Además del desequilibrio que se ha ocasionado entre oferta y demanda de nueva en los años recientes, los costos de los materiales para la deberán repercutir en los de las viviendas nuevas en 2023.

Sabemos que arrastramos un déficit de vivienda histórico y que cada año se forman alrededor de 650 mil nuevos hogares, por casamientos, uniones libres, porque los se independizan, por divorcios, etc. Pero a pesar de ello, la construcción de vivienda nueva se ha moderado en los años recientes por diversos factores.

Los segmentos de vivienda económica y la de interés social son las que más han visto ajustar su producción, en el primer caso por la suspensión de subsidios y la segunda por la contracción de márgenes ante el fuerte repunte en los costos de construcción.

Como la demanda por vivienda de alguna manera está asegurada, debido a la estructura actual de la población, el desequilibrio viene por la contracción de la oferta.

De acuerdo con cifras del Registro Único de Vivienda (RUV), de los últimos 10 años, en 2016 se alcanzó una máximo de producción anual con 301 mil 819 unidades, pero a partir de entonces solo se ha visto contracción.

Durante 2020, el año más álgido de la pandemia y en el que se detuvieron las actividades de la construcción en todo el país durante varios meses, se estableció un mínimo de 151 mil 366 unidades nuevas.

El mismo RUV reportó que de enero a octubre de 2022 se construyeron 111 mil 998 viviendas, lo que significó una contracción de 17.29% respecto al mismo periodo del 2022. La cifra resulta preocupante, porque al finalizar el año pudo haberse reportado una producción nueva incluso inferior a la de 2020.

Por ello es que el ciclo 2023 pudiera ser complicado para la oferta de vivienda nueva y su efecto sobre los precios, sobre todo en zonas donde la demanda se puede incrementar por el boom industrial que está propiciando el fenómeno que conocemos como nearshoring.aa

Como esa tendencia se concentrará en el mercado de exportación, principalmente con destinos , seguramente el Bajío, la zona norte y fronteriza del país será donde se concentre una mayor demanda por vivienda por la oferta laboral derivada del nearshoring.

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