La reporta una variación al alza de 1.76 por ciento en los precios de los productos de la canasta básica registrada del 15 de junio al 15 de julio del 2023.

Los productos de mayor variación de precio resultaron ser la avena Quaker, que pasó de $39.29 a $57.50; café soluble, de $107.68 a $144.50; jabón de lavandería, de $38.93 a $51; pollo entero, de $23.36 a $87.50, y aceite comestible, de $15.86 a $40. El precio promedio de la canasta básica alimentaria fue de $1,723.28, con una variación al alza de 1.76%. Las entidades con la canasta básica más encarecida resultaron ser Estado de , con un incremento de 13.41%; , 10%; Hidalgo, 6.91%; San Luis Potosí, 5.98%, y Sinaloa, 4.37%.

Este reporte de la inflación alimentaria que prevalece en la economía nacional va a contraflujo de lo reportado por respecto a la inflación general anualizada, que lleva cuatro meses consecutivos con una tendencia a la baja, tan sólo en este último mes se ubicó en 5.6%. Paradójico resulta que algunos estados de la República, como lo son el Estado de México y Nuevo León, se sitúen por debajo del promedio nacional inflacionario con un 4.1% y 4.6%, respectivamente, no obstante que la inflación alimentaria en ambas identidades resultó ser de 13.41% en Edomex y 10% en Nuevo León.

“En este “close up” de la fotografía nacional se aprecia perfecto la realidad de “las dos caras de la inflación” que golpean al país. La general que, por causas de las prácticas de producción del neoshoring, el incremento de las y la no recesión norteamericana, entre otras, ha venido fortaleciendo la macroeconomía nacional. En tanto, la inflación alimentaria se mantiene al alza, reflejando así el talón de Aquiles de nuestra economía, ya que el consumo popular de lo alimentario sigue estando encarecido, convirtiéndose en el obstáculo principal para consolidar en México una recuperación y reactivación económica de profundidad, ya que se sitúa por encima del 8.3%”, explicó Cuauhtémoc Rivera, presidente de ANPEC.

Agregó que las consecuencias de esta situación son: una sociedad que no alimenta bien a sus familias, en la que 6 de cada 10 batalla para abastecerse de los alimentos esenciales, donde tanto la cantidad como calidad de los alimentos se sacrifican en aras de comprar sólo lo que alcance, ofreciendo así una ingesta de bajo valor nutricional y teniendo cada vez más ventanas de hambre y desolación.

Todas estas pinceladas describen el paisaje del consumo nacional y los nubarrones que sobre él se ciernen a causa de un alza a los precios de los comestibles y un poder de compra que no alcanza. La gente quiere, pero no puede, dijo. “En suma, mientras no volvamos asequibles los precios de los alimentos a la población, la fragilidad de nuestra realidad económica seguirá siendo más que latente”, concluyó.

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