La mañanera de López Obrador ha caído en lo grotesco. Desde ahí difama, agrede, miente, y busca destruir la reputación de cualquiera que lo critique.

Desde ahí ataca a Norma Piña, embiste al , defiende a Yasmín Esquivel, llama “mapache” a José Woldenberg, y demuestra que perdió su brújula moral.

Atrás quedó la promesa del diálogo circular, la rendición de cuentas, la transparencia en el ejercicio del poder. En su lugar, ahora presenciamos un ejercicio cotidiano de degradación.

Como víctima de ese asesinato verbal, ya que he sido mencionada 87 veces en el circo romano de Palacio Nacional, decidí ejercer mi derecho, y el de todas y todos a defenderme de un gobernante abusivo. En septiembre metí una de amparo por la violación de mis —y nuestros derechos— ante el Poder Judicial de la Federación. Estoy litigando contra el Presidente y lo seguiré haciendo. Esta lucha me atañe pero me trasciende.

Apoyada por el equipo del Consejo Nacional de Litigio Estratégico, demandé a por las menciones mentirosas sobre mí, incluyendo cuando me llamó “agente de un extranjero”. Demandé a AMLO porque no cuento con mecanismos que me permitan contra-argumentar o defenderme, y ningún otro difamado o difamada tampoco.

Demandé a AMLO porque está violando mis derechos y los de todos, al inhibir la libertad de expresión, por el efecto intimidatorio que produce su arenga. Basta con recordar la violencia con la cual un grupo de simpatizantes suyos me sacó del Zócalo a gritos y empujones, en una marcha contra la militarización.

Basta con ver cómo la violencia verbal de AMLO —y su permiso para agredir— salta de la mañanera, a las , y de ahí a las calles. Después de la agresión presidencial contra la ministra Norma Piña, en Twitter circulaba un meme de ella presentándola como “El problema”, y una bala como “La solución”.

Les cuento cómo reaccionó la jueza que recibió mi denuncia. Le tembló la mano. Pidió licencia médica, y después de seis meses, la “secretaria en funciones” emitió una sentencia ridícula. Que yo no tenía derecho a ampararme porque las mañaneras “no constituían un acto de autoridad”, aunque sabemos que se pagan con recursos públicos y desde ahí se gobierna vía órdenes, decretos e instrucciones. Que las evidentes mentiras y difamaciones del Presidente sobre mí en la mañanera son “simples opiniones” y un ejemplo de la “libertad de expresión”, aunque sabemos que el Artículo 134 de la acota las expresiones de servidores públicos a temas que atañen a su trabajo, y no pueden utilizar nombres, imágenes, voces o símbolos. Que yo tengo derecho de réplica en la mañanera, aunque para ejercer ese derecho conforme a la ley, AMLO tendría que darme 87 días consecutivos para ir ahí, pararme en la plataforma a su lado, usar la pantalla, y presentar mis contra-argumentos a sus injurias —cosa que nunca va a suceder.

Y aquí va la cereza del pastel: la “secretaria en funciones” me aplicó de manera retroactiva la primera parte del “Plan B” de reforma electoral, alegando que las mañaneras “no constituyen una campaña gubernamental”, ya que ahora el Presidente y todos los funcionarios pueden decir lo que quieran, cuando quieran, y eso no constituye propaganda”. Esa nueva Ley General de Comunicación Social, publicada en el Diario Oficial el pasado 22 de febrero de 2022, está siendo impugnada en la Suprema Corte de Justicia, precisamente por contravenir la Constitución. Y me sumaré a las impugnaciones. Acompañada por mis abogadas, hace días metí un recurso de revisión que acabará en un Tribunal Colegiado en Materia Administrativa, y ojalá llegue a la Suprema Corte.

Emprendí esta demanda con el objetivo de sentar precedentes históricos y legales: yo digo “basta” en defensa de mi nombre, y en defensa de todos los difamados, agredidos, denostados injustamente. Deseo que los jueces defiendan el derecho de la ciudadanía a recibir información gubernamental veraz, objetiva, oportuna y sin sesgos como lo señala la Constitución. López Obrador me conoce desde hace muchos años, ha ido a desayunar a mi departamento, en numerosas instancias marché a su lado cuando era luchador social, y lo defendí. Hoy veo que traiciona a sus amigos, a las causas compartidas, y a la . Por eso lo demandé. En palabras de Isabel Allende: “Temo el poder con impunidad. Temo el abuso de poder, y el poder de abusar”.— Ciudad de .

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