Este fin de semana, el presidente López Obrador entregó la Orden del Águila Azteca, la más alta distinción del Estado mexicano a un extranjero, al presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel. El asunto, como era de esperarse, causó controversia. Por un lado, la izquierda mexicana, que todavía admira la Revolución de Fidel Castro, lo aplaudió a rabiar. Por el otro, los críticos de una Revolución que devino en una brutal dictadura, lo reprobaron.
Soy de los segundos. No me gusta que nuestro Presidente distinga a un dictador que reprime a su pueblo y tiene sumido a su país en la pobreza. A estas alturas del siglo XXI es inaudito que todavía existan personas que defiendan a los hermanos Castro y a su heredero, Díaz-Canel.
La evidencia del fracaso revolucionario en la isla caribeña es abrumadora.
Los que todavía apoyan a la dictadura cubana argumentan que las penurias se deben a lo que ellos denominan como “el bloqueo” estadunidense. El propio López Obrador habló de él este fin de semana y se comprometió a ayudar a levantarlo.
En realidad, el bloqueo no existe. Lo que hay es un embargo, y limitado. El único momento en que las fuerzas armadas de Estados Unidos bloquearon a Cuba fue en 1962 para impedir el arribo de armas nucleares soviéticas en un territorio que se encuentra a 150 kilómetros de la súper potencia americana. Una vez resuelta la crisis de los misiles, Estados Unidos levantó el bloqueo y continuó con el embargo.
Dicha sanción, a consecuencia de la expropiación de propiedades estadunidenses por parte de la Revolución cubana y la instalación de un régimen comunista, ha cambiado a lo largo del tiempo. Hoy siguen existiendo restricciones económicas para que los estadunidenses compren, vendan, gasten e inviertan en Cuba, pero sí hay un comercio limitado, sobre todo de exportaciones de alimentos de EU a la isla.
El embargo, claro que ha afectado a la economía cubana. Hay múltiples estudios empíricos que así lo demuestran. También estoy convencido de que el embargo ha sido un fracaso rotundo para castigar y derrocar a la dictadura revolucionaria. Por el contrario, le ha dado una fuente de legitimación enorme al régimen castrista. El pretexto es perfecto: todos los problemas de la isla son por culpa del maldito bloqueo estadunidense, no por la ineficacia del sistema comunista.
El problema, como se ha señalado en infinidad de ocasiones, es que resulta muy difícil terminar con el embargo. La anticastrista comunidad cubana de Florida es muy influyente en la política de Florida, uno de esos estados donde siempre se decide la carrera presidencial en EU. Por un tema de política interna, se torna casi imposible cambiar una estrategia fallida. Así, los castristas siguen gozando de la justificación perfecta para mantener la represión y pobreza en Cuba, incluyendo los amigos del régimen dictatorial como AMLO.
Suena muy bien el discurso de levantar el bloqueo. Pero la realidad es que no es un bloqueo, sino un embargo y, además, con dicho argumento se legitima a una de las peores dictaduras que hay en el hemisferio americano.
López Obrador y todos los que aplaudieron como focas a Díaz-Canel en Campeche deberían leer el reporte de Amnistía Internacional sobre Cuba. Aquí un párrafo:
“Tras las históricas protestas de julio (de 2021), las autoridades cubanas encarcelaron a muchos centenares de personas que habían participado en ellas, de las cuales casi 700 permanecían en prisión al concluir el año. Las autoridades intensificaron su maquinaria de control de la libertad de expresión y de reunión con medidas de vigilancia física de activistas de los derechos humanos, artistas y periodistas —a quienes, además, sometieron a arresto domiciliario, detención arbitraria, violaciones del debido proceso y, en algunos casos, malos tratos—, al tiempo que interrumpían el servicio de internet”.
Otra cosa que suena muy bien es la importación de médicos cubanos a México para ayudar en el deteriorado sistema sanitario. La realidad es otra.
De acuerdo a un informe de la Comisión Interamericana de los Derechos Humanos de 2020, el programa de personal médico cubano asignado al exterior está lleno de abusos y violaciones: “1) pago por parte del personal médico, entre 75% y 90% de su salario al gobierno cubano, 2) jornadas laborales de hasta 64 horas semanales, 3) acoso sexual en contra de mujeres médicas y 4) castigo frente a deserción de la misión por tres a ocho años de prisión”.
La CIDH lo ha considerado como una forma de trabajo forzado, una especie de esclavitud moderna.
Este fin de semana se anunció que México contratará más médicos cubanos. Suena bien la ampliación de esta “misión solidaria”. La realidad es que llegarán a nuestro país más personas que vivirán como esclavos modernos.
Twitter: @leozuckermann