En las últimas semanas el ha estado cotizando alrededor de 18.35 pesos por , su nivel más bajo no solo desde antes de la pandemia, sino desde abril de 2018, antes de la elección presidencial. Cuando varias personas en México ven el en estos niveles, me hacen preguntas similares a las siguientes: “¿Qué los mercados están ciegos? ¿Qué no ven los intentos de reforma al sistema electoral o la situación de seguridad o de salud, entre otras cosas?” En mi opinión, los participantes de los mercados no están ‘ciegos’ y el balance de lo bueno y malo que pasa en nuestro país, relativo a otros países similares está embebido en el nivel de tipo de cambio. En este sentido, consideré dividir la respuesta en tres partes:

(1) Lo que se ha hecho bien en este sexenio. En la administración actual ha habido un sinnúmero de cambios, desde mover la sede presidencial de Los Pinos al Palacio Nacional, hasta la cancelación del Nuevo Aeropuerto de la y la construcción de los proyectos insignia del presidente López Obrador, como la refinería de Dos Bocas, el Tren Maya y el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles, entre otros. Por un lado, varios cambios han significado un retroceso, tanto económico, como político y en este sentido, claramente no estoy de acuerdo con el ataque al INE (“¿Qué tan buena o mala es la reforma electoral de ?”, 8 de noviembre, 2022 y “Contra el INE, no”, 4 de mayo, 2021). Sin embargo, por otro lado, no hay duda que también muchos de los cambios han sido positivos. Ahora hay un mucho mayor porcentaje de mujeres como funcionarios públicos, incluyendo logros históricos, como haber tenido la primera secretaria de Gobernación de la , en el caso de Olga Sánchez Cordero, así como la primera gobernadora del Banco de México, Victoria Rodríguez Ceja o la primera ministra presidente de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, Norma Piña. Asimismo, juzgando por la alta popularidad de López Obrador con respecto a la del expresidente a estas alturas del sexenio, ejecutando un gasto similar en programas sociales –como porcentaje del –, sugiere que la instrumentación de la tarjeta de débito para depositar directamente los apoyos del de López Obrador ha hecho que ahora sí llegue el dinero a las personas elegibles para recibirlos, cuando en la administración anterior parecía que una buena parte de los recursos se quedaba en manos de la red de intermediarios que existía. Asimismo, el respeto a los contratos que se otorgaron antes de su administración en materia energética y no obstaculizar el comercio internacional en general, a pesar de que algunas políticas han propiciado quejas a nivel del Tratado México--Canadá (T-MEC), han sido clave. Pero lo más relevante para los participantes de los mercados financieros a nivel global son la responsabilidad fiscal, el respeto a la autonomía del Banco de México, el mantenimiento del régimen de tipo de cambio flexible y la estabilidad social. En este sentido, el presidente López Obrador ha cumplido sus promesas en estos rubros y esta es una buena forma de pasar al siguiente punto.

(2) La posición relativa de México respecto a otras economías emergentes. Como comenté hace algunos meses en este mismo espacio (“El Superpeso”, 17 de enero), considero que existen seis razones por las que el peso mexicano se ve como una mejor inversión, con respecto a las divisas de otros mercados emergentes con los que nos comparan: (a) Banco de México ha actuado con responsabilidad en el combate de la inflación con incrementos de la tasa de referencia desde junio de 2021; (b) universo de inversión reducido (e.g. sin Rusia); (c) déficit de cuenta corriente relativamente pequeño y bien financiado en México; (d) relocalización o nearshoring (“‘Nearshoring’ en México, una realidad”, 29 de noviembre, 2022); (e) finanzas públicas en mucho mejor estado que en el resto de emergentes; y (f) estabilidad social, sobre todo relativa a nuestros países vecinos de Latinoamérica.

(3) Otras medidas que nos indican qué tanto los participantes de los mercados financieros internacionales están ‘contentos’ con México. Si bien el peso ha mostrado fortaleza y resiliencia frente al dólar, con respecto a otras divisas en emergentes, para los participantes de los mercados financieros a nivel global, la decisión no es binaria. Es decir, no es “invierto en pesos” o “no invierto en pesos”. Invertir en pesos mexicanos puede llevarse a cabo de diferentes maneras, incluyendo también en bonos del gobierno federal a diferentes plazos. En este sentido, por ejemplo, sí se han observado flujos relevantes de inversionistas financieros en el mercado cambiario, pero que son de un día para otro. Es decir, hoy están y mañana pueden salir. Sin embargo, en la inversión de bonos del gobierno federal, que significa estar en pesos, pero por un periodo más largo de tiempo, la participación ha caído significativamente a lo largo del sexenio desde 63 por ciento en julio de 2018, a 36 por ciento en la última fecha disponible en el sitio de Internet del Banco de México (16 de febrero). En mi opinión, esta es una métrica adicional al nivel y dinámica del tipo de cambio que hay que tener en cuenta, sobre todo en cuanto al compromiso de los inversionistas financieros con México. Así, queda claro que los inversionistas perciben riesgos de mediano plazo, a pesar de que en el corto plazo están “contentos” invirtiendo en nuestro país.

* El autor es economista en jefe para Latinoamérica del banco Barclays y miembro del Comité de Fechado de Ciclos de la Economía de México

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