Pocas cosas me desesperan más en este mundo actual como la llamada “cultura de la cancelación”. Como no me gusta lo que dices, te cancelo. Tus ideas y acciones son inadmisibles, por lo que nadie debe escucharte. Desaparece de una vez por todas porque es lo mejor que le puede pasar al mundo.
Se trata de un intolerante acto de intolerancia.
Claro que hay personas despreciables que dicen y hacen estupideces al por mayor. Pero yo no me siento con el derecho de exigir su cancelación en espacios públicos. Como liberal, pienso que pueden estar presentes en la palestra, siempre y cuando se hagan responsables de sus dichos y hechos. En todo caso, hay que rebatir sus tonterías con argumentos y evidencias tangibles.
El tema da para mucho debate. Sin embargo, lo que quisiera destacar es la pretensión que tiene nuestro Presidente de cancelar a su oposición. Si por él fuera, la desaparecería de un plumazo porque no se merecen espacio alguno. El país estaría mejor sin ella.
Para López Obrador es inconcebible que la oposición pueda ganar las elecciones el año que viene. A menudo cita a Juárez con aquello de que “el triunfo de la reacción es moralmente imposible”.
Yo, como liberal, me siento profundamente identificado con los ideales juaristas. Pero me parece una barbaridad desconocer que en el México del siglo XIX había conservadores que tenían ideas diferentes y merecían respeto. De hecho, como no pudieron procesar las diferencias políticas entre liberales y conservadores por la vía democrática, acabaron enfrentándose a balazos. Otra historia tendríamos si ambos grupos hubieran aceptado sus diferencias y aceptado dirimirlas por la vía electoral.
Pero regresemos al tema actual. Para el Presidente es imposible que la oposición gane en 2024. El sábado pasado, en su mitin político, dijo: “Sostengo que, hagan lo que hagan, no regresarán al poder los oligarcas, continuará prevaleciendo, en nuestro querido México, una auténtica y verdadera democracia”.
Nadie, en sus cincos sentidos, quiere un retorno de oligarcas al poder. Todos queremos seguir viviendo en una democracia como ha sido el caso desde principios de este siglo. Sin embargo, para AMLO, los oligarcas regresarían si ellos pierden en 2024. No puede concebir que sus adversarios sean demócratas con ideas diferentes de lo que hay que hacer para desarrollar mejor a México. Ergo, los cancela llenándolos de epítetos no solamente injustos, sino cargados de un mal prestigio histórico.
Para el tabasqueño, hay que cancelar a los disidentes, a los que piensan diferente: “Nada de zigzaguear, sigamos anclados en nuestros principios, reafirmemos la decisión y el rumbo que hemos tomado desde que inició el gobierno. No a las medias tintas. No aceptaremos nunca que en México se imponga una minoría a costa de la humillación y el empobrecimiento de las mayorías”.
¿No aceptaremos? ¿Qué significa eso? ¿Quién decide cuándo hay una supuesta imposición de una minoría? ¿Él?
Cancelen a esos desgraciados que tienen ideas diferentes a las nuestras. Esa minoría que pretende humillar y empobrecer a las mayorías. Aquí las únicas ideas buenas y nobles son las nuestras.
Es peor. Ni siquiera acepta que, dentro de Morena, haya algún tipo de disidencia a lo que él piensa. “También estoy convencido de que cualquiera de los aspirantes que resulte triunfador en la encuesta para elegir al candidato de nuestro movimiento aplicará la misma política en favor del pueblo y en favor de la nación”.
A ver, y si el siguiente Presidente, a pesar de ser de Morena, decide cambiar el rumbo, ¿qué hará López Obrador? ¿Cancelarlo como a la oposición?
Un verdadero demócrata liberal acepta la legitimidad de sus opositores. No comulga, desde luego, con sus ideas, pero respeta la pluralidad de las ideas. Ni los cancela ni los iguala con seres despreciables de la historia ni los caracteriza como corruptos.
En este sentido, López Obrador no es un demócrata. Es un intolerante que no puede admitir que haya gente a la que le disguste su política económica, la manera en que está combatiendo la inseguridad, la creciente militarización, la pauperización de la educación y salud públicas o el desprecio por los órganos autónomos del Estado. No, eso no se puede tolerar. Si usted piensa diferente es un reaccionario, conservador, corrupto, heredero de los peores personajes históricos como Antonio López de Santa Anna. En suma, un enemigo de México, un traidor de la patria, un sujeto despreciable al que hay que cancelar.
Twitter: @leozuckermann