Hace dos meses exactamente, en la toma de protesta de 87 nuevas juezas, la ministra Norma Lucía Piña Hernández reconoció haber sentido una profunda nostalgia al preparar el mensaje que les compartió. “Las veo y me veo”, les dijo.
Y es que la ahora presidenta del Poder Judicial de la Federación tiene ahí una carrera de 34 años que hoy alcanza su punto culminante, convertida en la primera mujer en México al frente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).
Pero antes de ser jueza, Norma Piña fue maestra normalista y como tal emprendió la doble y triple jornada de estudiar la licenciatura de Derecho en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y sacar adelante a su familia.
Asistía a Ciudad Universitaria de 7 a 11 de la mañana, hacía escala en su casa para comer y continuaba por la tarde sus labores docentes.
Concluida su licenciatura en la Facultad de Derecho en 1984, continuó con su formación académica, obteniendo ahí en 1988 el doctorado. Ese año ingresó como secretaria proyectista en el Tercer Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Primer Circuito. Y en 1989 cursó una especialidad en el instituto de la SCJN.
COLABORADORA DE SÁNCHEZ CORDERO
A partir de 1992 fue secretaria de Estudio y Cuenta en la Primera Sala de la Corte, una tarea estratégica para la formulación de los proyectos que los ministros desahogan en materia de derechos humanos.
Una sala que en su momento encabezó la ministra Olga Sánchez Cordero, para quien la penalista Piña Hernández trabajó en ese encargo hasta 1998, año en que se convirtió en jueza por oposición en Morelos, responsabilidad que continuaría en el Distrito Federal como jueza de Distrito en Materia Administrativa.
A esa fase de su biografía hizo alusión la ministra Piña Hernández el 3 de noviembre pasado ante las juzgadoras que asumían ese rol.
Han pasado tantos años y lo recuerdo como si fuera ayer: ¿Qué hay detrás de este día tan significativo? ¿Cuántas horas de estudio, cuántas noches sin sueño, qué malabares se inventaron para estudiar y no dejar de atender a sus hijas e hijos, a sus padres? ¿Quién fue su red de apoyo para lograr estar hoy aquí? ¿A cuántas de ustedes les persiguió la culpa? Esa culpa que no nos suelta a las mujeres, aunque sepamos que no debiera estar ahí”.
Algunas juezas lloraron al escuchar el emotivo discurso en el que la ministra habló de la exclusión sistemática y estructural de las mujeres en el Poder Judicial y del desafío aún interminable de superar cotidianamente el desequilibrio en el balance entre el trabajo y la familia.
SIN LUGAR PARA EL PROTAGONISMO
Varias advertencias resonaron ese día en la explanada del Consejo de la Judicatura General, cuando la nueva presidenta de la Corte les dijo que la honestidad personal es piedra angular de la imparcialidad y que el juzgado era un espacio para el estudio en soledad para la construcción de sentencias que definen vidas.
Si lo que les llena en la vida es el protagonismo, el individualismo y la fama, este no es el lugar”, les advirtió.
Fueron consejos sobre cómo soportar las presiones internas y externas a la hora de impartir justicia, y del necesario y obligado trabajo en equipo que entre ellas debían procurar.
Si priva la humidad, si hay sororidad, todo será más fácil, o tal vez debería decir, menos complicado”, les alertó.
Larga es la lista de las definiciones que ahí se compartieron y que, en retrospectiva, hoy se configuran como premisas de la ministra que una semana después, el 11 de noviembre, buscaría abiertamente el respaldo de sus compañeros.
Porque entonces la ahora presidenta de la SCJN transgredió la regla no escrita de nunca ventilar en los medios las aspiraciones de ocupar ese cargo.
ROMPIENDO EL SILENCIO
Y es que Norma Piña rompió el silencio en una entrevista con el periódico El País, afirmando que quería ser la primera mujer en encabezar la Corte.
Fue un destape sorpresivo para una ministra que hasta ayer no tenía cuenta en Twitter y que habrá de suceder en la presidencia de la Corte a uno de los personajes de la vida pública mexicana con más éxito en las redes digitales, destacando su presencia en TikTok.
Como sorpresiva resultó su designación este lunes, en tanto sus resoluciones en el actual sexenio la ubican como una de las ministras del pleno de la SCJN que más señalamientos críticos ha realizado abiertamente en torno a la inconstitucionalidad de reformas y leyes impulsadas por el presidente de la República y la mayoría legislativa de Morena.
De manera que, a juzgar por los votos en los casos más controvertidos de 2019 a la fecha, Piña Hernández es junto con Luis María Aguilar la que menos coincidencias ha tenido con los alegatos de la autoproclamada Cuarta Transformación.
