales a la gasolina y el gasto en programas sociales poco productivos, así como el deterioro del mercado laboral por el aumento de la informalidad, la pobreza laboral y las brechas salariales, son pendientes y amenazas que deja este año y que, de no vigilarse, repetirán un saldo regular en los resultados macroeconómicos de 2023.
Por el bien del país, esperamos que los obstáculos al crecimiento sean superados sumando los esfuerzos de gobierno, empresas y consumidores. Es esencial anticiparse a los riesgos, planear estratégicamente y tomar decisiones efectivas.