Mas no fue la independencia con respecto al Ejecutivo Federal el punto subrayado por la ministra en su pública postulación, sino el referente a la escucha y protección a los actores más cuestionados por la actual administración, al grado de que las ternas enviadas al Senado para definir a los cuatro ministros que se han designado hasta ahora prescindieron de los cuadros de carrera judicial.
LEALTAD A LA CONSTITUCIÓN
Hay mucho trabajo por hacer en el Consejo de la Judicatura para defender a jueces y magistrados muy valientes, muy fuertes, que sufren presión cada día y nadie está para ellos. A veces se enfoca mucho el tema en la Corte y no se habla tanto de los juzgadores a los que el narco amenaza o incluso mata. El papel del presidente también es defenderlos”, expuso Piña en noviembre al esbozar su oferta para encabezar al Poder Judicial.
Esa reivindicación de lo que sucede en los juzgados y tribunales también fue parte del mensaje del 3 de noviembre al responder en voz alta a las interrogantes de “¿cómo ser juezas íntegras? ¿qué es la independencia judicial? ¿cómo aguantar las presiones externas e internas?”.
Les dijo a las 87 juezas que las virtudes judiciales se construyen sentencia a sentencia, con paciencia y conciencia.
Y es que la ministra de la Corte que en 2021 defendió el derecho de las mujeres a interrumpir libremente el embarazo y en 2022 fue la más crítica de la Ley de la Industria Eléctrica al considerar que violaba principios constitucionales como el del derecho a un ambiente sustentable, al tiempo que advertía de la confusa votación que se dio en el pleno, sabe –y así lo compartió—que México requiere de una realidad de pesos y contrapesos que a su vez reclama imparcialidad e independencia judicial.
Habló de la importancia de la modestia y la valentía. E hizo una definición de la que a partir de ahora tendrá que dar cuenta como presidenta de la SCJN: “Una jueza independiente mantiene absoluta lealtad a nuestra Constitución, resistiendo cualquier tipo de presión”.
FEMINISTA Y LIBERAL
Considerada por diversas colectivas feministas como una aliada del movimiento de las mujeres, aun cuando ella siempre aclara que no le gustan las etiquetas, Norma Piña contó en 2015 con el respaldo de senadoras de diversas fuerzas políticas cuando fue propuesta por el presidente Peña Nieto para ocupar la vacante que dejaría la ministra Sánchez Cordero.
El cierre de filas de las legisladoras en esa postulación resultó clave, ya que la magistrada había sido incluida en una ocasión anterior dentro de las ternas de prospectos para la Corte por el presidente Felipe Calderón.
Magistrada en el Decimocuarto y en el Vigésimo Tribunal Colegiados en Materia Administrativa del Primer Circuito durante 15 años, una trayectoria que inició en el año 2000, Piña Hernández conoce del doble rasero para las mujeres.
Se auxilió del ademán de las comillas que hizo al aire con sus manos e ironizó: “Ellos son decididos, nosotras, mandonas. Ellos son enérgicos, nosotras agresivas”.
Y advirtiéndoles a las juezas que “sobre nosotras hablarán y mucho”, criticándolas, les aconsejó enseguida: “No repliquemos lo malo: la palabrería inútil, el descrédito. No hagan caso, centrémonos en impartir justicia en apego al derecho”.
CONTRA LOS PISOS RESBALOSOS
Bajo la consideración de que son las sentencias y las instituciones las que permanecen, la ministra Piña es enfática en la idea de que la imparcialidad es aplicar el derecho sin sesgos de ningún tipo y que sólo la congruencia interna genera la tranquilidad que para un juez resulta invaluable y necesaria para tomar las fuerzas requeridas para seguir.
Convencida de la progresividad de los derechos y de la fuerza que la ciudadanía tiene frente a una SCJN que debe responder a sus reclamos para hacer cumplir la Constitución y los tratados internacionales, su nueva presidenta ha votado también a favor del uso recreativo de la mariguana, la capacidad jurídica de las personas con discapacidad en los asuntos laborales, los derechos de las parejas del mismo sexo y de los hijos o hijas que nacen y se desarrollan en esa familia y por eliminar la prisión preventiva oficiosa.
Fue ella quien estableció la posibilidad de que organizaciones pudieran presentar amparos para defender el derecho a un medio ambiente sano, en 2016, por la Laguna del Carpintero, precedente que dio pie a algunos amparos para frenar el proyecto del Tren Maya.
Responsable hasta ayer de la Igualdad de Género de la SCJN y del Poder Judicial, sostiene que México atraviesa tiempos muy complejos porque la violencia es costumbre y “la vida humana, particularmente de las mujeres, desaparece sin registro ni consecuencia”.
Vista como una ministra de agallas, Norma Piña reclama a las nuevas generaciones nunca olvidar que cuando las mujeres rompen el techo de cristal, están obligadas con aquellas que no han llegado todavía para “ayudarlas a levantarse del piso pegajoso”.